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El minutero

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LOS PACTOS

 México tiene una historia larga en eso de los pactos firmados tanto en materia política como económica. Desde la crisis de hace cinco sexenios se hablaba de un “precio pacto” en productos de primera necesidad pues había un acuerdo entre el gobierno y los empresarios para controlar el precio de la canasta básica. Nunca funcionó y sólo se administraba la crisis y la inflación. Luego vinieron otros pactos que también terminaron en la nada. A nivel estatal, en el sexenio pasado, el ex gobernante que no debe ser nombrado, se inventó tres “pactos” que sólo sirvieron para su lucimiento pues no se cumplió ni una coma de ellos.

El primero fue en el 2005 cuando llamó al Pacto para la Gobernabilidad con el fin de tratar de legitimarse después de su cuestionado arribo al poder. Sedujo -a billeteros- a los líderes de los partidos políticos de oposición bajo la supuesta promesa de “cogobernar” pero el único fruto que rindió fueron las fortunas personales que amasaron los líderes políticos, entre ellos Alejandro Vázquez  Cuevas, de Acción Nacional que después se convirtió en el panista más fidelista en la historia de Veracruz. En el 2008 acarreó a los mismos líderes partidistas y hasta empresarios y religiosos a firmar el llamado “Pacto por la Seguridad de los Veracruzanos”.

Dicho acuerdo contemplaba diez líneas de acción para que hubiera “cero tolerancia” hacia la delincuencia organizada. Fue una burla pues el mismo no sirvió de nada: la inseguridad creció exorbitantemente  -secuestros, balaceras, amenazas, robos y extorsiones con el supuesto permiso del mandatario estatal, según se ha ventilado- y la heredó a su sucesor. Y en el 2009, ante la recesión económica del país, el entonces gobernante llamó a los mismos de siempre a firmar otro acuerdo al que bautizó como “Pacto de Productividad, Empleo y Seguridad”. Fue la misma tomadura de pelo porque ni creció la productividad ni aumentó el empleo ni disminuyó la delincuencia.

Ayer en Xalapa se firmó el primer pacto del actual sexenio que instala la llamada Comisión Plural Estatal para la Preservación del Entorno Político de Equidad de la Competencia Electoral, a unos días de que comiencen formalmente las campañas electorales. Aunque mediáticamente se le ha querido llamar “Pacto por Veracruz”, el acto protocolario sólo es el addendum que se hizo al Pacto por México tras el escándalo desatado por la difusión de videos en los cuales funcionarios estatales y líderes priistas planeaban usar los programas de la Sedesol para obtener votos a favor de los candidatos del Revolucionario Institucional.

¿Se cumplirá este acuerdo a nivel local? Los expertos señalan que Veracruz estaba obligado a firmarlo pues fue el detonante de la polémica que hizo tambalear al Pacto por México del copetón Enrique Peña Nieto,  por ende estaría obligado a cumplir sus condiciones. En la realidad muchos dudan que este pacto vaya a tener vida prolongada pues la rebatiña por las diputaciones locales y en especial por las alcaldías será de pronóstico reservado. Ya de plano en la aldea le hubieran agregado la prohibición de usar lodo en cantidades industriales que es lo que abunda en estos comicios y antes del 7 de julio, todos nadarán en pantanos pestilentes.

 

HOMO VIDENS

 

“Si no está publicado -en la prensa-, nunca sucedió” era la frase que dominó el último siglo cuando la actividad periodística como recopiladora y expositora de sucesos había superado a la de los historiadores que durante dos mil años fueron los encargados de guardar la memoria de las civilizaciones humanas. Hoy en día el mundo es distinto y todo apunta, según los expertos, a que la frase también evolucionará para adecuarla así: “si no está en internet, no existe”.  Las supercarreteras de la comunicación están dominando una buena parte de la opinión pública, especialmente a través de las webs informativas y las redes sociales.

Se prevé que a mediano plazo se consolide la profecía del llamado “Homo Videns”, es decir, el “Hombre-imagen”, sujeto a la tecnología audiovisual de manera personal pues las computadoras y los teléfonos inteligentes -smarthphones- serán el contacto principal al exterior, tanto con amigos como con el trabajo y el resto de la sociedad. El hombre vivirá el “mundo globalizado” desde un pequeño dispositivo y éste dominará su vida.  Hoy estamos en un mundo donde las personas ya no tienen “amigos” sino “contactos” en las redes sociales y donde los juegos devinieron en “video-juegos”, donde la práctica social de ir al cine se reemplaza por el sillón y una pantalla de alta resolución, y la charla en un parque público o en una cafetería es sustituida por las charlas virtuales o videochats, considera el semiólogo argentino Gonzalo Santos. 

Por lo tanto, dice, hay una sociedad teledirigida y se habla del surgimiento de un nuevo tipo de homínido, el Homo Videns. Este “hombre-imagen, hombre que ve, que visiona, que utiliza el hipertexto cibernético en el que cree ver todo, terminan no viendo nada”, sostiene el académico. La vorágine del internet destapó muchas posibilidades pero también podría atrofiar otras tantas, especialmente en el proceso educativo pues las nuevas generaciones ya no generan pensamiento propio, todo lo encuentran en el internet, ya no escriben con observación de la ortografía, la gramática y la sintaxis pues las computadoras y teléfonos corrigen automáticamente sus textos.

En el peor de los casos, esos los textos no rebasan los 140 caracteres -como es el caso del Twitter- y la escritura en ellos es tremendamente errática. Las palabras se contraen ridículamente y las ideas también. La belleza del lenguaje se sustituye por el ahorro del espacio y el aprovechamiento de pequeñísimos textos para dar ideas que la mayoría de las veces están mutiladas y son gramaticalmente horrorosas. Así se están enseñando a escribir los jóvenes, con palabras cercenadas. Santos acota que también “con la irrupción de estas nuevas tecnologías y procesos comunicativos se ha entrado en una cultura digital e iconófila que ha ido atrofiando los mecanismos cognoscitivos con los que el Homo Sapiens, desde la invención de la escritura, se apropió del conocimiento. Hoy es usual, incluso en la escuela, reemplazar la palabra escrita, el texto, el verbo, por una imagen, o sucesiones de imágenes, que pretenden suscitar el mismo significado aunque con significantes icónicos, como si todo fuera traducible”.

Ante ello, la incógnita y reto son para los procesos educativos radican en la posición que adoptará la escuela tradicional, si ésta se encaminará hacia el aprendizaje individual -pero también alienante- de netbooks, de la temible conexión igualitaria, o tratará de recuperar los retazos de empatía que han quedado cubiertos entre alfombras de fibra óptica, entre ceros y unos.  De la respuesta a esta pregunta, lanzada como quien arroja una botella al mar, tal vez dependa el futuro de toda una nación y, más aún, de la humanidad”, concluye el semiólogo y catedrático de la Universidad de Buenos Aires.

 

LA POBREZA DIGITAL

 

La reflexión anterior viene a colación porque el pasado 17 de mayo se celebró el Día Mundial de Internet, que este 2013 coincide con los veinte años de que fue lanzado -en abril de 1993- el dominio público WWW (World Wide Web)-  Pese a las dos décadas que han derivado en progresos que antes sólo eran temas de ciencia ficción, para la mayoría de los pobladores del mundo el tener una computadora personal, un teléfono inteligente o navegar en el océano cibernético, todavía es cosa de fantasía pues siguen sumergidos en la llamada “pobreza digital”.  En el mundo, de acuerdo a las cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hay 4 mil 500 millones de personas que no tienen acceso a la red y por ende, están condenadas a la exclusión del devenir mundial.

Sólo el 39 por ciento de las personas en el planeta pueden conectarse al internet. En Estados Unidos y Europa el 75 por ciento de los habitantes tiene acceso a la web mientras que en países africanos, latinoamericanos y asiáticos apenas el 16 por ciento de los pobladores conoce esta tecnología. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), México  está rezagado en la llamada sociedad de la información y lo aventajan naciones como Chile y Brasil. Actualmente en nuestro país sólo 35 millones de personas tienen acceso a la internet y 70 millones son “pobres digitales”, obviamente eso marca un derrotero en cuanto a la influencia de la web para impulsar la educación, el desarrollo e incluso la incidencia de los pobladores en decisiones gubernamentales. 

No hay que olvidar que desde el 2012 se marcó un hito en el uso de las de redes sociales -Twitter,  Facebook, portales informativos y foros- porque desde ahí incidieron en cuestiones electorales.  

El movimiento estudiantil  #YoSoy132 se basó en ese instrumento de forma eficaz y en este 2012, los tuiteros y feisbukeros se anotaron un éxito al lograr que fuera destituido el director de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Humberto Benítez Treviño luego de un caso de abuso de autoridad y tráfico de influencias generado por una de sus hijas, lo que desató un remolino en las redes sociales, sólo por citar un ejemplo de la influencia que puede alcanzar la opinión pública en estas carreteras digitales.

Aún con ello, el  internet en México sigue siendo incipiente pues a excepción de las grandes ciudades, el resto del país está aislado de tal esquema.  La “pobreza digital” es conveniente para los gobiernos porque al mantener a los pobladores en abstinencia tecnológica e informativa se controlan también sus decisiones -entiéndase votos, protestas y condenas populares-. De ahí que muchos intentan administrar la “pobreza digital” como control de masas. Y otros de plano le tienen tanto miedo que atacan directamente a los usuarios de la web para tratar de amordazarlos, evadir críticas y evitar que sean desnudados públicamente. Son ese tipo de gobernantes que añoran la edad de piedra, coinciden los expertos.

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