Por: Francisco Garfias / columnista
En el momento de ser detenida, Rosalinda González Valencia, esposa de Nemesio Oseguera, alias ‘El Mencho’, destruyó de inmediato su celular.
“No son unos improvisados”, nos dijeron ayer fuentes de alto nivel en la Semar.
Destacan que el jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación está “furioso” por la captura de su cónyuge, pero que la reacción virulenta que esperaban, tras la captura de la señora, no se ha dado.
“Lo sorprendimos”, nos dijo a ‘botepronto’ un almirante.
Rosalinda González sería la administradora de los recursos económicos del grupo delictivo. Era buscada en cumplimiento a un mandato judicial por los delitos de delincuencia organizada.
A la Secretaría de Marina fuimos con la intención de saber cómo va el tema de los marinos agredidos en Ciudad Guzmán, Jalisco, la mañana del pasado martes, mientras reabastecían sus vehículos.
Parecería una acción vinculada con la detención de González Valencia.
Usted probablemente vio en su pantalla de televisión cómo un grupo de personas vinculadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación —las siglas de esta organización se quedaron grabadas en el cofre de una las camionetas de la Semar— maltrató a los marinos.
Ese episodio, como otros más, refleja el grado de descomposición que vivimos en México.
A los marinos los zarandeaban, los pateaban, los insultaban, les aventaban piedras, palos, lo que fuera. “¡Pu…!” “¡Rateros!” “¡Ojetes!”, decían los letreros pintados en los vehículos.
Los elementos de la Armada, todos muy jóvenes, no utilizaron sus armas contra sus agresores, a pesar de que había riesgo mayor para sus vidas. Se limitaron a lanzar disparos al aire para dispersar a los agresores.
La noche que presentó las imágenes en su noticiero de Imagen Televisión, Ciro Gómez Leyva preguntaba: ¿En qué País del mundo se agrede a las Fuerzas Armadas y no pasa nada?
La respuesta la teníamos en las pantallas: en México.
“El Mencho operó. Sabe que le pisamos los talones. Está furioso por lo de su esposa”, aseguró el almirante, quien no duda en comparar al jefe del CJNG con El Chapo Guzmán o hasta con Pablo Escobar, en su momento.
Y se dio el lujo de decir dónde pudiera estar: en Pihuamo, Jalisco.
—¿Y por qué no lo han podido agarrar? Preguntamos.
—Es escurridizo. Lo protege mucha gente. La estrategia es debilitarlo, sacarlo de su zona de confort. El plan camina. Ya anda a ‘salto de mata’.
En la Semar, por cierto, están convencidos de que hay una “campaña negra” en los medios para desprestigiar a las Fuerzas Armadas.
Las quieren presentar como violadoras de los derechos humanos, responsables de desapariciones forzadas.
“Hay activistas de oenegés a los que les pagan hasta 80 mil pesos semanales para realizar esa tarea”, nos dice la fuente, al retomar una nota publicada ayer en este periódico.
Y retoma el nombre del jefe de la Comisión de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, Raymundo Ramos Vázquez, por recibir semanalmente cinco mil dólares de Los Zetas, para esconder a sus integrantes en sus oficinas.
Nos dice también que hay malosos que compran disfraces falsos de marinos y secuestran personas para empujar la creencia de que son ellos los responsables de esas desapariciones.
Detrás de esa campaña, aseguran, está el dinero del crimen. “Quieren sacarnos de las regiones que controlan porque estorbamos el negocio”, dice.
En la Semar están conscientes de que ha habido excesos en algunas de sus operaciones. Los marinos están lejos de ser la versión moderna de San Francisco de Asís.
Como ejemplo citan el caso de Juan José Farías, alías El Abuelo, detenido en Tepalcatepec, Michoacán, por presuntos vínculos con el CJNG.
Allí está el revés de la medalla. Disparos desde el helicóptero de la Marina a la camioneta donde viajaba El Abuelo con su familia. La escena muestra un hombre que corría en medio del tiroteo con el nieto de Farías en brazos. “Los marinos que resulten responsables de este error serán sancionados”, nos asegura.
El almirante con el que hablamos hizo notar la pasividad de la Policía Estatal de Jalisco frente a la agresión a los marinos. Dice que incluso algunos de los agresores en Ciudad Guzmán solicitaron el apoyo de los estatales el pasado martes. “A los municipales los entiendo, es plata o plomo. ¿Pero a los estatales?