COMO LOS GATOS
El pasado sábado 3 de mayo se cumplieron 23 años de la explosión ocurrida en la fábrica de fertilizantes y pesticidas Agricultura Nacional de Veracruz S.A. (Anaversa), y miren las cosas que tiene la vida: Tomás Ríos Bernal está de nueva cuenta al frente del Ayuntamiento de Córdoba. El panista tiene mucho que explicar sobre sus omisiones mortales y trastupijes financieros cometidos en su primera administración en contra de la población afectada por ese accidente de 1991, y que sigue considerado como el tercero más grave a nivel mundial, después de Séveso, Italia, y Bhopal, en India, ocurridos en 1975 y 1984, respectivamente.
Al mezclarse y quemarse 38 mil litros de químicos altamente tóxicos –algunos prohibidos a nivel internacional, pero que en Anaversa se continuaban utilizando de forma ilegal- se generaron dioxinas de larga vida –algunas perduran durante más de un siglo- y se contaminó la zona aledaña a la fábrica, es decir, unas 17 colonias, incluyendo vía pública, redes de drenaje, mantos acuíferos y depósitos de agua potable. Aunque no hubo víctimas mortales inmediatamente, la tragedia humanitaria vino después y fue terrible porque miles han perecido por el daño en sus organismos.
Semanas y meses después de aquel 3 de mayo, comenzó la aparición ente los lugareños de enfermedades cancerígenas y congénitas –no hay que olvidar la ola de nacimientos de niños con anencefalia, sin cerebro, que sigue hasta la fecha-. ¿Cuánta gente ha muerto desde entonces? No se sabe, o mejor dicho, no se quiere saber, pues las autoridades nunca se preocuparon por levantar un censo y los barridos epidemiológicos, que eran necesarios. Los que trataron de hacerlo fueron los integrantes de la Asociación de Enfermos y Afectados por Anaversa, pero dejaron de documentar los casos en el año 2007, llegando a mil 500 fallecimientos, y la expectativa de que unas 10 mil personas estarían condenadas en un futuro a desarrollar tumores y otros tipos de cáncer por el contacto con las dioxinas.
El accidente sucedió durante la administración municipal del priísta Bernardo Cessa Camacho, quien quedó rebasado por la situación y nada hizo para atender el daño al igual que su sucesor, el también priísta Enrique Bustos Bertheau (1992-1994), pero quien vino a agravar la tragedia fue el panista Ríos Bernal y su entonces síndico, Gerardo Buganza Salmerón, hoy secretario de Infraestructura y Obras Públicas del Gobierno estatal, pues entre ambos hicieron un entramado para desviar los 100 millones de pesos que el gobierno de Dante Delgado depositó en un fideicomiso creado para apoyar a los enfermos.
Ambos se “gastaron” esos 100 millones de pesos en una supuesta campaña de descacharrización para evitar al mosco transmisor del dengue y en la colocación de una reja para un parque ecológico, sin importarles que cientos de personas clamaban apoyo para practicarse estudios médicos y tratar las enfermedades que les aquejaban. Es más, muchos de esos enfermos recordaban –la mayoría ya murió- el trato despótico y hasta insultante del síndico Buganza cuando se le acercaban a solicitar ayuda. Ese mismo que a diario va a oír misa y comulga cada domingo, les dio la espalda a los necesitados, desapareció el dinero que era para su tratamiento y todavía los trataba con la punta del pie. Es un “comesantos y cagadiablos”, señaló furiosa una señora del barrio La Estación entrevistada en 2001, cuando se cumplieron los primeros diez años de la tragedia, y que fue testigo de los desplantes y groserías del entonces funcionario municipal.
“Pero Dios castiga sin palo y sin cuarta”, advertía con los ojos llorosos la señora y así fue: hoy Buganza sigue trepado en el poder, pero sufre en carne propia el padecimiento de los vecinos de ese barrio que estuvieron expuestos a las dioxinas y a los que les negaron la ayuda médica. La diferencia de aquellos desamparados con el funcionario duartista es que el segundo tiene el dinero suficiente para tratar su mal, lo que le da la opción de sobrevivencia, y sus paisanos que se contaminaron con los químicos tóxicos no tuvieron el dinero para luchar por su vida debido a la corrupción de los servidores públicos municipales que se robaron el fideicomiso.
Como se decía al principio, Ríos Bernal es alcalde de nueva cuenta, y actúa igual que los gatos cuando tapan con tierra su suciedad, pues ahora pretende convertir el edificio en ruinas de Anaversa ¡¡en un mercado público!! No hay duda que para cometer burradas no es necesario estudiar. El inmueble es una fuente de contaminación por químicos altamente mutágenos –que alteran la cadena de ADN y provocan cáncer- y debería estar encapsulado para aislar la peligrosa polución. En vez de eso, Ríos quiere reubicar allí a los vendedores ambulantes del centro histórico y atestarlo de productos comestibles para la venta al público, según declaró el pasado 15 de enero.
La capa de tierra para tapar sus inmundicias es un estudio para medir el grado de contaminación del inmueble y así justificar su reutilización, según lo anunció el 15 de enero y para el cual –ahora sí, no como hace 19 años que desapareció el dinero de los enfermos- invertirá 800 mil pesos. De concretarse el proyecto de convertir a la ex fábrica de Anaversa en un centro de vendimia, Tomás Ríos Bernal no solo habrá cubierto con tierra lo que defecó –como los gatos, se insiste- sino que a los cordobeses que allí vendan o compren productos literalmente les dará a beber un vaso con veneno.
LA SANTA CRUZ
También el sábado fue día de la Santa Cruz, y el doloroso nominativo de la fecha es tal en Veracruz, sobre todo para la comunidad periodística. Esa fecha se cumplieron dos años de que fueron encontrados los restos de los compañeros reporteros Gabriel Huge, Esteban Rodríguez y Guillermo Luna en un canal de aguas negras en Boca del Río. La muerte de ellos -y de una dama que laboraba en el departamento de publicidad de un periódico, Irasema Becerra Jiménez- se adicionó al terror que había provocado el asesinato de Regina Martínez en Xalapa, ocurrido el 28 de abril, es decir cinco días antes.
Los que secuestraron, torturaron y privaron de la vida a Huge, Luna y Rodríguez, escogieron el tres de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, para arrojar sus cadáveres en la vía pública. Han pasado dos años y no hay justicia. La muerte de los tres comunicadores es otra perla más en la corona de ignominia que porta el reyezuelo despachante de Palacio de Gobierno, mismo que, para variar, difamó a los compañeros fallecidos, asegurando a través de su ineficiente ex procurador, Amadeo Flores, que estaban involucrados en la muerte de otros periodistas y por eso merecieron morir. ¡Vaya desfachatez!
Desde esos trágicos días, la situación para la prensa veracruzana pasó de mal a peor por la muerte de otros compañeros y un sinnúmero de agresiones a distintos colegas y empresas periodísticas, como el atentado contra El Buen Tono en noviembre del 2011. En las últimas horas, se han suscitado casos que corroboran lo anterior, pues el pasado primero de mayo, porros borrachos del sindicato de Tamsa agredieron a reporteros, fotógrafos y camarógrafos en pleno desfile obrero en el puerto de Veracruz.
También en días pasados, fue secuestrado el periodista Alfonso Mora Chama, de Coatepec, por dos delincuentes que lo mantuvieron privado de su libertad en una “casa de seguridad” durante doce horas. Todo apunta, según señalamientos del propio Mora Chama y otros compañeros columnistas, a que el autor del “levantón” fue el alcalde priísta de Coatepec, Roberto Pérez Moreno, conocido con el apodo de “El Juanelo”, quien se declara amigo personal del gobernante en turno y ahijado político del secretario de Educación, Adolfo Mota.
Además, el tal “Juanelo” presume ser cercanísimo del senador priísta José Yunes Zorrilla. De los dos primeros, Duarte y Mota, nada debe extrañar que se lleven y protejan a este maleante, y del segundo, Yunes Zorrilla, ya acumuló otro motivo para que la ciudadanpía lo repudie cuando pretenda competir electoralmente en el 2016. El peroteño quiere ser candidato a la gubernatura, pero ¿con qué cara se atreverá a pedir el voto cuando uno de sus cercanos manda a secuestrar y golpear a periodistas? Tal fue el contexto del Día de la Santa Cruz para la comunidad periodística de Veracruz, con atentados por todos lados, impunidad para los agresores y políticos se solazan con las agresiones ordenadas por sus protegidos.
LLORAN LAS HIENAS
Un caso para el museo de la socarronería sucede en Las Choapas, municipio ubicado al sur del estado, y que celebrará elecciones extraordinarias el próximo 1 de junio, donde el candidato del PRI, Miguel Ángel Tronco Gómez, abandonó la contienda y acusó, ayer que su partido y el Gobierno estatal trabajan en su contra para hacer ganar al perredista Marco Antonio Estrada Montiel, abanderado del llamado “PRD rojo”. Y es cierto, desde Palacio de Gobierno y desde las alcantarillas –donde mora el innombrable- se ha decidido la derrota de Tronco Gómez, pero lo insólito es que el candidato y su hermano, el diputado local y dos veces alcalde del mismo lugar, Renato Tronco, se quejan de lo mismo que han hecho en la última década para mantener el control del Ayuntamiento.
Es más, Renato Tronco es un verdadero cacique de horca y cuchillo gracias a las complicidades con la fidelidad y el duartismo. A sangre y fuego ha retenido la alcaldía y la diputación local, recurriendo a atentados y asesinatos, no hay que olvidar que fue acusado de ser el autor intelectual en el homicidio del regidor perredista Alfredo Pérez Juárez, cometido en junio del 2005, durante su primera alcaldía y del atentado contra el alcalde panista Antonio Pouchulen Cárdenas, ocurrido en marzo de 2008. Tronco también apareció en las grabaciones telefónicas con el innombrable en vísperas de los comicios del 2010, cuando era candidato por segunda ocasión a la presidencia municipal y acordaban ocupar 10 millones de pesos para construir un camino y usar la obra como promoción de su campaña.
Pese a ser un pillo electoral de siete suelas, ahora Renato Tronco se plañe amargamente de que no hay democracia ni juego limpio en la contienda electoral para que gane su hermano, y furioso anuncia que también dejará la diputación local en protesta porque no lo dejan extender el cacicazgo en la presidencia municipal de Las Choapas. Los Tronco son ese tipo de monstruos que se criaron con la fidelidad y engordaron con el duartismo, y que hoy lloran como las hienas cuando los leones les roban la presa.