Robin Hood era un forajido que defendía a los pobres de la opresión del reino de Nottingham. Quitarle a los ricos para dárselo a los pobres, algo así como el “ladrón que roba a ladrón…”. Robin era considerado un héroe porque, en efecto, su trabajo consistía en regresarle a los pobres aquello que les era arrebatado por las autoridades reales. Es un personaje que vive en las leyendas, no hay registros históricos que confirmen que alguna vez existió, pero se convirtió en una figura muy explotada en la literatura y hasta en el cine. El héroe de los más débiles, el que luchaba por ellos. El héroe que robaba no para atesorar riquezas, sino para repartirlas entre los más pobres. Robar a quien robó.
Y pues, en México, la bitácora nacional y su registro del absurdo nos hicieron recordar a este héroe. Aunque, más bien, es una figura más del cinismo, que del acto heroico que va en busca de justicia:
José Luis Moyá Moyá, es uno de los aspirantes a ser parte del IFAI, en su comparecencia con senadores, afirmó que usa nombres falsos para integrarse a la nómina de ciertas dependencias como parte de los servicios que presta para vigilar que no haya actos de corrupción al interior de las mismas que realizan procesos de licitación.
Ajá, algo así como un “héroe de la transparencia” —por eso nos acordamos de Robin Hood— porque él está muy seguro de que es necesario hacerlo para poder vigilar el funcionamiento de ciertas dependencias. O sea, a través de actos de corrupción se encarga de impedir que no se cometan otros. O al menos así lo justifica.
Quienes se encontraban en su comparecencia, cuentan sobre el asombro y la cara de incredulidad de los legisladores miembros de la Comisión Anticorrupción y Participación Ciudadana: combatir al demonio con las mismas herramientas que éste utiliza. Corrupción por corrupción, pues. Como si la bola de estambre no fuera ya tan enorme.
No me hace sentido. A los legisladores que se encontraban en la comparecencia tampoco se les hizo; menos si se trataba de un aspirante a integrar el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos. No le hace sentido a nadie, ¿cómo es que se trabaje para acabar con las redes de corrupción al interior de las instituciones, si para el caso se utilizan las mismas vías para vigilarlas?
Un total absurdo que para el propio José Luis Moyá, fue más bien un acto de honestidad. O cómo podría integrarse al IFAI con semejantes actos operativos en la sombra. Lo tenía que decir, dijo él, como parte de su argumento de que su causa es la transparencia. Total ni que el absurdo —y el cinismo— no fueran parte de la politiquería nacional…