Barack Obama se presentó hace un par de días ante el Congreso de Estados Unidos. Lo hizo para ofrecer el discurso Estado de la Unión que se realiza cada año. Y también se efectuó en el peor de los panoramas, cuando su índice de aprobación se parece mucho al de George W. Bush en sus igualmente malos años.
Y es que a pesar del optimismo expresado ayer, la presidencia de Barack Obama, según concluían algunos diarios de importante peso en la agenda estadunidense, como The New York Times, no ha arrojado ideas novedosas. “Sólo eslóganes nuevos…”, dijeron algunos republicanos.
Aunque Obama hizo énfasis en temas como el cambio climático y la muy esperada reforma migratoria (de la que no habló de programas o iniciativas, sino únicamente de la importancia que tienen en la agenda de gobierno), a lo que apuntan las expectativas es a los movimientos políticos que se vienen en noviembre.
Barack Obama gobierna hoy con una Cámara de Representantes donde la mayoría la componen los republicanos. Importante dato para entender los porqués de los últimos tropiezos de su gobierno: el freno a su reforma en materia de salud, al control de armas de fuego o a la extensión de subsidios al desempleo. De igual forma, esa falta de capacidad de negociación y acuerdo paralizaron por dos semanas las oficinas del Gobierno federal.
Nadie le dijo que sería sencillo ni que sería el rockstar que nos sorprendió a todos en 2008. Y es que algunas encuestas, como la realizada por The Wall Street Journal, hablan de un pesimismo por parte de los estadunidenses que se calcula en 33% de la población. Altísimo porcentaje que se vuelve casi catastrófico para Obama si lo sumamos al 26% que tiene “serias dudas” de los alcances y logros que se puedan tener no sólo en este año, sino en lo que resta de este gobierno.
Son los peores números para el Presidente de Estados Unidos, que espera irlos revirtiendo. Anunció (otro) compromiso para aumentar finalmente el salario mínimo de más de 17 millones de trabajadores. Por ahora sólo se ha conseguido que éste sea efectivo para los trabajadores del gobierno federal, pero el resto tendrá que esperar a que las diferencias entre los demócratas y republicanos se resuelvan en la Cámara de Representantes, el único lugar donde se puede aprobar un aumento en gastos.
En noviembre vienen las elecciones intermedias, que podrían regresarle a los demócratas la mayoría en el Congreso, pero eso está en veremos, pues también las encuestas realizadas por la prensa de Estados Unidos, hablan de descontento hacia un gobierno federal que no supo defender la reforma de salud, uno de los pendientes que no será fácil que le perdonen. Y es que en la suma de pendientes aparece también el asunto del cierre de Guantánamo, que tampoco se ha concretado. Barack Obama inicia así un periodo complicado, porque aunque su discurso estuvo plagado de optimismo, las expectativas que hay en torno a lo que podría lograr este año parecen rebasarlo.