Probablemente recuerdes aquella emotiva escena de Titanic (1997) en la que Rose, interpretada por Gloria Stuart, lanza al mar su famoso collar azul. Lo que muchos no saben es que esa joya tiene una historia fascinante, y está inspirada en el controversial Diamante Hope, una gema que ha estado envuelta en misterio y tragedia durante siglos.
El Origen del Diamante Hope
La leyenda del Diamante Hope comienza a principios del siglo XVII, cuando un comerciante francés, Jean-Baptiste Tavernier, viajó a la India y, según se dice, robó un diamante azul de la frente de una estatua dedicada a la diosa Sita, esposa del dios Rama. Este acto de sacrilegio desató una maldición que, según la tradición, caería sobre todos los poseedores de la piedra.
Tavernier, a pesar de haber publicado sus memorias, nunca reveló detalles sobre cómo obtuvo el diamante. En 1668, vendió la gema al rey Luis XIV de Francia, quien adquirió el Diamante Hope como parte de un conjunto de joyas traídas desde la India. La joya, que pesaba 112 3/16 quilates, era tan impresionante que su belleza se convirtió en el tema de muchos rumores.
Aunque el diamante permaneció mucho tiempo en manos de la realeza, desapareció tras un robo en 1792, junto con otras valiosas piezas. Algunos expertos creen que, tras su desaparición, el Diamante Hope fue cortado en dos, y una de las mitades podría haber terminado en manos de un comerciante inglés llamado Daniel Eliason, mientras que la otra fue subastada en Ginebra.
La Maldición del Diamante Hope
Lo que hace al Diamante Hope tan intrigante no es solo su historia, sino las trágicas muertes que parecen estar asociadas a su posesión. Desde su descubrimiento, se ha rumoreado que todos los dueños del diamante han sufrido destinos fatales, alimentando la leyenda de su maldición.
Jean-Baptiste Tavernier, el primer poseedor conocido del diamante, vio cómo su fortuna se desvanecía después de la venta. Años más tarde, escapó a Rusia, donde vivió en la pobreza y murió en las frías calles.
El funcionario francés Nicolas Fouquet también fue víctima de la maldición. Tras pedir prestada la gema para un baile, fue arrestado y murió de hambre en prisión en 1680. Incluso el propio Luis XIV, quien recibió el diamante como parte de su tesoro real, no escapó de la tragedia. En 1726, después de haber tocado por primera vez la joya, murió de gangrena, meses después de su encuentro con el diamante.
Las tragedias no terminaron ahí. Los últimos monarcas franceses que poseyeron el Diamante Hope, Luis XVI y María Antonieta, fueron ejecutados en la guillotina en 1793, luego del saqueo del Depósito Real.
El comerciante David Eliason, que vendió la piedra al rey Jorge IV de Inglaterra, también sufrió la maldición. El monarca, sin conocer la oscura historia de la joya, la incrustó en su corona. Años más tarde, Jorge IV perdió la razón y falleció.
¿El Final de la Maldición?
En 1949, el diamante fue adquirido por el experto en diamantes Harry Winston, quien lo cortó para realzar su brillo. Luego de esto, Winston donó la piedra al Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian en Washington, donde permanece hoy. Sin embargo, Winston no pudo escapar de la maldición, pues murió de un ataque al corazón poco tiempo después de su donación.
Hoy, el Diamante Hope se exhibe en el Smithsonian, donde su resplandor sigue fascinando a quienes lo observan. Sin embargo, su historia de tragedia y misterio sigue viva, y su maldición parece haber tocado a más de uno de sus propietarios a lo largo de los siglos.
¿Será que realmente la joya sigue maldita? Lo que es seguro es que su historia, al igual que la de Rose en Titanic, sigue dejando huella.