La vida humana y animal está en constante peligro debido a la depredación del bosque de niebla, un ecosistema vital para la biodiversidad y el equilibrio ecológico. Según estudios del Instituto de Ecología (INECOL), actualmente solo queda un 1% de este bosque en el territorio nacional, lo que coloca en grave riesgo la permanencia de muchas especies, incluyendo a los seres humanos. El director del campus de Xalapa del INECOL, Armando Contreras, destacó que el crecimiento de la mancha urbana es la principal amenaza que enfrenta este entorno.
“Debemos generar políticas públicas que ayuden a cuidar el planeta”, expresó Contreras, advirtiendo que el crecimiento infinito de las ciudades no es viable en un planeta con recursos limitados. Además, subrayó que el bosque de niebla es esencial para la supervivencia de la vida en la Tierra. “No tenemos garantías de permanencia”, señaló, comparando el riesgo de la humanidad con el de un tlacuache que, al salir de su refugio, puede encontrarse con un depredador.
Contreras también hizo un llamado a disfrutar de la vida mientras existe, resaltando que “no hay nada que nos asegure el mañana”. En este sentido, instó a los seres humanos a vivir con conciencia y disfrutar del momento, al tiempo que recordó que los alrededores de Xalapa aún conservan fragmentos de bosque y selva que albergan especies cruciales para el equilibrio de la naturaleza.
El trabajo del INECOL en la conservación del bosque de niebla es fundamental. Su Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, ubicado entre Xalapa y Coatepec, alberga más de 1,100 especies en exhibición, con un total de 6,700 individuos. Además, el INECOL cuenta con un herbario en Pátzcuaro, Michoacán, con más de un millón de ejemplares que sirven para investigaciones científicas y son un referente de la riqueza biológica del país.
“Lo que generamos con nuestra investigación es esencial para que los gobiernos puedan elaborar políticas públicas efectivas en la preservación de la biodiversidad”, concluyó Contreras. La información recabada debe transformarse en acciones concretas, ya que la madurez de una sociedad radica en su capacidad para impulsar políticas que aseguren el futuro de nuestro planeta y de todas las especies que lo habitan.
