Todavía recuerdo aquel día en su oficina de Presidencia en el Palacio Municipal. Nos recibió para entrevista, a un reducido número periodistas, en medio de la polémica desatada por su anuncio de colocar una estatua de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori en Plaza Bicentenario.
Entonces, dijo: “Porfirio Díaz fue un patriota y no merecía vivir en el olvido. En mi particular opinión, es un héroe que estuvo 32 años como militar defendiendo a México, y luego 30 años como presidente poniendo orden, paz, y progreso”, y a la pregunta si habría algún “candado” para que una futura Administración no la pudiera retirar -futuro que ya llegó- respondió: “Mi único candado, será, yo entregarla en comodato; en caso que la quieran mover, pues que me la entreguen”, entonces podría llevársela y ponerla en su casa. Aquel día, estaba de tan buen humor que incluso bromeó, pues dijo que así podría cuadrarse cada que pasara frente a la escultura, “… así tendría que cuadrarme yo por un lado con mi esposa, por otro lado con Don Porfirio, para saludar a los dos”, dijo entre risas.
Eran los últimos días de agosto de 2015, hace apenas tres años, cuando muchos orizabeños fijaban postura a favor o en contra; pero finalmente, el 1 de septiembre, con bombo y platillo, fue develada la escultura ante invitados especiales, como algunos bisnietos de Don Porfirio, además de ciudadanos, los que guardaban silencio otorgaron su aprobación, y otros con gritos de “¡asesino! ¡dictador! ¡traidor!” manifestaron su rechazo.
En vida Don Porfirio siempre fue motivo de conversación, hoy muerto, todavía causa revuelo. Los regidores de Morena, Francisco José Aguilar y Rocío Sosa, presentaron un punto de acuerdo al Cabildo orizabeño para aprobar el retiro de la escultura de tres metros de altura; aprobado por los cinco Regidores y la Síndico, el Alcalde, sólo con su soledad partidista, porque es el único representante del PRI, tuvo que hacer uso de la facultad que le otorga la Ley Orgánica del Municipio Libre para vetar el acuerdo; sin embargo, la última palabra será dicha en la siguiente sesión, donde se espera que una vez más el tema sea puesto en la mesa.
Decía en aquellos ayeres, Juan Manuel Diez Francos, cuando estaba en la “plenitud del pinche poder” frase atribuida a Fidel Herrera Beltrán, que la de Orizaba, era la única estatua de Díaz en una plaza pública de México. El empresario también confesó su admiración por otro exdictador, Francisco Franco Bahamonde, en España, y quien hoy día es citado en renombradas obras, incluida la novela “El tiempo entre costuras” de María Dueña, cuya historia se desarrolla precisamente en esa época, y que por cierto fue llevada a serie por Netflix, aunque recomiendo mejor leer el libro, siempre deja mejor sabor de boca.
El asunto es, si esto pasa ahora, cuando los nuevos gobiernos electos, el estatal con Cuitláhuac García, y la Presidencia de la República a la que llegará también en unos días Andrés Manuel López Obrador, ¿Qué pasará cuando ya estén en funciones? ¿Qué pasará cuando los municipios con amplia presencia “morenista” se sientan más fuertes y respaldados?
De hecho, auguro que el Ayuntamiento de Orizaba habrá de enfrentar muchos dilemas, contradicciones, conflictos y más. Recuerden que los diputados locales de Morena le tienen guardada al Alcalde orizabeño, la exigencia de “juicio político” por desatender el exhorto del Congreso para destituir a Juan Ramón Herebía, por el asesino de los dos jóvenes profesionistas, Ernesto y Román Pérez González.
Para como pintan las cosas, no dudemos que un día esté en la orden del día de una sesión de Cabildo, la propuesta para regresar a las canasteras a las calles de Orizaba; o una consulta para el retiro de parquímetros, u otra demanda que tenga por argumento, el mandato del pueblo.
Viene mucho más, y como dice una amiga reportera, esperemos no decir un día “estábamos mejor cuando estábamos peor”. El destino de Don Porfirio en aquella época fue el destierro de su Patria. Y parece que el destino de su estatua en Orizaba es el destierro de la plaza pública Bicentenario. Lo único bueno será que el militar odiado por muchos mexicanos y admirado por otros, y quien sin duda trajo a México muerte, pero también gran desarrollo, tendrá a Don Juan Manuel cuadrándose frente a él, cada que vea la escultura devuelta, en su propio jardín.
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