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El minutero

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MALA FAMA AJENA

Esta semana se realizaron las asambleas locales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para oficializar a sus candidatos a las alcaldías. El parto será difícil, no porque haya problemas para ungirlos como “candidatos de unidad” sino porque hay dos situaciones particulares que complicarían las cosas a la hora de atraer el voto. Una, la menor,  es el ensayo con la postulación de abanderados que en cierta medida son ajenos al priismo tradicional, tan desprestigiado y odiado por los ciudadanos, y la otra, la más peligrosa, es el cúmulo de desprestigio de los alcaldes actuales y sus antecesores. La mala fama ajena será su principal escollo.

La nominación de personajes no ligados a la grilla tradicional del tricolor se dio en los ayuntamientos de Córdoba, Fortín de las Flores, Veracruz y Boca del Río, por citar a los más representativos. Allí el PRI le apostó -en lo que es casi un golpe de timón para romper la inercia de los llamados “políticos de siempre”- a empresarios alejados del perfil tradicional de los políticos de siempre. Los postulados ni fueron matraqueros ni jilguerillos del tricolor -es decir, no empezaron su carrera política echando porras ni lanzando discursos como se acostumbra en el quehacer partidista tradicional- pero tampoco son parte de los improvisados que llegan con la mesa puesta a servirse del poder y del dinero público, según se ha dicho.

No hay que olvidar que en el sexenio de la fidelidad nació una camada de NiNis y ÑoÑos que fueron entrenados para robar, muchos de los cuales hasta la fecha siguen en cargos públicos y otros están con candidaturas para seguir incrustados en el erario. En Córdoba, por ejemplo, la candidatura de Salvador Abella viene a romper el monopolio de los priistas grillos sobre los cargos de elección popular.  Después de los nueve años -el “Novenario Terrible”, según le llaman- que los cordobeses tuvieron que soportar al terrablanquense Francisco Portilla y a Juan Lavín en el poder municipal,  nadie duda que la candidatura de Abella es algo diferente.

Lo malo para el empresario recién nombrado como candidato formal es la estela de latrocinios y abusos que dejaron los dos ediles recientes. Ya se había dicho, tendrá que remar a contracorriente para revertir el enojo ciudadano por las desastrosas administraciones de Portilla y Lavín. Y el lograrlo dependerá en buena medida de su discurso que lo desligue de ellos y de la gente con la cual se rodee. De ahí la urgencia de que ponga distancia de Portilla Bonilla, que ahora busca por enésima vez convertirse en diputado local, para que no lo contamine de desprestigio. ¿Qué pensarán los votantes si lo ven haciendo campaña al lado de ese personaje que va de brinco en brinco para seguir viviendo del erario, que nunca ha cumplido sus compromisos ni se ha distinguido por su honestidad?

La mala fama de los ediles precedentes será la peor carta de los candidatos priistas y el mejor aliado de los opositores. En el caso de Fortín de las Flores las cosas van por el mismo camino, pues ahí el empresario Armel Cid de León Díaz, no sólo tendrá que lidiar con la sombra perversa de César Torrecilla Ramos, impulsado por la fidelidad y saqueador del municipio,  sino también  con la de su sucesor, el alvaradeño Carlos Junco. El ahora abanderado a la comuna pregona que tiene “una hoja de vida limpia” y que es el “mejor momento de Fortín de Flores”.

A lo primero se le puede conceder el beneficio de la duda aunque los que se meten a hacer política partidista se colocan en una vitrina para que los revisen totalmente y nunca faltan los “pecadillos” que van surgiendo pero lo segundo es cuestionable pues no se le puede llamar un “mejor momento” cuando el municipio registra quizá la peor crisis de su historia especialmente en cuestiones financieras y de seguridad pública. Son las dos herencias envenenadas con las que tendrá que lidiar León Díaz.

En el puerto de Veracruz está postulado Ramón Poo Gil, heredero de la cadena de Tiendas Contino, y pese a ser hijo del ex alcalde priista, Gerardo Poo Ulibarri, no estaba ligado directamente a ese partido. Hasta hace algunos meses, Poo Gil se dedicaba a su empresa, ajeno a la grilla partidista. Ahora llega con un dejo de aparente unidad entre los tricolores pero con una carga enorme de mala vibra, mala leche y mala fama de sus predecesores: la actual alcaldesa, Carolina Gudiño Corro y el ex alcalde Jon Rementería Sempé.

Durante su toma de protesta como candidato, realizada el miércoles, hubo manifestaciones de repudio de decenas de priistas, no contra él sino contra la dirigencia de su partido en el municipio. Ese es otro escollo que enfrentará, la arbitrariedad con la que se conduce Rosa María Jácome, la líder municipal y ex síndica del ayuntamiento en tiempos de Rementería. No hay que olvidar que esa señora además de haber amasado una fortuna con el cacicazgo que mantuvo como dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Salud, también fue el “caballito de batalla” del ex gobernante estatal, el innombrable, durante el trienio pasado.

Entre la oaxaqueña Gudiño y la fidelista Jácome hacen un “sandwich” pérfido que aprisiona a Poo Gil e indudablemente le alejarán votos incluso entre los mismos priistas. Las encuestas señalan que Gudiño tiene el más bajo nivel de aceptación por parte de los porteños, rebasando ya  al odio popular que en su momento acumuló el panista Ramón Gutiérrez de Velasco -hoy candidato a una diputación plurinominal-, considerado como uno de los peores alcaldes que han sufrido los jarochos.

Pero el que podría  “bailar con la más fea”, según todos los pronósticos, es el empresario Sergio Pazos Navarrete, el único que antes de ser nominado como abanderado priista estaba en el organigrama estatal como director de la Oficina de Visitantes y Convenciones (OVC), aunque eso no es lo más negativo.  Lo peor es que es inminente que saldrá trasquilado con el llamado “Video-escándalo” pues aparece y  lo mencionan en toda la trama de la mapachería que se preparaba para usar los programas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

El pronóstico electoral para Pazos es negro, no solo porque se cocinan las denuncias en su contra para inhabilitar su nominación sino porque hay una manada de roedores tras de sí que lo contagian de mala fama. En un principio intentaron limpiarle el camino retirando a Salvador Manzur de la alcaldía -y para alejarlo de allí lo nombraron titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan)- con el objetivo de que su desastroso desempeño edilicio no lo afectara y miren: ¡¡salió más caro el caldo que las albóndigas!!, porque el edil con licencia encabezó, con micrófono en mano, el  aquelarre mapachil llamado a lucrar con los programas de Sedesol a los que llama “oro molido”. Por eso, de esos cuatro candidatos-empresarios el único que tendría la derrota asegurada es Pazos Navarrete.

 

NACIDOS PARA PERDER

Siguiendo con el tema electoral, la polémica de los últimos días -si así se le quiere llamar porque en realidad era algo ya cantado- es la renuncia al Partido Acción Nacional (PAN) del cordobés Juan Carlos Castro y del porteño Julio Saldaña Morán porque no les otorgaron la candidatura a las alcaldías de sus terruños. Castro Pérez asegura que se va del blanquiazul y se lleva toda la militancia que lo sigue, es decir,  34 personas. No es una desbandada pero si sirve como golpe mediático aunque poco impacte al panismo.

¿Habrá alguien que en realidad considere a Juan Carlos Castro, era un activo importante en ese partido? Siempre ha sido beneficiado económicamente por Acción Nacional y desde que llegó al cargo más importante que ha tenido,  la diputación,  comenzaron a rondar las versiones de que era subsidiado por el priismo. Ahora anuncia que será candidato de Alternativa Veracruzana (AVE)  a la alcaldía cordobesa, postulación que le negaron en la cancha azul. Sin duda el señor se encamina al triunfo pero financiero, no electoral.

Un casi más patético es el de Saldaña Morán que ha sido regidor, diputado local y  federal, y dos veces candidato a la alcaldía porteña por Acción Nacional. De ser un humilde campesino que ordeñaba vacas, según sus biógrafos, pasó a vivir en el exclusivo fraccionamiento Costa de Oro en Boca del Río y a viajar en una limosina BMW. Los panistas no le dieron la tercera nominación a la alcaldía y optó por hacer el último negocio de su carrera política: convertirse en candidato del Partido de la Revolución Democrática -o más bien, el Partido de la Revolución Fidelista (PRF)- al ayuntamiento jarocho.

El proyecto es restarle votos a la oposición pues un triunfo por las siglas perredistas es una quimera. Por tales nominaciones a las alcaldías de Veracruz y Córdoba, Saldaña y Castro habrían cobrado cifras de muchos ceros, lo que confirma que ambos serán perdedores políticos -algunos los apodan como “Los nacidos para perder”-  pero nadie les puede debatir de que son buenísimos para el billete.

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Elec Torero

Roba, escapa y se lesiona