LA INERCIA
¿Es el karma?, ¿el destino?, ¿los chacras mal acomodados?, o ¿cómo dicen las abuelas, castigo de Dios? Nadie sabe pero el gobierno del cordobés Javier Duarte de Ochoa va de pifia en pifia, “de yerro en yerro”. Se le hace bolas el engrudo y no le cuaja ni la gelatina. Todo lo que el mismo gobernante presume, las acciones tanto suyas como las de sus subordinados, lo desmienten a las pocas horas. A los lectores les basta un pequeño análisis para comprobar lo anterior: no hay semana que no estalle un escándalo que repercuta a nivel nacional e internacional.
Las cuñas en su gestión son la seguridad pública, la libertad de expresión y el manejo de los dineros, y en las tres la administración duartista no solo está reprobada sino exhibida ante la opinión pública. Cuando no los pescan con maletas voladoras llenas de billetes, los captan en videos haciendo mapacherías. Presumen una policía “acreditable” y la misma se ve involucrada en secuestros y homicidios. Alardean de que se garantiza la libertad de prensa y hay nueve periodistas victimados y cuatro desaparecidos, el más reciente Gregorio Jiménez de la Cruz, que permanece secuestrado desde el 5 de febrero.
Este último caso hace que Veracruz se reafirme como uno de los sitios más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, según coinciden todas las agrupaciones internacionales. El gobierno de Duarte de Ochoa no todavía no logra reaccionar ante el plagio del periodista cuando en Acayucan los efectivos de la Policía estatal arremetieron a golpes contra otros comunicadores que se manifestaban exigiendo la aparición del colega. Los golpeadores fueron de la misma policía bermudiana, la que ya tiene costumbre de apalear a los periodistas, aunque no lo hacen por iniciativa propia pues los agentes solo obedecen las órdenes del titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPE), Arturo Bermúdez Zurita.
A la par del escándalo por el plagio del compañero –que es el reflejo de la ola criminal que castiga a la entidad y de que en Veracruz no se hacen las cosas bien- otro entuerto les estalla en la mano el fin de semana cuando los escoltas del gobernante se agarraron a balazos en un hotel de Orizaba. Algo que se quiso minimizar pero es el síntoma que las cosas no funcionan bien y el caso es demasiado grave porque Duarte de Ochoa ni siquiera puede confiar en quienes lo cuidan porque son capaces de otra balacera entre ellos a la hora de darle custodia.
El caso dará mucho de qué hablar porque mientras Palacio de Gobierno quiso engañar a la opinión pública argumentado que los balazos fueron consecuencia del ataque de un grupo armado, el alcalde orizabeño, Juan Manuel Diez, lo desmintió y confirmó que fue un pleito entre los mismos custodios de Duarte. Otra vez el ridículo. Pareciera que la mala suerte persigue al duartismo pero en realidad no es el karma ni el destino ni los chacras ni la voluntad de Dios sino la inercia, es decir, el simple resultado de un mal gobierno generado por malos funcionarios públicos.
No hay vocación de estadista ni de servicio, no hay experiencia en el quehacer político ni en el gubernamental ni tiene el apoyo de asesores confiables. En la teoría política hay una ecuación que nunca falla: Un gobernante inexperto – e ignornate-, más operadores ineficientes y asesores chafas da como resultado el caos. Eso es lo que prevalece en Veracruz. Y ese caos sigue incomodando a Los Pinos, según cuentan los bien enterados, ya que en el círculo del copetón Enrique Peña Nieto trinan contra el gobernante veracruzano, al que señalan de no hacer su trabajo y acarrear más problemas a la federación que no logra menguar la situación de Michoacán, entidad ahorcada por el crimen organizado.
A la palestra mediática internacional salta el caso del periodista en Veracruz. “Duarte no puede controlar al estado y da muchos dolores de cabeza”, comenta un político que deambula en los pasillos de la residencia oficial. Uno de los más molestos es el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong por haber sido “engañado” por los funcionarios veracruzanos con la teoría de los avances en materia de seguridad pública. El 14 de enero, Osorio acudió a la graduación de 800 cadetes de la ”Policía Acreditable” de Bermúdez Zurita en la academia de El Lencero y al día siguiente estalló la noticia del secuestro del cantante amateur Gibrán Martiz y otro jovencito, quienes aparecieron sin vida una semana más tarde, cometido por los policías que vino a arropar.
En aquella ocasión, el secretario de Gobernación afirmó que “hoy en Veracruz se está haciendo un gran trabajo para regresar la tranquilidad, la seguridad a todos los veracruzanos, yo tengo que reconocerlo públicamente”. En menos de dos semanas de ese discurso, la entidad está convulsionada por el caso de Gregorio Jiménez, que como se dijo líneas arriba, prueba de que ni hay seguridad ni hay tranquilidad. Entonces, Osorio Chong tiene que “tragarse” sus palabras y cada vez que le mencionan a Veracruz y a su mandatario no puede disimular un gesto de enojo y desprecio, menciona la fuente, un ex funcionario del gobierno de Hidalgo y viejo colaborador de Osorio Chong.
DESCONFIANZA INTERNACIONAL
En fin, se cumplen seis días de su desaparición y no se ha podido localizar al compañero periodista a pesar de que hay mil policías estatales buscándolo, según lo pregona el Gobierno estatal. ¿En qué país del mundo se destinan mil agentes policiacos para localizar a una persona sin obtener ni siquiera indicios?, se preguntan todos. Las autoridades locales dan palos de ciego y recurren a medidas locuaces ante su incapacidad. Por ejemplo, la errática vocera estatal, María Gina Domínguez anunció la instalación de un “call center” –centro de llamadas- para atender a todos los reporteros que quieran quejarse de la inseguridad en aquella región.
Esto es algo así como las “chicharras de pánico” que en su momento anunció su compadre el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez para los empresarios de la conurbación Veracruz-Boca del Río que están bajo azote de los asaltantes. Pura ocurrencia, nada funciona, no tienen idea de cómo hacer bien su trabajo. Domínguez Colío también ha ordenado a todos los directivos y propiedades de los medios informativos del sur veracruzano sancionar o despedir a los compañeros que se sumen a las manifestaciones para exigir que aparezca con vida Gregorio. La señora no cambia pese a que tiene la tempestad encima.
La funcionaria se mueve torpemente por la misma ruta que no le ha dado resultado porque a pesar de las amenazas laborales, los compañeros se han volcado a las calles para exigir que sea localizado el reportero y se atienda el clima de violencia contra la prensa, no solo en el sur sino en Xalapa y el puerto de Veracruz. En la sede de la organización Reporteros sin Fronteras (RSF) de París, Francia, se encendieron de nueva cuenta las luces de alerta por lo que sucede en la entidad bajo el duartismo. “El infierno para los periodistas continúa en Veracruz”, se titula el boletín emitido por la organización sobre el secuestro de Gregorio Jiménez.
Directivos, analistas, observadores y abogados de RSF junto con otros organismos internacionales como Artículo 19 y el Comité para la Defensa de los Periodistas con sedes en Londres, Inglaterra y Nueva York, Estados Unidos, respectivamente, coinciden en señalar el intento de la Procuraduría General de Justicia para desligar el plagio sufrido por el comunicador de su actividad como profesional de la prensa. “Es el error en que ha incurrido la procuraduría veracruzana en todos los casos de reporteros agredidos”, confía una de las fuentes de RSF. Sin embargo, más que error es la estrategia para desvirtuar los hechos y reducirlos a casos de delincuencia ordinaria.
A la par, hay una maquinaria mediática, agregan los consultados, para tratar de desprestigiar a la víctima y “despresurizar” la situación que ha puesto en la mira internacional al gobernante Duarte de Ochoa,a su estrategia de seguridad pública y a su sistema de impartición de justicia. Los observadores internacionales afirman que a Duarte “se le escapó de las manos el control mediático del caso del reportero secuestrado – es decir, censurarlo y desaparecerlo de los medios- y se recurre a medidas desesperadas y dañinas como manipular la investigación”.
El intento de desviar las pesquisas hacia asuntos “personales” y no periodísticos, y la maniobra de la vocería estatal para obligar a los otros compañeros a no manifestarse públicamente ya están documentados por RSF y otras agrupaciones defensoras de los derechos de los periodistas cuyo representantes también desconfían de los supuestos detenidos por el plagio de Jiménez de la Cruz.
“Todo apunta a que serían chivos expiatorios para salir al paso de la presión nacional e internacional”, exponen. Mientras tanto, el compañero Gregorio no aparece. No han servido ni los mil policías ni la presencia del procurador, del secretario de Gobierno, del titular de Seguridad Pública ni de la calamitosa vocera en aquel punto. De todos estos no se hace uno. La entidad está ardiendo y estos señores “prósperos” siguen igual: mintiendo, minimizando, injuriando, censurando, persiguiendo.
Duarte de Ochoa comienza terriblemente mal su segunda mitad de sexenio. ¿No es tiempo de echar a la calle a Bermúdez Zurita, a Flores Espinosa, a Lagos Hernández y a Domínguez Colío antes de que le hundan el barco? Si no lo hace, entonces su destino seguirá atado a las pifias, corruptelas y ridículos de los que son expertos esos “cuatro fantásticos”. En pocas palabras, no detendrá la inercia hacia el vacío, el basurero de la historia.
Por cierto, lo último ominoso que le hicieron cometer estos asesores y colaboradores chafas es el ofrecimiento de una casa y dinero a la esposa de Gregorio Jiménez, con la que se reunió el fin de semana, en lugar de comprometerse a hacer todo lo posible para devolver con vida al periodista. Vaya tontería, vaya insolencia, vaya estupidez – y se ofrece una disculpa a los lectores por esos calificativos pero no hay otros términos que se ajusten-. Para los “prósperos”, la vida de una persona, de un periodista, de un padre de familia, se tasa en el valor de un inmueble y un puñado de monedas.
Nada más le faltó mandar a cercar a la familia y llevársela fuera de Veracruz para que no sigan pidiendo justicia ni hablando con la prensa como en el 2007 hizo el innombrable con los familiares de la anciana Ernestina Ascensión Rosario, fallecida tras un ataque sexual cometido por soldados en el municipio de Soledad Atzompa, caso que también generó el revuelo internacional. Ese es el grado de insensibilidad, de impericia y de desgobierno que va de tumbo en tumbo.