En su edición de ayer, este diario publicó el contenido de dos documentos oficiales que dan cuenta de: 1) la comparecencia de Joaquín “El Chapo” Guzmán ante el Ministerio Público, en el penal de El Altiplano, al día siguiente de su detención de Mazatlán; 2) la declaración ministerial del “secretario particular” del capo, el ex militar Carlos Manuel Hoo Ramírez, realizada el mismo día, y 3) el parte informativo de dos marinos que participaron en la operación del sábado 22 de febrero.
La primera parte resulta cómica. El Chapo dice ser agricultor y tener ingresos por 20 mil pesos al mes. Afirma que siembra maíz, sorgo, frijol y cárcamo (sic). No fuma cigarro comercial y bebe alcohol muy esporádicamente. No pertenece a cártel alguno y no conoce a nadie que esté en la delincuencia organizada.
La segunda parte proporciona una gran cantidad de nombres de aliados y enemigos del jefe del cártel de Sinaloa. El declarante Hoo Ramírez -a quien apodan El Cóndor y fue detenido al mismo tiempo que Guzmán Loera- pinta a una organización activa en varios giros criminales, pero no tan bien cimentada como se cree.
La Federación está cuarteada. El Chapo no se entiende con el cártel de Jalisco y tiene oposición en su propia tierra, Sinaloa, de parte de lo que queda de los cárteles de los Beltrán Leyva y de Juárez.
Una guerra interna es posible, advierte el jefe de ayudantes de Guzmán Loera. Entre sus sucesores asoman la desconfianza y las dudas sobre una posible traición. El mandamás de la plaza de Mazatlán, El Negro Bravo, aliado con los hijos de El Chapo, podría pedir cuentas, por la detención de éste, a Dámaso López, compadre de Guzmán Loera y encargado de arreglar la relación con autoridades de todos los niveles.
Quien puede resolver el conflicto es otro compadre del capo, Ismael El Mayo Zambada. Él controla la plaza de Tijuana, “se mueve por el lado de El Salado y El Álamo, más pegado a la sierra”, y se desplaza en avionetas. A las reuniones que tenían El Chapo y El Mayo, como la que ocurrió hace apenas tres meses, siempre acudía El Negro Bravo, dice Hoo Ramírez.
La tercera parte genera dudas sobre la forma en que fue capturado El Chapo.
Uno de los dos marinos afirma que “siendo aproximadamente las 6:40 horas del día de hoy (sábado 22 de febrero), al encontrarnos realizando funciones propias de esta institución en el combate contra la delincuencia organizada… a bordo de unidades oficiales, al estar circulando por la avenida del Mar, precisamente por el edificio conocido como Torre Miramar, nos hizo el alto con las manos una persona del sexo masculino, de aproximadamente 1.80 metros, de complexión delgada, quien vestía pantalón de mezclilla y playera tipo polo color azul, por lo que detuvimos nuestra unidad”.
En la narración de los hechos, los marinos dicen que dicha persona, habitante de la Torre Miramar, manifestó que minutos antes había entrado en el inmueble una persona armada, quien se estuvo paseando en su interior. Y que, “con el fin de descartar cualquier amenaza a la ciudadanía que habitaba en el condominio”, los marinos ingresaron en la torre, subiendo por las escaleras, sin encontrar personas armadas sino hasta el cuarto piso.
Continúa el relato: “Frente al departamento 401, se encontraba una persona del sexo masculino con un arma larga en la mano”. Los marinos le pidieron que la tirara. “Ante esta advertencia, el sujeto nos apuntó con el arma e ingresa corriendo al departamento 401”, donde, finalmente, deja caer el arma y se entrega.
Por esta versión, parecería que la captura de El Chapo fue obra de la casualidad. Pero hay tres problemas con esa explicación:
1) Los marinos dicen que pasaban frente a la torre Miramar, “realizando funciones propias de esta institución”, y que fueron alertados por un hombre de la presencia de una persona armada, pero también dicen que actuaron “ante esa información y aunado a que se contaba con datos de que en el citado edificio se encontraba Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”.
2) La narración de la detención del hombre armado, quien resultó ser Carlos Manuel Hoo Ramírez, fue desmentida por éste en su declaración ministerial. “Cuando entraron ellos, yo me encontraba dormido, y también es mentira que yo les haya apuntado con el arma”. Además, niega haber estado caminando por el inmueble.
3) La versión oficial de la PGR sobre la detención de El Chapo no se parece nada a la narración de los marinos en su parte informativo. En el hangar de la Armada, el sábado 22 de febrero, el procurador Jesús Murillo Karam dijo que después de que Guzmán Loera se escapó por el drenaje en Culiacán, “hubo momentos en que pudo haber sido aprehendido, pero la prudencia y el sentido común hicieron que evitáramos hacer la detención en un lugar donde pudiera ser afectada la ciudadanía y esperar el momento más adecuado, que fue justamente el que se dio”.
Además, en el boletín 025/14, la PGR apunta: “El viernes 21 de febrero, información de inteligencia confirmó que Joaquín Guzmán Loera se encontraba en Mazatlán, Sinaloa. Un grupo de fuerzas especiales se trasladó a dicho puerto para rastrearlo. A lo largo de la madrugada del sábado 22, se realizó trabajo de inteligencia en campo para determinar la ubicación exacta del fugitivo. A las 06:15 horas, se conformó la localización del objetivo en el condominio Miramar, un edificio de 11 pisos con 27 departamentos. El perímetro del edificio fue asegurado para impedir cualquier intento de escape”.
Entonces, ¿operativo de inteligencia o casualidad?