El sistema educativo mexicano, es plenamente omiso en la impartición de educación financiera, tanto en los niveles obligatorios como en los universitarios y de posgrado. Carecemos de la formación necesaria sobre cómo administrar las finanzas personales y el patrimonio. Es otra deficiencia del país.
La debilidad es estructural, pues prácticamente ningún plan de estudios, advierte asignaturas de finanzas personales y cultura financiera; son temas que no existen en el modelo. Insisto en que es a todos niveles y sin distinguir entre instituciones públicas y privadas. No es tema socioeconómico, sino formativo.
Las consecuencias, no se ciñen sólo a lo educativo, y mucho menos al ámbito personal de cada ciudadano, sino que involucran al erario y afectan la viabilidad de las finanzas públicas. Sobran ejemplos: altas deudas; nulo ahorro para el retiro; baja calidad en seguros; falta de presupuestos; y demás usuales en México.
Según sondeos del Banco Mundial, en México el 70% no planifica sus finanzas. Se incluye a todos los estratos sociales y la excusa es general: el ingreso no alcanza para ahorrar y planear. Es cierto para muchos, pero no se trata sólo del ingreso, sino de entender la necesidad y prepararse para los años menos productivos.
He podido replicar tal tipo de investigaciones en grupos de posgrado. Los resultados son similares y parecen empeorar entre más alto es el ingreso del profesionista. Vuelvo a insistir, no es cuestión de salario o nivel socioeconómico, sino de cultura y educación.
Al abordar el tema, es común que se minimice a la individualidad de cada persona, e igual hay quienes lo valoran de mal gusto. La verdad, es que se trata de una cuestión trascendente y que debe volverse prioritaria en el país, sobre todo para los más vulnerables: los menores de 45 años.
En la década de 2030, nuestro bono demográfico comenzará a invertirse y seremos un país de gente adulta. La media de hijos por familia ha disminuido y la tendencia es a la baja. La esperanza de vida crece a la par de los avances de la medicina. Es el diagnóstico: presión financiera, una bomba de tiempo.
Así, si no construimos un andamiaje sólido en nuestras finanzas, será inviable que el erario se ocupe de nosotros. El apoyo familiar, tampoco será opción suficiente, por la cuestión demográfica que le decía. Estamos en nuestras propias manos y debemos considerarlo, es el porvenir.
El Estado, urge de fortalecer las políticas públicas al respecto, pues un futuro con amplia población en estatus de insolvencia financiera, no es recomendable para ningún país. Y ahora sí que no sólo por lo financiero, sino por lo social.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.
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