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El Caballero

Superiberia

Crean versión anglosajona de la película mexicana somos lo que hay

Para quienes digan que México es un país que se caracteriza por hacer cintas malas de horror, siento diferir en ello, actualmente la industria del cine en nuestro país (que sí existe, créame) están desarrollando un sub género más estilizado y de una raza cruel, para demostrarlo recordemos la película de un liberal y poco ortodoxo Jorge Michel Grau, llamada Somos lo que hay, la cual retrata la historia de una familia de antropófagos (conocidos en la urbanidad como caníbales) que pierden al jefe de la familia y que al igual que cualquier núcleo social, deben mantener su unión, y sus costumbres.La forma como Grau nos contaba esto en 2010 nos daba ese paseo nocturno a esa parte de los titulares de la sección policíaca que siempre nos dieron morbo por investigar más; leímos de un caníbal en la colonia Guerrero del Distrito Federal, supimos del caníbal de Rotemburgo, pero ¿sabíamos de una familia de caníbales en la capital de nuestro país?

La cinta nos presenta una idiosincrasia familiar, en la que sus integrantes se esfuerzan por preservar sus tradiciones (sangrientas) hasta el grado de no poder resistir más y entonces es cuando sucede lo interesante de este proyecto.

En cuanto a las actuaciones pudimos apreciar a Paulina Gaitan, joven actriz que prácticamente se robo la película, a la cual actualmente podemos ver en la serie de ciencia ficción The River (Creación de Steven Spielberg).

A tres años de su estreno, llega a las salas cinematográficas We are what we are es un american-gothic alejado de lo que uno esperaría del american-gothic, construido a base de atmósfera, atmósfera y más atmósfera.

Historia cocinada a fuego lento, el trabajo de Cory McAbee vuelve a recaer en la fuerza visual, con esa mirada inquietante que tan bien supo demostrar en Stake Land pero con el un giro que le permite pasar del fantastique apocalíptico al apocalípsis del núcleo familiar.

Deprimente hasta decir basta, esa desaceleración del ritmo le permite a la estructura y a los personajes ir desgranándose en capas terroríficas, como el que deshoja una rosa para encontrar más y más pétalos podridos.

Al igual que su antecesora, no es la típica película ni de caníbales, ni de familias de psicópatas; lo que sí absorbe de aquella cinta de Jorge Michel Grau es la entrada directa a las costumbres, relaciones y complicaciones dentro de las cuatro paredes capaces de ocultar horribles misterios.

No se basa en la explotación de la violencia, ni siquiera del intento de hacer una cinta de terror: es un drama con una fuerte carga depresiva y con puntuales momentos horribles, donde sus protagonistas se derrumban por momentos al igual que el pueblo en el que viven se hunde más y más en la lluvia que lo ataca día y noche. Suena horrible decirlo, pero estos caníbales son humanos. Y son una familia: se quieren, se odian, se ayudan, se pelean y se vuelven a amar.

Se percibe una fuerte insistencia de explicar de donde proviene todo, apuntando eso sí a la fuerza de la mujer por encima de la desesperación del hombre. Por esto es tan importante que en esta versión de la historia todo comience con la desaparición de su madre, dejando desesperado a un hombre que no sabe como tirar hacia delante a su familia. Cuando todo apunta al desastre, sus decisiones no son afrontar el peligro sino actuar comolo haría un cobarde.

Otro acierto más: las chicas son las protagonistas, ellas son las que sufren la transformación y las que deben decidir si continuar o no la tradición familiar. ¿Y esta doble moralidad? Ahí está la gracia; ellas pertenecen a ello, ellas participan en ello, pero también son conscientes de que ni tiene futuro, ni tienehumanidad.

Una experiencia extraña, pero ahí radica gran parte de su magia: dibujar personajes horribles en un ambiente depresivo del que, de verdad, quieres quese salgan con la suya.

We are what we are es un plato de calmada digestión del que se aprende una barbaridad, y que requiere una paciencia y una observación realmente recompensada por un bien estar (o no) en el estómago como ningún otro. No para todos los paladares, pero sí para los que buscan cine entre tanto psicópata y retador; encontrarán oro.

 

Colaboración: 

Oscar Aguilar

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