La tendencia creciente a explicar los fracasos por las circunstancias, o culpar de ello a fuerzas que salen del control del individuo es un signo de nuestro país.
El victimismo se ha instalado en nuestra idiosincrasia. ¿Para qué invertir tiempo y esfuerzo en cambiar las cosas si algún ente perverso y manipulador puede ser responsabilizado de todo lo malo que ocurre?
Por ejemplo, el discurso de la CNTE -lo crean o no sus miembros y simpatizantes- es precisamente ese: la infraestructura escolar es tan deficiente, y las condiciones de vida de los alumnos y maestros tan precarias, que no tiene sentido ni dar ni tomar clase.
Y así justifican el paro en miles de escuelas y la afectación a cientos de miles de niños y jóvenes. Para ellos, sólo una revolución puede revertir las condiciones que hoy hacen imposible formar a los estudiantes.
Ese discurso se cae cuando aparece alguien como Sergio Juбrez Correa, el maestro tamaulipeco que desarrolló un sistema práctico de enseñanza capaz de estimular el talento de sus alumnos, entre quienes está Paloma Noyola, la llamada Niña Jobs.
Los orígenes de Juбrez Correa no son muy diferentes de la imagen que gustan pintar de sí mismos los integrantes de la CNTE: creció en una colonia irregular de Matamoros, asentada sobre un antiguo basurero, donde no había agua, drenaje, ni luz. Por las noches las ratas se paseaban por debajo de su cama.
En la escuela normal padeció las mismas deficiencias de formación que el resto del magisterio. Después de pasar sus primeros años como maestro en una zona remota de la costa del Golfo de México, fue reubicado en un plantel de la misma colonia donde creció.
La José Urbina López es una de esas escuelas donde según la CNTE es imposible aprender. El olor fétido de la basura la asalta al amanecer; tiene cuarteaduras en paredes y pisos; los muebles y pizarrones hace rato que dejaron de servir; los baños están rotos y durante la época de lluvias el agua se cuela por el techo.
Paradójicamente, la colonia donde está ubicada la escuela se llama El Cambio. Ese nombre fue justamente lo que inspiró a Juбrez Correa a desarrollar su propio método de enseñanza. “Había que hacer algo diferente”, ha relatado el profesor, algo que rompiera con el sistema de impartir clase y esperar que el alumno memorice.
Y así fue como, a partir de la autocrítica, empezó a buscar en internet modelos de enseñanza novedosos. Y dio con los de Sugata Mitra, un profesor de tecnología de la educación de la Universidad de Newcastle, Inglaterra.
Nacido en Calcuta, en 1952, Mitra se dedicó durante casi una década a realizar trabajo de campo en zonas rurales pobres de la India y concluyó que la limitación de recursos pedagógicos podía ser paliada con el uso de computadoras e internet.
Para probar la importancia de la curiosidad y el estímulo en el proceso de aprendizaje, Mitra instaló una computadora de alta velocidad en el muro que divide el sector tecnológico de Nueva Delhi de una villa miseria.
El experimento, monitoreado con una cámara oculta, fue denominado Hole in the wall (agujero en la pared) y demostró que, en ausencia de un maestro, los niños pueden educarse a sí mismos y enseñar a otros niños.
El principio de la “enseñanza mínimamente invasiva” fue descubierto en internet por Sergio Juбrez Correa y adaptado en su salón. En lugar de indicar a los niños cómo resolver un problema, los hizo trabajar en grupo, para que juntos, con una mínima supervisión por parte del maestro, encontraran la solución.
El caso de la escuela José Urbina López deja muchas enseñanzas. Primero, que las burocracias y los métodos de enseñanza rígidos son un estorbo para la educación, pero es uno que puede ser superado por la innovación.
Segundo, que las explicaciones de los integrantes de la CNTE sobre el rezago educativo podrán servirles a ellos, a manera de excusa para mantener privilegios -como el acceso automático a puestos de trabajo-, pero condenan a los niños a depender de un sistema que no les da herramientas para salir adelante.
Con el pretexto de hacer “la revolución”, los sectores más retrógradas del magisterio quieren dejar intacto el sistema escolar, al menos en lo que tiene que ver con sus conquistas laborales.
A diferencia de Mitra y Juбrez Correa, quienes desean la menor interferencia posible por parte del maestro en la enseñanza, los integrantes de la CNTE ponen al profesor en el centro del debate y se niegan a dar clase -e incluso que otros las den en lugar de ellos- mientras no se resuelvan sus demandas.
Y eso hace que uno se pregunte: cuál es el mejor camino al progreso con educación: el de un maestro que innova a pesar de las carencias de su entorno y estimula a sus alumnos a aprender y ser mejores, o el de aquellos que dicen que para cambiar al país hay que cerrar las escuelas.