AGENCIA
Nacional.- A 30 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora T-MEC, el campo mexicano sigue siendo el gran perdedor, en especial el sector maicero. Analistas coinciden en que este acuerdo transformó de manera negativa la autosuficiencia alimentaria del país, aumentando drásticamente la dependencia de importaciones de maíz, alimento básico para las familias mexicanas.
Desde 1994, cuando comenzó la liberalización total del comercio agropecuario, la superficie destinada al cultivo de maíz en México disminuyó un 24 por ciento (%). Según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), mientras en 1994 se cultivaban 9.2 millones de hectáreas, para 2023 esta cifra cayó a 6.9 millones. En contraste, las importaciones de maíz, principalmente de Estados Unidos, aumentaron un 468%, pasando de cero en 1990 a 23.9 millones de toneladas en 2024.
Actualmente, uno de cada dos kilogramos de maíz que se consumen en México es importado, principalmente maíz amarillo transgénico utilizado como forraje. Aunque México se mantiene autosuficiente en la producción de maíz blanco, esencial para la elaboración de tortillas, las importaciones de maíz amarillo han crecido exponencialmente.
La especialista Ana de Ita, del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, señala que el TLCAN eliminó políticas públicas que apoyaban la agricultura mexicana, dejando al sector maicero en desventaja frente a Estados Unidos y Canadá. A esto se suman las importaciones desleales, impulsadas por intereses de grandes trasnacionales, que han socavado la producción nacional.
Timothy A. Wise, del Instituto de Agricultura y Política Comercial (IATP), destaca que las importaciones baratas han perjudicado gravemente al sector maicero, mientras Estados Unidos utiliza el T-MEC para frenar esfuerzos del gobierno mexicano por revertir esta dependencia.
En 2023, el gobierno de México intentó prohibir el uso de maíz transgénico para consumo humano, pero perdió la disputa en el marco del T-MEC, ya que la medida fue considerada como carente de sustento científico.
El estancamiento en la producción de maíz contrasta con el auge de cultivos destinados a la exportación, como las berries, el aguacate y las hortalizas. Según datos oficiales, mientras la producción de maíz ha crecido apenas un 28% en tres décadas, cultivos como las fresas, frambuesas y zarzamoras han multiplicado su superficie de manera exponencial.
Entre enero y octubre de 2023, la balanza agroalimentaria registró un superávit de 7 mil 677 millones de dólares, liderada por exportaciones de cerveza, tequila, aguacate y frutos rojos, productos considerados suntuarios. Este cambio en las prioridades agrícolas responde, según De Ita, a una transición de la autosuficiencia alimentaria hacia una seguridad alimentaria basada en importaciones.
El TLCAN impulsó una transformación estructural en la agricultura mexicana, enfocándose en productos de exportación mientras el maíz, pilar de la alimentación nacional, perdió protagonismo. A tres décadas de este acuerdo, el país enfrenta el reto de equilibrar su dependencia de importaciones con políticas que garanticen la soberanía alimentaria y la protección de sus cultivos tradicionales.