Huatusco.- Las filas en los bancos siguen creciendo. La gente sale a las calles, ya está cansada del tema del Coronavirus. Las autoridades tambien; se le habla a oídos sordos.
En las tiendas pequeñas los dueños se truenan los dedos. Las cuentas no cuadran. Se pasean de un lado para otro, como en una jaula. No hay clientes.
Las paredes están tapizadas de carteles con la leyenda “lávese las manos”. Los dispensadores de gel antibacterial (muchos contienen sólo vinagre) ocupan un lugar privilegiado. En casi todos lados se encuentra una advertencia “uso de cubrebocas obligatorio” como mero trámite; los trozos de tela casi transparente se venden en ocho pesos.
En los cuatro puntos de sanitización de Huatusco, los empleados lucen cansados. Muchas personas los ignoran o aceptan el desinfectante con resignada indiferencia.
Los maestros ya no revisan la tarea. Los niños quieren salir a la calle y los padres buscan el mínimo pretexto para violar el “Quédate en casa”. La “Sana Distancia” es una burla en taxis que trasladan hasta ocho personas en cada viaje.
“¿Donde están los enfermos?”, “¿a ver, quién conoce a alguien con Coronavirus?” son argumentos que se reproducen y multiplican cada día que pasa.
Algunos de los más angustiados son los adictos al gimnasio, entrenan en silencio, clandestinamente. Tener el cuerpo perfecto se convirtió en un delito.
Al caer la noche cientos se mantienen alertas del anuncio de la Secretaría de Salud: un caso sospechoso, ahora dos, ahora estan confirmados. Ya no se levantará la cuarentena.
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