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El inesperado arresto de Ismael “El Mayo” Zambada no solo tomó por sorpresa al gobierno de México, sino que también expuso a la Fiscalía General de la República (FGR), a la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana y al presidente Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de la gravedad del asunto, las autoridades mexicanas tuvieron que esperar dos semanas para recibir la versión oficial de Estados Unidos sobre la captura de Zambada. La información fue entregada por el embajador Ken Salazar, en respuesta a las declaraciones de AMLO sobre la supuesta falta de colaboración entre ambos países en este caso.
Ken Salazar aseguró que la FGR estaba al tanto de la información que poseía el Departamento de Justicia de EE.UU. y subrayó que la relación con México se basa en la cooperación y el respeto a la soberanía. Sin embargo, el académico de la Universidad de Columbia, Edgardo Buscaglia, fue contundente en su análisis:
“Al gobierno de AMLO lo tomaron por sorpresa, quedó pedaleando en el aire y era obvio: hay una enorme corrupción. La había en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, pero la hay aún más en el caso de López Obrador. Entonces, no iban a compartir información ligada a un operativo de inteligencia previo”.
Además de la versión oficial estadounidense, han circulado otras teorías entre periodistas, sugiriendo que podría haberse tratado de una entrega pactada, un secuestro o un engaño por parte de Joaquín Guzmán López para que “El Mayo” Zambada subiera voluntariamente al avión que lo trasladó al aeropuerto de Santa Teresa, Nuevo México.
Buscaglia señaló que, independientemente de la versión, todas coinciden en un punto: “Fue un operativo de inteligencia orquestado con bastante habilidad, ya sea porque elementos del gobierno americano estaban o no presentes, si fue solo una iniciativa de Joaquín Guzmán López o si existió uno, dos o tres aviones involucrados”. Para el académico, la detención de Zambada, sin importar la razón, marcó un alto a la simbiosis de corrupción que se estaba gestando entre el Cártel de Sinaloa (al menos la facción de Zambada García) y el Estado Mexicano.
“De ahí -de esa simbiosis- la relación de este gobierno de AMLO con el Cártel de Sinaloa; que era en realidad una relación de amistad y abrazos, usando la palabra ‘abrazos’ en el sentido que la usó el presidente”.
Buscaglia también destacó que, aunque no hay información precisa sobre los posibles pactos entre el cofundador del Cártel de Sinaloa y los gobiernos de México o Estados Unidos, existen antecedentes de organizaciones criminales chinas en Sudamérica que terminaron colaborando estrechamente con el Estado.
“Son un tentáculo de la política exterior de China, Corea del Norte, Rusia o Venezuela; son delincuencia organizada de Estado que opera como un tentáculo de las políticas exterior e interior”.
Utilizando como ejemplo las redes criminales chinas que trafican minerales en Sudamérica, Buscaglia sugirió que el tamaño, organización y poder del Cártel de Sinaloa lo conducían hacia una “simbiosis de corrupción con el Estado” como estrategia de supervivencia y prosperidad.
“Esa era la estrategia que apuntaba a realizar y lo estaba haciendo ya a nivel de los estados de Durango y Sinaloa, operando coordinadamente junto al Estado, metiendo dineros en contrataciones públicas, construcción de puentes y caminos, para transformarse en un tentáculo (criminal) de los Estados”.