Andrés Timoteo
Columnista
EL RECONFINAMIENTO JUDÍO
La histeria global por el rebrote de la pandemia de Coronavirus tuvo ayer una cresta porque el gobierno de Israel anunció el encierro general de sus nueve millones de habitantes durante tres semanas, del 18 de septiembre hasta el 10 de octubre, a fin de contener el contagio masivo. La medida, anunciada por el primer ministro Benjamín Netanyahu, convulsionó al orbe ya que es el primer reconfinamiento en un país ‘desarrollado’ y que, durante la primera oleada epidémica de marzo a mayo, logró contener los saldos.
De acuerdo con la autoridad israelí, la curva estadística ya rebasó la ‘línea roja’, pues en las últimas semanas el número diario de infectados subió de mil 500 a 4 mil y ya hay 800 camas -con respiradores artificiales- ocupadas. Las medidas adoptadas en semanas anteriores, entre ellas algunas draconianas como el ‘toque de queda’ en cuarenta localidades donde se ubicaron los focos de infección, no dieron resultado positivo y el rebrote vírico se salió de control.
También se había ordenado el cierre de escuelas, comercios no esenciales y oficinas burocráticas, pero ahora todo será generalizado. Los israelíes no saldrán a la calle durante 21 días, solo con la excepción de abastecerse de víveres y medicamentos. Tienen prohibido alejarse más de 500 metros de sus domicilios y, por supuesto, vuelven a cerrar todo tipo de lugares de diversión y ocio: cines, bares, discotecas, tiendas departamentales, restaurantes y cafeterías, entre otros.
Sin duda, el reconfinamiento judío abonará las teorías de conspiración sobre la pandemia de la Covid-19 -en las cuales se le denomina ‘Plandemia’ en un rejuego lexicológico-, pues los seguidores de esas tesis afirman que la gripe es parte de un plan sionista para dominar al mundo. Entonces, el que Israel haya sido el primer país en reconocer el fracaso para controlar el rebrote y se adelante a encerrar nuevamente a su población hará estallar el cotilleo ‘conspiraoinco’.
Por lo pronto, en Europa hay histeria, como se dijo al principio, por la numeralia del rebrote. En Francia no dejan de sonar las alarmas porque se pasó de 6 mil a 10 mil casos de infectados de Coronavirus por día– 10 mil hubo el sábado y ayer domingo 7 mil 183-. Los decesos han alcanzado hasta 40 diarios, aunque en las últimas 24 horas solo se reportaron seis. En España diariamente se suman entre 7 mil y 12 mil nuevos infectados, en Reino Unido hasta 4 mil por día y en Italia la cifra llegó a mil 500.
El reconfinamiento judío pone nuevamente en la palestra lo que todos tratan de evitar: el momento en que se tenga que admitir el fracaso de las medidas para detener la nueva oleada de la pandemia y no hay otra opción que el enclaustrar a la población. Hay la sensación generalizada que se intenta agotar todos los recursos restrictivos para no llegar al temido re-encierro.
Por ejemplo, en Francia además del uso generalizado de mascarillas y el distanciamiento social, desde el pasado 9 de septiembre se inició la aplicación masiva de nuevas pruebas clínicas para detectar la Covid-19 de manera rápida. Estos análisis, llamados RTA (Test Rápidos Antigénicos) son similares a las llamadas pruebas moleculares o RT-PCR (Polimerasa de reacción en cadena) que detectan la presencia del código genético del SARS-CoV-2.
O sea, ubican su RNA -lo que sería el ADN en los humanos- y puede indicar en ese momento que la persona está contagiada e incluso antes de que presente los síntomas externos. Estos dos test tienen un alto grado de confiabilidad porque se detecta el genoma vírico y no los anticuerpos generados. Los RTA tienen además la ventaja de que su resultado está listo de 3 a 5 horas, a diferencia del RT-PCR que puede tardar hasta días.
En contraparte, las pruebas TRA o Test Rápidos de Anticuerpos, también llamados serológicos y que eran los más usados, detectan los anticuerpos que genera el organismo, pero son inexactos porque muchas veces estos se producen una vez que se superó el cuadro gripal. Entonces, si bien confirman que la persona tuvo Coronavirus, muchas veces no detecta el momento mismo en el cual la infección está activa.
El gobierno galo está aplicando masivamente esta nueva generación de pruebas rápidas y autorizó la liberación al mercado de los reactivos para que se puedan hacer en consultorios médicos particulares e incluso en las farmacias pues son de libre venta. El precio de cada test RTA y PCR oscila entre los 110 y 150 euros -2 mil 800 y 3 mil 700 pesos mexicanos-.
UNA MENTIRA EN ‘CACHITOS’
En México, el gobierno sigue rechazando la aplicación masiva de pruebas rápidas para detectar la Covid-19 aunque basados en la primera generación, los serológicos, y desestima los nuevos test. Obvio, lo hace a fin de no canalizar presupuesto para la compra de los reactivos y para evitar que se conozca en verdadera magnitud del contagio en el país. No hay que olvidar que la aplicación de test rápidos es uno de los instrumentos científicos para conocer la ubicación y la cantidad de infectados.
Lo que menos quiere la administración de Andrés Manuel López Obrador es que se conozca el mapa pandémico por lo que nunca va a destinar fondos para someter a la población al tamizaje vírico. Es más, en México se rinde culto a lo kafkiano, lo increíble, porque mientras las autoridades sanitarias ya pusieron casi todo el territorio nacional en ‘semáforo amarillo’ o sea, que la alerta epidémica está por levantarse, se superó la barrera de los 70 mil muertos y hay un acumulado de casi 700 mil infectados.
El lopezobradorismo ha desplegado dos distractores para que la opinión pública no reparte en el reguero de fallecidos: el debate a destiempo por una futura vacuna que no estará disponible hasta el próximo año y el engaño de la rifa del avión presidencial que es todo un entuerto. La aeronave que no es propiedad del gobierno federal, pero aun así la va a sortear, aunque no será el aparato no será el premio, sino que se repartirán sumas de 20 millones de pesos y quien se las gane está conminado a ¡donar el dinero al mismo gobierno!
Y como a unos días de la rifa -que será mañana 15 de septiembre- no se han vendido los boletos, se obligó a la burocracia a comprarlos y se ha llegado al grado de destinar 500 millones de pesos para eso mismo cuando el recurso se pudo transferir directamente al sector salud para enfrentar la emergencia sanitaria. López Obrador se enredó en su veleidad y el asunto terminó en una gran engañifa repartida en ‘cachitos’.
En Veracruz, el gobernante en turno, Cuitláhuac García además de chapeador de maleza, pintor de escuelas y sembrador de árboles, asumió el papel de voceador de la Lotería y anda promocionando la compra de los boletos para la rifa. Anunció que se enviaron ‘series’ a 46 hospitales públicos y todos los de su gabinete han comprados su respectivo “cachito”. No es broma, es la simulación de gobernar.
LAS TRES PESTES
En la víspera de la fiesta patria, las autoridades estatales han anunciado que no se realizarán eventos masivos el día 15 ni desfiles alegóricos al día siguiente, el 16, a fin de evitar aglomeraciones. Los tradicionales Grito de Independencia ahora serán virtuales, por transmisión web. Tampoco habrá veladas musicales y si acaso algunos fuegos artificiales para presenciarlos a la distancia.
Vaya, este tipo de situaciones en que es un peligro asistir a los eventos patrios y la suspensión de ceremonias tradicionales no se veía desde el 2008 cuando el crimen organizado perpetró un atentado en Morelia, Michoacán en la Noche del Grito y dejó 17 personas muertas y 132 heridas. En ese año se dispersó la sicosis en todo el país, incluyendo Veracruz donde muchos dejaron de asistir a las plazas públicas. Eran los tiempos de la fidelidad cuando el crimen tenía permiso abierto.
En años siguientes, a causa de la crisis de seguridad y violencia, en varios municipios veracruzanos se suspendieron las ceremonias del 15 de septiembre. Desde entonces ya no es seguro festinar la ‘noche libre’, mucho menos lanzar tiros al aire y ni siquiera hacer la francachela en la vía pública. Todavía el año pasado la violencia criminal obligó la cancelación del tradicional festejo patrio en varios ayuntamientos.
Ahora, la pandemia revive esos días de incertidumbre en la fiesta septembrina y como bien señala la Iglesia Católica, este año el grito será “de luto” por los saldos de la peste. En su comunicado dominical, la Arquidiócesis de Jalapa fue directa y cruda: “Lejos de ser una celebración familiar o de la comunidad como estábamos acostumbrados, es ahora un grito de luto y de dolor por las numerosas víctimas de la violencia y del mal manejo de la pandemia. Más de 72 mil muertos por causa del Covid-19 son una verdadera tragedia”.
“La estrategia de salud pública no ha funcionado, el recorte presupuestal en materia de salud ha cobrado muchas vidas. El país por lo tanto está de luto, las familias lloran a sus hijos, muchos hogares están heridos porque la muerte se ha llevado a alguno de sus seres queridos, la gente vive con mucho miedo, su rostro está marcado por el dolor y el sufrimiento. El país no se ha pacificado ni se ha domado la pandemia”, recalca.
En pocas palabras, la posición eclesiástica es un desmentido puntual al tabasqueño López Obrador que da por superada la pandemia y también le restriega que no ha cumplido su compromiso de apaciguar al país. No hay forma de desmentir al comunicado diocesano porque México -y Veracruz- está en situación calamitosa por tres pestes: el crimen, la pandemia y la “cuarta transformación”.