Por: Andrés Timoteo / columnista
VIENE LA CARAVANA
Ni pandilleros de la Mara Salvatrucha ni delincuentes ni terroristas, simplemente son personas que migran por necesidad, asegura el embajador de Honduras en México, Alden Rivera Montes, en referencia a la Caravana de Migrantes que avanza hacia la frontera Norte y que pasaría por Veracruz, según dijo.
De acuerdo con el diplomático, la ruta de esa Caravana –a la que también se han incorporado guatemaltecos y salvadoreños- tocará además del estado de Chiapas, a Oaxaca, Veracruz y Tamaulipas, pues pretende ingresar a los Estados Unidos por el paso fronterizo de la ciudad de Mc Callen, Texas.
No se ha confirmado, como se decía en el texto pasado, si abordarán el ferrocarril del Sureste -llamado “La Bestia”- para avanzar rápidamente o en su caso lo harán caminando. En el caso de utilizar el tren, entonces la Caravana tocará municipios de la zona Centro, entre ellos Córdoba, Orizaba, Río Blanco y el resto del corredor fabril por donde atraviesa la vía ferroviaria.
Los caminantes centroamericanos requerirán de la solidaridad de los veracruzanos. Es necesaria la generosidad de todos para proveerlos de albergues, alimento y asistencia médica, aunque eso no será suficiente. México -entiéndase sus gobernantes y legisladores- también les debe brindar una defensa solidaria frente al colérico presidente estadounidense, Donald Trump, quien va de una amenaza a otra para obligar para que sea atajada la Caravana.
Ya amenazó con cancelar el nuevo tratado comercial recientemente firmado y que sustituyó al TLC, con mandar a la Guardia Nacional a la franja fronteriza y ahora amaga con cerrar la frontera con México para que no pase nadie, ni los migrantes indocumentados ni los que tienen visa oficial para acceder al vecino País.
Los nuevos malabares es acusar a los caminantes centroamericanos de ser terroristas islámicos o estar financiados por el Gobierno del venezolano Nicolás Maduro, a fin de desestabilizar a Estados Unidos. Vaya sandeces. No obstante, esos señalamientos son parte de la campaña mediática para desacreditarlos.
Se les pretende vestir como agentes de un Gobierno hostil para los Estados Unidos y estar infiltrados por el grupo terrorista Estado Islámico para justificar cualquier exceso contra ellos. Trump agregó que en medio de la Caravana “vienen terroristas del Medio Oriente”.
No hay que olvidar que el calificativo “terrorista” es de cuidado cuando viene del Norte, pues ubicar a alguien en esa categoría es hacerlo blanco de todos los recursos para “neutralizarlo”, incluyendo el militar.
También en la geopolítica, la Caravana de Migrantes se enmarca en un momento coyuntural para Estados Unidos que tiene elecciones legislativas el próximo 6 de noviembre. Ante el riesgo de una debacle del Partido Republicano, Trump usa el tema de los migrantes reviviendo los señalamientos de que no sólo ingresan ilegalmente a su País, sino que son delincuentes y le roban los empleos a los norteamericanos para azuzar al electorado, a fin de que sufrague por los que se oponen a ellos.
Ahora con el señalamiento de que los migrantes en Caravana son “enviados de Venezuela” y potenciales terroristas, busca elevar la ira la xenofobia popular para que se traduzca en votos por los Republicanos y evitar el riesgo de que pierdan la mayoría en la Cámara de Representantes, como se ha vaticinado. De esta forma, la Caravana de Migrantes es también un distractor de Trump para desviar la atención pública de su desempeño como Mandatario que afecta a los candidatos republicanos a cargos legislativos.
En días pasados, abiertamente culpó al Partido Demócrata de ser responsable de los hondureños que vienen en caravana, pues ha pugnado por la “frontera abierta” y se ha negado a avalar sus propuestas contra la migración indocumentada. Así, la intención es sustituir el voto de castigo -para ello- por el voto del odio -contra los competidores-.
A los mexicanos no se les debe olvidar que el Mandatario estadounidense ya calificó a nuestros migrantes como delincuentes y terroristas, y hoy lo hace contra hondureños, guatemaltecos y salvadoreños en marcha. Ayudarlos en su paso por nuestro País es una forma de repudiar y resistir al xenófobo gobernante gringo.
SECRETARIO VERACRUZANO
Rompiendo la ortodoxia de respetar las sugerencias de las cupulas militares, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, designó como titulares de las secretarías de la Marina Armada (Semar) y de la Defensa Nacional (Sedena) a dos mandos que no figuraban en la burbuja burocrática de la milicia.
Se trata del general bajacaliforniano Luis Crescencio Sandoval González, que está a cargo de la Cuarta Región Militar que comprende los estados de Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí, y del almirante xalapeño José Rafael Ojeda Durán, quien es contralor general de Marina. Ninguno forma parte de la alta burocracia militar y por ende ni la élite estrecha del llamado Estado Mayor.
Lo anterior significa que López Obrador no cedió a las exigencias de la cúpula castrense, se decidió por dos militares ‘de campo’ y tales nombramientos delinean un cambio en la relación del Gobierno Federal con la milicia o al menos con la jerarquía castrense. La definición de esas dos posiciones es de suma importancia, pues ambas secretarías son los pilares de la lucha contra el crimen organizado.
También sus responsables facilitarán o bloquearán -según sea el caso y los intereses- la nueva estrategia para pacificar al País, en la que ambas dependencias cambiarían de encomiendas porque si bien los militares no regresarán a los cuarteles –como lo había prometido el tabasqueño- si se integrarán en un Mando Único nacional y a mediano plazo se ocuparán de cuestiones de seguridad interna más que de labores policiacas.
El plan integral de seguridad pública combate al crimen organizado y pacificación del País no se ha dado a conocer aún, pero del mismo tendrán una responsabilidad medular los dos secretarios designados. Y claro, en el caso del almirante Ojeda Durán, es el primer veracruzano que formará parte del primer nivel de Gobierno a partir de diciembre -y el único, hasta la fecha, porque la futura secretaria de Energía, Rocío Nahle, actual senadora por Veracruz, es advenediza, su origen es zacatecano.
LA AGENDA PRO-DUARTE
Después de la minúscula sentencia que le fue dictada al exgobernador Javier Duarte de Ochoa por delitos del orden federal, ahora viene la estrategia para desmontar los expedientes judiciales abiertos en el Estado. Para ello se necesario eliminar al obstáculo llamado Jorge Winckler Ortiz, el actual fiscal general y que se interpone para que la nueva Administración Estatal le garantice impunidad a Duarte de Ochoa.
En diversas entrevistas que ha dado el próximo secretario general de Gobierno, Patrocinio Cisneros Burgos, lo ha dicho sin empacho: que Winckler pague lo que no pagó Duarte. Es decir, buscan trastocar el orden de las cosas al castigar a quien está a cargo de las pesquisas contra el exgobernador. El mundo al revés, pero tal es la agenda pro-Duarte.
Desde el pasado fin de semana Cisneros se enfrascó en una diatriba con el mismo Winckler Ortiz en Tuiter. “Que busque un abogado porque vamos por él”, dijo Cisneros. “Que me amenacen por procesar a Duarte es un honor”, dijo el Fiscal, burlándose de los amagos. Sin embargo, el que, se supone, conducirá la política interna de Veracruz es demasiado palmario en su actuar.
Vaya, no se preocupa si quiera por disimular la intención de beneficiar al exGobernador. “No nos vamos a perder en el tema de Javier Duarte, vamos a buscar primero fincarle la responsabilidad a este señor (Jorge Winckler) y lo que no pudo pagar Javier Duarte se lo vamos a fincar a este señor”, ha dicho Patrocinio Cisneros.
Ante tal rusticidad y sombrerazos no alcanza para asegurar un éxito legal para remover al Fiscal. Dice, por ejemplo, que pedirá al Congreso Local que lo investigue por “cientos de miles de quejas” que han recibido en su contra y porque “se dedica a buscar perritos en lugar de buscar personas”. Si lleva esos argumentos al tamiz jurídico, entonces por más malabares que hagan los diputados de Morena no lograrán fincarle responsabilidad y más si los legisladores de su partido que llegarán a la legislatura son tan limitados como los actuales.
Del otro lado del cuadrilátero está el burlón fiscal que con un par de tuits hace enloquecer al segundo hombre que tendrá más poder en Veracruz a partir de diciembre -bueno, en realidad será el Gobernador de facto, ya que García Jiménez sólo se dedicará a dar las declaraciones que le instruya y a cortar los listones-. Sobrado, Winckler Ortiz se ríe de sus retadores, pero lo hace sobre el terreno siempre resbaloso de los políticos vengativos y dispuestos a todo.
Por supuesto que también es obvio el pronóstico: si los futuros legisladores encuentran un asidero legal para proceder a la destitución del Fiscal, el caso terminará en los tribunales federales, pues éste argumentará la violación a la autonomía de la institución y el juicio tardará meses. Si ganan los morenistas, Winckler será destituido y tal vez procesado judicialmente.
Si pierden, será un ridículo atroz para el Congreso Local y el Gobierno de García Jiménez, que tendrá que soportar a Winckler durante todo su sexenio y será, como dicen los abuelos en el pueblo, “un grano en el trasero” que no los dejará sentarse cómodamente.
Sin embargo, más allá del espectáculo mediático y de la guerra legislativa y jurídica que vendrá, hay algo muy grave en lo que deben reparar todos los veracruzanos: la intención manifiesta -más bien descarada- del Gobernador entrante y de su Secretario de Gobierno para dar impunidad a Javier Duarte, el gran ladrón.
Ellos pretenden cumplir ese pacto suscrito con el exgobernante, retorciendo todo lo que se pueda retorcer para no perseguirlo judicialmente. Los nuevos gobernantes irán a la batalla legal no por los veracruzanos sino por Javier Duarte. De ese tamaño es el pacto.