Lo dijo en su Informe hace un par de días en Palacio Nacional. Que más bien fue mensaje. En los Los Pinos se hizo el anuncio oficial. Foster + Partners y Fernando Romero serán los encargados de la construcción de la nueva terminal aérea del Distrito Federal. Su proyecto ganó, fue elegido por encima de los otros equipos que participaron: Legorreta + Legorreta y Rogers, Stirk, Harbour +Partners, Zaha Hadid Architects + Serrano Arquitectos, TEN Arquitectos + SOM + SENER, Teodoro González de León + TAX (Alberto Kalach), Grupo Sordo Madaleno, Francisco López Guerra + Pascall+Watson y BGP (Bernardo Gómez Pimienta) + Gensler. El de Foster y Romero dará origen al que, dicen, será el aeropuerto más sustentable del mundo. El mejor, si se toma en cuenta que así han sido catalogados las otras monumentales construcciones que Norman Foster ha realizado, como el aeropuerto de Hong Kong y el de Beijing.
En ninguna otra parte del mundo, en ninguna otra ciudad de dimensiones como la Ciudad de México, su aeropuerto internacional está situado dentro de, justamente, la ciudad. El JFK de Nueva York, uno de los más transitados del mundo, está a 20 kilómetros de Manhattan. La principal conexión aérea en París, el Charles de Gaulle, se encuentra cerca de Roissy, a 25 kilómetros de la capital francesa. El LAX se ubica a 25 kilómetros del centro de Los Ángeles. El nuestro, las dos terminales, se encuentran en la delegación Venustiano Carranza, al oriente de la ciudad, justo en la frontera de la capital con el municipio de Nezahualcóyotl, uno de los más habitados del territorio mexiquense.
Desde hace varios años se había hablado —y desde hace mucho más se había notado— sobre la necesidad de una nueva terminal aérea para el Distrito Federal. El fallido intento de Vicente Fox con su propuesta, que sólo dejó vivo el expediente de Atenco; y la ampliación del aeropuerto, la Terminal 2 como anexo al actual Internacional Benito Juárez, que une un aerotren para acortar tiempo de traslado entre ambas terminales separadas por tres kilómetros.
La construcción de las nuevas pistas de aterrizaje y despegue ha sido desde entonces, cuando en el sexenio de Vicente Fox se intentó llevarla a cabo, un asunto complicado por los terrenos ejidales que se encuentran en los alrededores de la que sería el terreno de construcción y que hoy son los terrenos vecinos, donde se encontrará el nuevo aeropuerto.
Sin duda alguna será la máxima obra de infraestructura del sexenio. Muy bien, es necesaria para una ciudad como la nuestra, que se vuelve punto de encuentro para tantos puntos al interior de la República y de Latinoamérica. Ahora bien, faltará que esto se complete con otro proyecto, también de infraestructura, que asegure que el tránsito de los alrededores y las vías de acceso al nuevo aeropuerto serán suficientes y, sobre todo, adecuadas para esta obra que se apunta como la máxima en sustentabilidad en todo el globo. Para que sea también un ejemplo y un motivo para que ésta se convierta en una ciudad mucho más amigable con los ciudadanos y cualquiera que sea su opción de transporte.