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El minutero

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LAS ENSEÑANZAS

 De madrugada, a oscuras y en un lugar ajeno a su residencia oficial, los diputados federales aprobaron la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa que es una de las llamadas “leyes secundarias” de la Ley General de Educación impulsada por el copetón Enrique Peña Nieto. Se votó aún sobre las protestas multitudinarias de los maestros independientes -los del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), siguen escondidos desde que metieron a la cárcel a su lideresa Elba Esther Gordillo-, pero dicha ley todavía tiene un camino difícil para que llegue a ser aplicada.  Los maestros de las organizaciones no oficiales, entre ellos los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), mantienen y mantendrán a raya a los legisladores.

 Vaya,  al grado que con el plantón-bloqueo hecho a la Cámara de Diputados, los parlamentarios  tuvieron que huir hacia el Senado de la República y después hacia el Centro Banamex, donde terminaron sesionando sobre las rodillas,  “a salto de mata”, como se burlaron los parlamentarios del Partido del Trabajo (PT). Los mentores hicieron correr a los legisladores y sobre todo al poderoso Manlio Fabio Beltrones, ex gobernador de Sonora y uno de los que mueven los hilos en San Lázaro. Todos, como si fueran forajidos, esperaron las penumbras de la noche para sacar su ley, a la cual, como ya se dijo, le falta un buen trecho para ser aplicada pues aún cuando la avale el Senado y la publiquen en el Diario Oficial de la Federación, su vigencia será la declaración de guerra contra el magisterio. 

El escozor de esa legislación se basa principalmente en la disposición para evaluar a los maestros y despedir, sin respetar derechos laborales ni antigüedad, los que salgan mal calificados.  La propuesta no es mala, pero conociendo la aplicación de las leyes en México eso se convertirá en una farsa y una cacería de brujas. Con un buen soborno económico o la intervención de un líder priista se salvarán los maestros chafas y los que son disidentes y no priistas ni panistas, aunque sean excelentes educadores tendrán como destino la guillotina.  A lo anterior se suma el engaño de los parlamentarios y los funcionarios federales que prometieron incluir las propuestas de los sindicatos y no cumplieron. Así, las leyes secundarias de la reforma educativa llevan el sello total de los empresarios y de Televisa, a través de la agrupación Mexicanos Primero que pugna por la privatización de la educación.

 Por cierto, Mexicanos Primero es presidida por Claudio X. González Guajardo, hijo de Claudio X. Gonzalez Laporte, uno de los hombres más ricos de México, dueño de Kimberly- Clark y  socio de la empresa brasileña Odebrecht, que construye la hidroeléctrica El Naranjal, y sospechosa de estar detrás del asesinato del ambientalista Noé Vázquez Ortiz, nada más para que se den una idea de quienes se apoderarán del negocio educativo.  Por ello, es justa la  movilización nacional de los maestros y de ella se desprenden varias enseñanzas. La primera es que los manifestantes fueron capaces de hacer correr a los diputados que huyeron de San Lázaro y dos, que la protesta no finalizará, va para largo mientras que miles de alumnos están sin clases en el país.

 Obviamente la interrupción del ciclo escolar es lamentable pero su responsabilidad no es del magisterio sino del Gobierno federal y los partidos políticos que buscan desmantelar la educación pública y desechar derechos laborales de los educadores. Muchos tildan a los maestros disidentes de irresponsables, holgazanes y hasta vándalos -o desharrapados como les dijo una diputada panista- pero los más afectados por la aplicación de las leyes en disputa serán todos los mexicanos, especialmente los pobres. Las futuras generaciones se lamentarán no haber respaldado esta lucha pues llegará el día en que los que deseen estudiar tengan que pagar por hacerlo, cuando la escuela deje de ser laica, gratuita y obligatoria, como pretenden los políticos y empresarios. 

A nivel estatal, la enseñanza es que entre la clase gobernante no hay oficio político y ni siquiera prudencia ni mesura ante lo predecible.  Por ejemplo, los funcionarios estatales y líderes charros declararon a la prensa que en Veracruz no existía rechazo magisterial contra esa ley y que el presidente Peña Nieto debía estar seguro de que a nivel local todos apoyaban su reforma educativa, y horas más tarde, los maestros salieron a las calles y plazas públicas para protestar, además se suspendieron clases en decenas de municipios y unos tres mil mentores cercaron la sede del Congreso local en repudio a las leyes aprobadas a nivel federal.

 Los viejos zorros de la política han de estar carcajeándose de las pifias verbales de estos advenedizos del quehacer público y de los que no son nuevos pero si muy lambiscones para repetir las incoherencias del jefe. La regla de oro en esta disciplina es que es mejor no abrir la boca cuando no sabes y no quedar en rídiculo. Los sabios han dicho: “Es mejor quedarse callado y parecer tonto, que abrir la boca y confirmar que lo eres”… En fin, en todo esto de las protestas magisteriales y la necedad oficial también se corrobora el lema de guerra de los educadores que hoy están en las calles: “¡El maestro luchando, también está enseñando!”.

 

EL POETA MALDITO

 Y haciendo un reposo en medio de la vorágine noticiosa local se comparte un tema agradable. Siempre se ha dicho, y con justa razón, que París tiene dos caras: una, la que muestra al turismo internacional y la otra, aquella que se va descubriendo todos los días por los que deciden radicar allá. El París turístico muestra sus tesoros más esplendorosos que se convirtieron en iconos de la llamada Ciudad Luz como la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la avenida de los Campos Elíseos, el Museo de Louvre, la catedral de Notredame, la basílica del Sagrado Corazón, el río Sena y sus puentes así como el castillo de Versalles.

 El otro París, es el que se recorre con más tiempo y mucha calma -los turistas llegan con un frenesí terrible pues la consigna es ver mucho en poco tiempo- y ofrece una variedad enorme de tesoros arquitectónicos, naturales y culturales. Uno de ellos es la llamada Route Historique des Maison d’Écrivains (Ruta histórica de las casas de los escritores) que son las moradas donde habitaron celebridades de las letras francesas como Víctor Hugo, Emilio Zola, Alejandro Dumas, Gustavo Flaubert y Stéphane Mallarmé. Todas ellas ubicadas en París y las villas que lo rodean. De los países europeos, sólo Francia ha logrado junto con particulares, los ayuntamientos y el gobierno de la república, conservar y promover turísticamente un inventario de 185 casas donde vivieron intelectuales y artistas. 

Las hay de todo tipo, desde la casa-hotel donde vivió Victor Hugo en el barrio parisino de Marais, que hoy es un museo obligatorio a visitar -y donde escribió parte de su obra célebre Los Miserables- hasta el castillo de Monte Cristo donde radicó Alejandro Dumas y obviamente casas modestas pero no menos interesantes que habitaron otras glorias de la literatura. Realizar la “Ruta histórica de las casas de los escritores”, que comprende 17 viviendas en París y sus alrededores, es una forma de cultivarse al conocer los sitios donde los escritores se inspiraron para redactar muchas de sus obras que hoy son baluartes mundiales de la literatura.

 Uno de ellos, Stéphane Mallarmé es considerado el Príncipe de los Poetas franceses, pues su producción simboliza la poesía moderna. También es el más conocido de los llamados Des Poètes Maudits (Los Poetas malditos), terminó acuñado por el también poeta francés Paul Verlaine, y que se refiere a todos aquellos literatos que en su momento fueron despreciados por sus contemporáneos, y pese a que fueron genios, vivieron vidas modestas, algunos con sufrimientos por la miseria y muchos con finales trágicos.  Todos ellos fueron bohemios,  muchos formaron clubes con otros artistas -pintores, escultores, compositores- para compartir experiencias y debatir sobre las letras y la política. También recurrieron al hermetismo frente a una sociedad que no los comprendía y por ello, Verlaine decía que eran malditos en medio de un mundo que nunca los mereció.

 Es más, muchos se convirtieron en glorias nacionales e internacionales hasta  después de sus muertes,  ocurridas muchas de ellas en medio del olvido y la pobreza. Vaya, como sucede en todo el mundo.  Mallarmé tiene obras preciosas, entre ellas Brisa Marina, Herodías, El atardecer de un fauno y su obra maestra, Un coup de dés jamais n’abolira le hasard (Un golpe de dados jamás sustituirá al azar) que devino en el símbolo de la poesía moderna en el país galo, aún cuando fue publicado en 1914, dieciséis años después de su fallecimiento. Pues bien, una de las moradas más bellas en esa ruta es la de Mallarmé que se localiza en un pequeño poblado llamado Vulaines-sur-Seine, ubicado al sur de París, precisamente en las márgenes del río Sena y frente al bosque de Fontainebleu. 

La vivienda ni es lujosa ni extravagante sino al contrario sencilla pero contienen la esencia del entorno del poeta que la vivió junto con su esposa y su hija. Mallarmé no fue un intelectual orgánico, es decir, nunca vivió a la sombra del poder ni beneficiándose de los poderosos. Siempre tuvo una vida modesta y sobrevivió haciendo traducciones del inglés al francés cuando sus escritos propios no eran tan valorados. Su  vivienda conserva sus muebles originales pero lo más bello es el jardín que la rodea pues todavía conserva las plantas que procuró Mallarmé: árboles frutales, rosales y enredaderas. Es sus memorias, el escritor decía que todas las mañanas salía a dar el “baño a las flores antes de bañarme yo mismo”.

 Los asistentes a la casa-museo pueden pasearse por el jardín y sentarse en el rincón preferido del poeta, bajo una especie de carpa natural formada por las copas de manzanos y ciruelos cuyas ramas retorcidas caprichosamente se entrelazan para dar sombra y frescor a esa esquina. Frente a la casa se extiende el río Sena con parvadas de cisnes salvajes que nadan sobre sus aguas. Entre las contribuciones filosóficas para los artistas, Mallarmé decía que era necesario para “no pintar la cosa sino el efecto” pues eso es lo esencial de todo. Del quehacer literario señalaba que “escribir es poner negro sobre blanco”, y agregaba que  “el pensamiento es donde las palabras deben dormir mucho tiempo con el fin de nacer nuevas y puras”.  

 Del ser humano opinaba que “sólo somos inútiles formas de la materia pero eso sí, bien sublimes” y de los gatos, sus animales preferidos, dedujo que “son seres hechos para almacenar caricias”. El poeta maldito vivió en Vaulines hasta su muerte, ocurrida en 1898 y su sepulcro se localiza en el mismo poblado, en el cementerio Samoreau, también al borde del Sena. “Todos tienen un lugar natal pero yo he adoptado Valvins (así le llamaba al poblado)”,  y  se quedó para siempre en esa pequeña villa. En fin, es una delicia estar en estos sitios que alguna vez ocuparon genios de la letra y la palabra,  y obvio, también compartir la experiencia con los amables lectores.

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