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El minutero

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EL FANFARRÓN
 

Ampuloso, sintiéndose protegido por el gobernante en turno pese a los desastrosos resultados en su encomienda, Arturo Bermúdez Zurita, titular de la Secretaría de Seguridad Pública no tiene medida al emitir declaraciones con el fin de  agradar al patrón y tratar de engañar a la opinión pública. Hace un par de días anunció pomposamente un blindaje en los limites,  norte y sur, de Veracruz para “impedir que los delincuentes se nos pasen (sic) desde Tamaulipas,  Tabasco y Michoacán vía Tabasco” y además presumió que pondrá un helicóptero en la frontera con Tamaulipas y otro en Tabasco.
 Se aprecia que Bermúdez Zurita no conoce la entidad –es defeño- la cual colinda con otras cinco entidades más: Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, Puebla y San Luis Potosí. ¿Por ahí no se podrán “pasar” los delincuentes?.  Así que ese parte de helicópteros no le alcanzará para detectar a los delincuentes cuando estén cruzando la frontera territorial si ellos fueran los migrantes “espaldamojada”  y su policía la Border Patrol gringa. Y fue más allá pues prometió  reforzará la seguridad en nueve ciudades: Jalapa, Córdoba, Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos, Las Choapas, Tantoyuca, Tempoal y Tampico Alto con elementos policiacos, coordinación y “operativos inteligentes”.
La cereza del pastel la puso con esta frase que sin duda habrá puesto a temblar a todos los criminales: “Los delincuentes no tienen cabida, estamos preparados para ello, estaremos atacando con toda la fuerza”. Es una fanfarronada,  no más, porque en realidad desde hace rato los delincuentes están en la entidad, haciendo de las suyas, y eso de los “operativos inteligentes” no los creen ni siquiera sus subordinados.  Bermúdez habla de actuar con habilidad e información derivada del trabajo de investigación – si es que a eso se refería con el pomposo terminó de “operativos inteligentes” – cuando en Jalapa sus gendarmes acaban de herir a balazos a un estudiante confundido con delincuente.
 Pero donde si se voló la barda y debió provocar una kilométrica carcajada entre los malosos fue con su  advertencia de que “cada delincuente debe estar teniendo miedo, escondiéndose de la policía, porque estaremos protegiendo a los buenos ciudadanos”. Vasto como es, se dijo orgulloso de que los policías a su mando están manteniendo “el Estado de Derecho y la paz” en Veracruz. Ya ni la burla perdona. Todos saben –y sufren- que la paz y la legalidad se perdió hace mucho en el estado y nada se hace por recuperarlos.
 Los dichos de Bermúdez Zurita son literalmente una burla a los veracruzanos pues son ellos, y no los delincuentes, los que se mueren de miedo y también sienten pavor de sus policías por lo que muchos prefieren esconderse de ellos. Es el mundo al revés ahora el ciudadano común no solo se debe de cuidar de los criminales sino también de la policía bermudiana. Y no se habla al garete porque se acumulan día a día las acusaciones contra los subordinados de Bermúdez que no solo abusan de su autoridad sino que estarían coludidos en asuntos delictivos.
¡También bastaría preguntar a los habitantes de las mismas ciudades que mencionó para corroborarlo que lo del blindaje y el reforzamiento son baladronadas. En Coatzacoalcos y Córdoba tiene más de un año operando el famoso Mando Único Policial y el saldo es calamitoso. Representantes empresariales, religiosos, obreros, magisteriales y organizaciones no gubernamentales coinciden en el fracaso del mismo y peor aún, en el aumento de secuestros, extorsiones, asesinatos y robos aún con el control policiaco en manos de Bermúdez.
 Lo más cuestionable del caso  es que le gobernante en turno no hace nada para atender el asunto pese a sus nexos afectivos con las dos ciudades. A Córdoba  la pregona como su terruño de origen y Coatzacoalcos, es el lugar donde radica la familia de su esposa. Las dos ciudades están postradas por la criminalidad y la ineficacia de su aparato de seguridad pública. ¿Si eso sucede en las ciudades de sus afectos, qué pueden esperar las otras regiones agobiadas por el mismo problema?. Poco o nada.
 Muestra de lo anterior son el puerto de  Veracruz y Jalapa, la capital del estado, donde las balaceras, asesinatos, extorsiones y robos con violencia son el pan de cada día. Aún así, mantiene a Bermúdez en el cargo y permite que emitan declaraciones burlándose de la inteligencia de los ciudadanos. Resumiendo, con la cátedra de estrategias policiacas que acaba de dar el funcionario aludido  se puede afirmar que la administración estatal pasó de las ocurrencias al impúdico fanfarroneo.
 
AD LIMINA
 
En asuntos divinos pero ligados al tema anterior, hay una información que no debe perderse de vista sobre todo si en México y Veracruz se tiene una población mayoritariamente católica y por supuesto, donde la iglesia es una especie de poder paralelo. Se trata de  la  visita de los obispos y arzobispos al Vaticano, llamada “Ad Limina Apostolorum”, es decir “A los umbrales de los apóstoles” pues los clérigos acuden a presentarse ante las tumbas de Pedro y Pablo –bueno, en realidad solo ante la  del primero que es la única de la que se tiene certeza que está bajo el altar principal de la Basílica de San Pedro-.
 Tal visita también es para rendir un informe quinquenal a pontífice romano sobre lo que sucede en sus diócesis y entonces se supone que los religiosos lo enteraron de la ola de muerte provocada por el crimen organizado. En su mensaje emitido el lunes pasado con motivo a la visita de los obispos mexicanos, el Papa Francisco, abordó sin tapujos la palabra “narcotráfico”, la cual fue ocultada durante muchos años por la Iglesia mexicana, sobre todo en eventos en el extranjero para evitar confrontarse con el poder político.
Hay que destacar que el mensaje del Papa más que para el pueblo mexicano fue para los pastores de los pastores, entiéndase  los obispos y arzobispos que tienen a su cargo sacerdotes y órdenes religiosas, y a ellos les patentizó que conoce de “su preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables”. A los mismos los instruyó para conectar el mensaje evangélico con su compromiso social para dar credibilidad a la Iglesia y relevancia a su voz. Traducción: que dejen de estar metidos en sus templos para ver lo que pasa afuera,  buscar a Cristo en el pueblo y defenderlo. “La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio”, dijo textualmente.
 Además les recomienda no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal y puntualmente  les exige –¿les sabrá algo a los padrecitos o les habló al tanteo?-  “despojarse de los oropeles de la mundanidad, del dinero y del poder”. Segunda traducción: que los ensotanados dejen de preocuparse por sus riquezas personales, su posición social, sus devaneos con los poderosos –políticos y gobernantes- y atiendan el quehacer pastoral. En eso se puede sintetizar el mensaje papal a los arzobispos y obispos mexicanos, y no es algo menor pues les recordó que son pastores, no potentados.
¿Quién ha visto un obispo a pie, sin vehículo lujoso y vistiendo pobremente?. Pocos y no en Veracruz sino en otras regiones del país donde, lamentablemente,  aquellos que dan ejemplo de sus votos de pobreza y opción preferencial por los más necesitados están en proceso de extinción. El mismo Vaticano se encargó de acosarlos y diezmarlos. Muchos recuerdan a Don Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas, a Don Sergio Méndez Arceo de Cuernavaca y a monseñor Arturo Lona de Tehuantepec, pero ellos ya no viven. Hoy están casi extintos los obispos de la opción preferencial por los pobres, si acaso se puede mencionar a Raúl Vera de Coahuila, como uno de los últimos sobrevivientes.
 En contraparte han proliferado como champiñones los obispos y cardenales acomodaticios al poder, que viven en palacios lujosos, están  cargados de oro, comen las mejores viandas y se la viven quemando incienso a los políticos y empresarios. Ejemplos abundan, Norberto Rivera Carrera, Juan Sandoval Iñiguez, Onésimo Cepeda –que muy frecuentemente viene a Córdoba a las comilonas de los encopetados- y Emilio Berlie. Ellos son todo menos pastores y todos ellos  mantienen un ominoso silencio ante el contexto de muerte por la incidencia del crimen organizado. ¿Alguien ha oído alguna defensa de ellos a favor de los asesinados y los desaparecidos?.
 Sin embargo, como la realidad es tan grave, se han alzado voces de algunos obispos que reivindican el papel de apóstoles al salir en defensa de sus rebaños que están siendo diezmados por los lobos. Así, es encomiable la postura del obispo de Apatzingán, Michoacán, Miguel Patiño Velásquez que denunció los crímenes de la mafia y también la colusión de políticos y gobernantes con ella. Es más, monseñor Patiño logró que el resto de obispos michoacanos se unieran a la denuncia pastoral sobre lo que sucedía en esa entidad. Y miren, el tiempo le dio la razón.
 Otro ejemplo, y hay que reconocerlo, lo dio el obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal –vaya, hasta coincide en apellido con el michoacano- que es quizá el único de los siete obispos veracruzanos que ha denunciado abiertamente lo que sucede en su diócesis agobiada por los secuestros, homicidios y extorsiones. Además, también salió en defensa de los activistas y del sacerdote de Amatlán de los Reyes, Julián Verónica, amenazados por quienes están interesados en el proyecto  hidroeléctrico sobre el río Blanco que provocará un ecocidio en la zona.  
 En esos dos temas, monseñor Patiño Leal ha sacado la casta de pastor, lo que no se puede decir de su homologo, el orizabeño Hipólito Reyes Larios, quien ostenta la representación de las siete diócesis veracruzanas al poseer el arzobispado de Jalapa. A ver si a su regreso de Roma el arzobispo Reyes Larios obedece las instrucciones papales, se arrepiente y cree en el Evangelio. Qué deje de pecar guardando silencio ominoso y vuelva a agarrar el cayado para defender a las ovejas de la jauría de depredadores.

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