Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz, respecto a su fecha de nacimiento ha sido un tema discutido, sin embargo, la Universidad del Claustro de Sor Juana cita que nació hace 363 años, el 12 de noviembre de 1651.
Creció principalmente entre las haciendas de Nepantla y Panoaya al lado de su abuelo materno. A los 3 años aprendió a leer español y aún siendo niña aprendió latín en 20 lecciones escuchando a escondidas las clases que eran impartidas a su hermana.
A los ocho años escribió una loa para la fiesta del Santísimo Sacramento en Amecameca.; ya pedía a sus padres dejarla vestirse de hombre y estudiar.
A la muerte de su abuelo, su madre envió a Juana Inés a la capital a vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata. Ahí, además de aprender labores femeninas, estudió latín bajo la instrucción de Martín de Olivas, lengua que, de acuerdo con el padre Calleja, aprendió en 20 lecciones.
Debido a su condición de mujer en 1664 la poetisa ingresó a la corte como dama de compañía de la virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera de la Laguna, para seguir con su obra. Tiempo después ingresó a la Corte Virreinal como la dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. En ese período, el virrey, quien escuchó algunos sonetos de la joven poetisa dedicados a su esposa, quedó admirado y reunió a cuarenta letrados para someterla a un examen del que salió triunfante.
Escribió versos a sus amigas Marquesas usando el código del amor cortés lo que ha llevado a una errónea interpretación de sus letras.
Sor Juana ingresó al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667, ya que éste representaba la única salida ante el matrimonio; no obstante la severidad de las reglas la obligó a desertar tres meses más tarde.
El 24 de febrero de 1669 entró al Convento de la Orden de San Jerónimo, también llamado de Santa Paula, donde profesó definitivamente y permanecería hasta el día de su muerte con el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.
Ahí comenzó su relación con el jesuita Antonio Núñez como su confesor, e hizo un testamento en el que renuncia a todos sus bienes y de acuerdo con el “Libro de profesiones del Convento de San Jerónimo”, su madre puso a su servicio una esclava de nombre Juana de San José.
En el convento hizo oficios de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al estudio y a la escritura. Dentro de su celda tenía albergados más de cuatro mil volúmenes, entre muchas cosas.