En varias ciudades de Europa, circulan videos que muestran aterradores y sorprendentes demonios que salen a las calles en países como Austria, Alemania, Hungría, Eslovenia y algunas zonas del norte de Italia. Se trata de Krampus, una antigua tradición que cada año recorre vecindarios enteros, buscando a los niños (y no tan niños) que no se comportaron de manera ejemplar. Aunque los demonios que danzan por las calles con sus espeluznantes disfraces pueden causar miedo, en realidad, la fiesta es una celebración que tiene más de diversión que de terror.
Una Fiesta con Historia
El rito de Krampus, celebrado cada 5 de diciembre desde el siglo XIX, es tan único y significativo que la UNESCO lo reconoce como patrimonio mundial inmaterial. La tradición consiste en que los participantes, vestidos con impresionantes disfraces hechos de pieles de animales, colas de caballo y grandes cuernos tallados de madera, salen a recorrer las calles para “castigar” a aquellos que se portaron mal durante el año. A pesar de su apariencia aterradora, la fiesta es en su mayoría alegre y está llena de música folklórica y, por supuesto, una buena dosis de schnaps, un aguardiente local.
El Encuentro con los Krampus
Antes de salir al desfile, los participantes se reúnen en tabernas locales, donde disfrutan de té y beben schnaps para calentarse. Una vez listos, se adentran en las calles, donde los Krampus – con su cuerpo demoníaco, patas de cabra, cuernos enormes, pelaje grueso y una canasta a la espalda – hacen su aparición. Según la tradición, los Krampus son el oscuro ayudante de San Nicolás. Mientras este último recompensaba a los niños buenos, el Krampus se encargaba de asustar a los que no figuraban en la lista de los bien portados, golpeándolos simbólicamente con varas de abedul.
A pesar del susto, no todo es terror: al final del recorrido, los Krampus a menudo entregan dulces a los niños, un gesto que suaviza el ambiente después de la intensa emoción del desfile.
Orígenes y Mitos
La figura de Krampus tiene una historia profunda que se remonta a la mitología nórdica. Su nombre, que proviene del alemán “krampen” (garra), se asocia con Hel, la diosa del inframundo, y tiene fuertes raíces paganas. Esto, sumado a su apariencia demoníaca, hizo que la Iglesia Católica lo prohibiera en las celebraciones navideñas, temerosa de que su figura oscura eclipsara la figura de San Nicolás.
En el mundo actual, el Krampus se ha convertido en una figura icónica de las festividades navideñas en estas regiones de Europa, con su mezcla de miedo y diversión, una tradición ancestral que sigue ganando seguidores y dejando una marca en quienes la experimentan.