AGENCIA
Michoacán.- Durante la administración de Silvano Aureoles Conejo como gobernador de Michoacán (2015-2021), el estado experimentó una intensificación del conflicto criminal que había persistido por más de una década. En este periodo, Los Viagras y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) consolidaron su poder, marcando una nueva etapa de violencia y control territorial.
Uno de los primeros pasos clave de Aureoles fue el desmantelamiento de las autodefensas en febrero de 2016, una decisión respaldada por el gobierno federal. Aunque se argumentó que esta acción buscaba restablecer el estado de derecho, en la práctica permitió que muchos exautodefensas formaran sus propios grupos delictivos. Entre ellos, destacó Nicolás Sierra Santana, alias “El Gordo”, quien emergió como líder de Los Viagras, un cártel que se ha dedicado a la extorsión de productores de aguacate y limón en Michoacán.
El CJNG, por su parte, intensificó su presencia en la Tierra Caliente, enfrentándose a grupos como Los Viagras, Los Blancos de Troya, Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana. A pesar de que Aureoles negó repetidamente la presencia del CJNG en la entidad, este cártel incrementó sus ataques en localidades como Buenavista, Tepalcatepec, Apatzingán y Aguililla.
El gobierno de Aureoles también estuvo marcado por acusaciones de complicidad con grupos criminales. En sus últimos meses en el cargo, el exgobernador atribuyó el triunfo de Morena en Michoacán a la intervención del narcotrafico, señalando al actual mandatario, Alfredo Ramírez Bedolla, de encabezar un “narcogobierno”. El Padre Goyo, exlíder de las autodefensas de Apatzingán, lo acusó directamente de haber permitido la creación de un “narcoestado”, vinculado a figuras como César Sepúlveda Arellano, alias “El Botox”, líder de Los Blancos de Troya.
En noviembre de 2024, surgieron imágenes de las Fuerzas Especiales Limones, un grupo conformado por el CJNG y Los Viagras para extorsionar a productores. Con mensajes de “se viene la paz”, estos cárteles reafirmaron su dominio en la región, evidenciando que, a pesar del cambio de administración, el poder criminal sigue vigente.
Hoy, a casi una década de la llegada de Aureoles al poder, Michoacán continúa sumido en una espiral de violencia, donde la lucha por el control territorial deja a la población atrapada en medio del fuego cruzado.
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