Ayer el gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa compareció ante agentes del Ministerio Público del Distrito Federal y el subprocurador de Averiguaciones Previas de la procuraduría capitalina, Edmundo Garrido quienes lo interrogaron sobre las amenazas y el hostigamiento que su administración hizo contra el fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera quienes huyeron de Veracruz pero fueron asesinados en la Ciudad de México el pasado 31 de julio.
Es la primera vez en la historia de México que un gobernador en funciones se le sienta en el banquillo judicial para que rinda declaración sobre un crimen del fuero común y aún cuando haya sido en calidad de “testigo” y que la diligencia se haya hecho en Jalapa y no el DF, el caso es inédito. Así y con todos los asegunes – muchos habrían querido que se le sometiera al detector de mentiras o que lo ficharán formalmente en lugar de una reunión VIP en palacio de gobierno- Duarte de Ochoa ya está incluido en la indagatoria.
Como ya se ha dicho, es la línea de investigación que tanto querían evitar, esa que apunta a Veracruz, al trabajo periodístico de Rubén y al activismo de Nadia, a las golpizas que recibieron por parte de policías estatales, al acoso que vivieron y las amenazas que les lanzaron por ordenes de los que ocupan cargos de gobierno en la entidad. “Vas acabar como Regina (Martínez)!”, le advirtió a Rubén un policía vestido de civil, de esos que el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita envía a perseguir manifestantes y la sentencia se cumplió.
La tortura y muerte de la querida Regina Martínez tiene muchos rasgos en común a lo que le hicieron a Rubén Espinosa. La amenaza del duartismo –no se puede explicar de otra forma que un policía haga un amago directo a un periodista si no es con la autorización de sus jefes- se ejecutó a cabalidad.
Todos sabemos que el crimen de Regina no fue cometido ni por la delincuencia común ni por el crimen organizado –tal vez fue la mano que realizó materialmente el “encargo”- sino que se planeó y ordenó desde las esferas del poder político. Fue lo mismo con el asesinato de Espinosa.
Pero regresando al tema de la comparecencia judicial, el cordobés ya pasó a la historia como el primer gobernador sentado en el banquillo de los acusados y ahora toca a la opinión pública no bajar el nivel de presión para que de “testigo” pase a “indiciado” y se desahoguen todas las diligencias porque hay testimonios de Rubén y de Nadia que lo señalan a él directamente del responsable de sus muertes. Es algo que no se puede desdeñar y no es que el gobernante haya jalado el gatillo que les quitó la vida pero si fue el responsable de crear todo ese clima de hostigamiento, persecución, amenazas, agresiones e impunidad contra la comunidad reporteril que dieron las condiciones precisas para que los ejecutarán a ellos y a los otros 14 periodistas que han sido asesinados por ejercer el oficio en Veracruz.
Además no se debe olvidar a los cuatro colegas desaparecidos y los tres periódicos atacados, siendo el caso más grave el atentado contra El Buen Tono en noviembre del 2011 cuya redacción fue incendiada por hombres armados. Es el saldo mortal del sexenio que encabeza Duarte de Ochoa, y esa es la línea que se debe indagar la autoridad ministerial hasta que se agote todo testimonio, todo indicio, toda pista. Y por supuesto, deslindar las responsabilidades que correspondan.
Ya los abogados de la familia de Nadia Vera pidieron que también sea llamado a comparecer el titular de la SSPE, Arturo Bermúdez Zurita, cuyos policías son los sospechosos de apalear, amenazar y posiblemente exterminar a los periodistas –igual que lo hacen con activistas, maestros, estudiantes y jóvenes en general-. Ese, el “secretario del terror”, como lo llama el columnista Jaime Avilés, es otro personaje que debe ser sentado en el banquillo de los acusados y someterlo a interrogatorio.
La presión social sentó a Duarte en el banquillo acusatorio y esa misma junto con la prensa que no debe soltar el tema, debe evitar que el caso se cierre a conveniencia de los políticos sin llegar a la justicia.
En fin, la cosa no es menor porque Duarte de Ochoa ya pasó a la historia por el estigma de estar incluido en una pesquisa judicial por la muerte de una activista y un periodista y las llamas pueden elevarse.
Las especulaciones abundan, al grado que en los corrillos políticos del altiplano se habla de que lo presionarán para solicitar licencia, aun cuando no lo quiera como él mismo lo expresó en sus declaraciones del lunes pasado. Algunos dicen que será en septiembre y otros que hasta octubre pero que no llegará a “cargar a los Peregrinos” para la próxima navidad. ¿Qué tanto habrá de cierto?.
No se sabe, a Duarte lo han querido destituir desde casi el inicio de su sexenio por las pifias cometidas. Después de cada escándalo venía la versión de su caída y nada ha pasado hasta la fecha pese al desprecio que le tienen en Los Pinos.
Empero, para alimentar el morbo y la especulación en este tema hay material de primera mano, el más reciente es el comunicado que el propio Duarte de Ochoa hizo circular ayer tras comparecer ante los agentes ministeriales que envió la PGJDF. La mayor parte del texto es paja y lo revelador es la última frase en la que recurre a la filosofía cristiana para tratar de sacudirse los señalamientos de culpabilidad, algunos de ellos desde la tumba como son los de Rubén y Nadia.
El gobernante cierra su comunicado con una frase atribuida al profeta Jesús y reseñada por el evangelista Juan: “La verdad les hará libres”, aunque Duarte sustituye el “les” por “nos” para adaptarlo a su situación: “La verdad nos hará libres”. Interesante asunto pues dicen los expertos en psico-escritura las frases y verbos que utilizados en determinadas circunstancias revelan el nivel de baja autoestima, depresión y de miedo.
Entonces, recurrir a una frase bíblica, es decir, poner a Dios como mediador en un asunto que quema las manos revela que Duarte de Ochoa está desesperado, teme al dedo que lo apunta y a la voz que en las redes sociales, en la prensa y en el imaginario colectivo le grita: ¡Culpable!.
Aun con los enjuagues que pudieran darse en el rumbo de las investigaciones judiciales, Duarte tiene miedo de que esos señalamientos terminen como verdad judicial pues como verdad popular ya están arraigados.. Más aún, en la frase que antecede a esa especie de rezo–al citar la frase cristiana- se queja de que lo están linchando públicamente. Dice: “Así como no creo en el fuero, tampoco creo en los linchamientos públicos que lejos de crear valor, alejan de la verdad
y encubren a los verdaderos culpables”.
Es sabedor que la opinión pública lo responsabiliza es la forma de repetir desesperadamente su “inocencia”. La vida es irónica, hoy Duarte recurre a Dios para salvarse del linchamiento y aclama porque la verdad lo libere, porque no lo tomen como un chivo expiatorio, cuando él ha prestado oídos sordos a las suplicas de cientos de veracruzanos que piden justicia y verdad en los casos de sus seres queridos asesinados, torturados, desaparecidos o encarcelados injustamente por su gobierno. ¿Es el karma, la justicia divina o el destino que lo alcanza?.
Al leer el quejumbroso comunicado del gobernante en turno la memoria conduce automáticamente a otra frase que le acomoda perfectamente a Duarte, y que no la dijo expresamente el profeta Jesús pero la pregona desde hace tiempo la sabiduría popular y claro, la voz del pueblo es la voz de Dios: El miedo no anda en burro, y si el miedo fuera liquido, ese boletín enviado ayer por la Coordinación de Comunicación Social estaría empapado y escurriendo.
LAS LOCURAS DEL EMPERADOR
Ya que estamos en el terreno de los dichos populares, ahora sí que al alcalde priísta de Fortín de las Flores, Armel Cid de León le cae al dedillo esa que dice “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico” pues se lo volvió a hacer a sus paisanos: dejó botado el ayuntamiento y se fue a vacacionar al Cono Sur. Lo ubican en el Perú, según lo indagado por El Buen Tono, recorriendo sitios maravillosos como Cuzco y la ciudad sagrada de Machu Pichu, y tal vez divirtiéndose en los mejores antros de moda en Lima donde la vida nocturna es una de las más desparpajadas de Latinoamerica.
Armel Cid se da vida de emperador, como la película de Walt Disney, siente que un poder divino lo designó gobernante cuando en realidad fue su suegro que es muy terrenal –y muy ordinario- y que los fortinenses le deben rendir pleitesía sin cuestionar sus excesos, sus frivolidades, sus caprichos y sus inacciones. ¿Para eso quería regresar a la alcaldía?, ¿para seguir costeando su tren de vida ahora con cargo al erario municipal?, ¿quién creen que absorberá las facturas de sus días del asueto veraniego?.
Es un hecho que el gobierno estatal ni el Congreso del Estado harán algo para meter en cintura al edil fortinense. El gobernante en turno y su fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras doblaron las manos y retiraron la solicitud de desafuero en su contra cuando el suegro, Domingo Muguira, amagó con financiar a la oposición en el proceso electoral pasado si procesaban judicialmente al yerno acusado de propinar una golpiza a su pareja extramarital.
Entonces nadie le pondrá un alto a Armel más que los propios habitantes de Fortín de las Flores que son legalmente los patrones del edil viajero.
Ellos tienen la potestad de exigirle cuentas. Ya una vez se organizaron para evitar que regresara a despachar al palacio municipal, ahora pueden volver a hacerlo. Vaya que estos cuates tienen mala suerte porque en los cuatro últimos alcaldes les salieron unos verdaderos pillos y zánganos, aunque otros dicen que no es mala suerte sino corresponsabilidad pues como también reza el adagio popular: el pueblo que elige y tolera a corruptos, no es víctima sino cómplice.