Las fuertes lluvias y el oleaje imparable que azotan al puerto de Acapulco han dejado graves daños en zonas emblemáticas como Puerto Marqués, El Revolcadero y Pie de la Cuesta, siendo esta última una de las más afectadas. Conocida por ofrecer algunos de los atardeceres más impresionantes del mundo, Pie de la Cuesta se enfrenta a un desafío mayúsculo: entre 65 y 70 restaurantes han sido gravemente impactados debido a la erosión causada por el mar, que literalmente se comió la franja de arena que separa los establecimientos de la costa.
La distancia de 30 metros que protegía a los restaurantes se redujo drásticamente cuando el agua llegó hasta las construcciones, causando pérdidas materiales importantes. A pesar de la falta de ayuda inmediata, los restauranteros han demostrado un inquebrantable espíritu de resiliencia. Nelly Cienfuegos, una restaurantera con años de experiencia, expresa su determinación:
“No nos vamos a esperar hasta que llegue la ayuda. Nos pusimos a trabajar, porque de aquí comemos y vamos para adelante”.
Trabajo conjunto y esperanza en medio de la adversidad
Aunque autoridades de Turismo y la Secretaría de Bienestar han visitado la zona y prometido que la ayuda llegará en los próximos días, los habitantes de Pie de la Cuesta no han esperado. Un total de 22 restaurantes ya han sido habilitados y reabiertos para ofrecer sus servicios. Los trabajadores han unido esfuerzos para emparejar la arena, poner mesas y sillas, y volver a recibir a los turistas, quienes siguen llegando para disfrutar de la belleza del lugar y su comida tradicional.
Pie de la Cuesta, una comunidad con historia desde la fundación de Acapulco, ha visto este tipo de fenómenos en diversas ocasiones. Las grandes olas y las lluvias han amenazado este paraíso en múltiples episodios, pero los acapulqueños siempre han sabido levantarse. Doña Nelly, al igual que otros restauranteros, mantiene viva la esperanza y la lucha:
“Es el lugar de donde comemos y nos tenemos que recuperar. No nos podemos quedar cruzados de brazos a esperar”.
Este espíritu acapulqueño de resistencia sigue inspirando a propios y extraños, en un rincón de México donde el mar y la naturaleza imponen retos constantes, pero también regalan postales inolvidables.