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El gobierno no puede

Superiberia

Apatzingán, Mich.- En el centro de esta ciudad, cuna de la primera Constitución del país, es frecuente ver a jóvenes enjoyados y con lentes de marca conducir sus lujosos Mercedes Benz deportivos. Circulan también por las calles aledañas camionetas con cristales ahumados de cuyo interior escapan estruendosos acordes de música de banda norteña, así como muchos jóvenes montados en motonetas.

Por las noches ellos son los dueños del entorno, considerado el núcleo de Los Caballeros Templarios. 

Esto lo saben el Gobierno federal y el estatal, dicen al reportero agentes de inteligencia de la entidad que piden el anonimato. Incluso, dicen, ya ubicaron a los cabecillas del grupo, quienes se esconden en un búnker de una montaña conocida como El Jabalí, en el paraje de Rancho Seco, entre los municipios de Aguililla y Coalcomán, en la Sierra Madre Sur Occidental.

“A ello se deben los enfrentamientos de la semana pasada en esta región. Desde hace tiempo los militares y los policías federales han venido cercando a Los Caballeros Templarios desde la costa colindante con Jalisco y Guerrero y en tierra caliente, hacia Colima”, aseguran a Proceso los funcionarios entrevistados.

Asignado a la región de Aguililla, que figura entre los principales bastiones de dicho grupo, uno de los informantes insiste: “Ellos (las autoridades federales y estatales) saben perfectamente dónde están. No entendemos por qué no agarran a los líderes”.

 

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