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ECCE HOMO: TERCERA LLAMADA

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

Mañana, Jueves Santo, a las 20:00 horas comienza la puesta en escena “La Pasión de Cristo 2017” en Toma-tlán, con la recreación de la Última Cena y la detención del profeta Jesús. Pasado mañana, Viernes Santo, será la segunda jornada teatral, iniciando al medio día con el juicio del Nazareno, ‘Ecce homo’ – “he ahí el hombre”, como dijo el pretor Poncio Pilato al entregarlo a la turbamulta azuzada por los sumos sacerdotes- y su crucifixión por desafiar al Imperio Romano y sus aliados del Sanedrín judío.

En Tomatlán son ya setenta años de la tradición llamada ‘Semana Santa en Vivo’ y en esta edición serán cincuenta actores en escena en una obra interactiva pues el público no sólo es espectador sino participante en la multitud que decide, a gritos, entre Jesús y Barrabas, el guerrillero zelote –no era un ladrón sino un nacionalista que luchaba contra la invasión romana. Curioso asunto: Jesús también era un disidente político y tomó el lugar del subversivo Barrabás en el martirio físico-,  además de acompañar al Nazareno en su camino al Gólgota.

La cultura se amalgama con el fervor en Tomatlán y la invitación está abierta para todos los que quieran presenciar la recreación de aquel episodio que cambió la historia de la  humanidad y a la vez apoyar a una comunidad que ha hecho del arte teatral un signo de identidad. Como cada año, Tomatlán comparte ese arte con todos.

 

VINAGRE Y HIEL

El oaxaqueño Flavino Ríos pasará los días santos en su casa, desde ahí le rezará a la deidad que lo socorrió, sea buena o mala. Le autorizaron el arresto domiciliario en su palacete del conjunto habitacional El Lago, en Xalapa, uno de los dormideros de los nuevos ricos –esos que se hicieron de fortunas con la política-. Lo liberan con un mandato judicial disfrazado de piedad sanitaria. Algo que no se merece pues son muchas las pillerías por las que debería permanecer en una penitenciaria.

Dicen que padece una cardiopatía, ese fue el pretexto para sacarlo desde hace algunas semanas de la celda que ocupaba en el penal de Pacho Viejo, en Coatepec, pero las contradicciones son evidentes y emanan de la boca de los mismos funcionarios. La versión original fue que sufría una arritmia cardiaca por lo que fue llevado a un nosocomio privado. Luego se filtró que estaba delicado de salud, pero el gobernador Miguel Ángel Yunes corrigió la especie, apenas el fin de semana,  argumentando que sólo tenía presión arterial alta.

Unas horas después deslizaron que Ríos Alvarado, había sido intervenido quirúrgicamente por los médicos del sanatorio –cuya estancia le costó 10 mil pesos diarios del bolsillo de los veracruzanos- aunque no supieron decir si la operación fue del corazón o de las arterías y en el colmo de la obviedad,  sin guardar siquiera reposo lo mandan a su casa a compurgar el arresto domiciliario por consideración caritativa. Vaya, no fuera un pobre porque a ese sí lo retienen en la cárcel aunque esté agonizando.

La liberación –eso de la “prisión domiciliaria” es una vacilada- del oaxaqueño es una afrenta para los jubilados y pensionados que fueron apaleados en la Plaza Regina en diciembre del 2015 por órdenes de Ríos Alvarado cuando era secretario de Gobierno, y quienes veían en su detención, un resquicio de justicia. Nada, el gobierno estatal que encabeza Yunes Linares los abofeteó al permitir que Flavino Ríos se vaya a su casa como si fuera un hombre probo.

Se fue a su casa Flavino Ríos ese que también está acusado de ser cómplice de desfalcar más de 2 mil 200 millones de pesos al Instituto de Pensiones del Estado (IPE). El mismo que ayudó a escapar a Javier Duarte de Ochoa. El que siendo titular de la Secretaría de Educación se prestó al desvío de recursos. Ese mismo que toda su vida ha engañado a los veracruzanos y las autoridades con la versión de que es nativo de Veracruz cuando nació en Oaxaca.

Flavino Ríos reposará en su residencia, simulada como prisión de lujo,  aun cuando siendo gobernador interino buscó por todos los medios concretar los negocios transexenales y sembrar los obstáculos para la nueva administración Estatal. Ríos Alvarado está confeso de que en los 40 días que fungió como titular del Poder Ejecutivo estatal mantuvo la famosa “licuadora” para extraviar el dinero enviado por la federación, pero eso no es suficiente para que esté tras las rejas.

Yunes Linares dejó libre a Flavino Ríos, quien costeó,  desde la Secretaría de Gobernación, la guerra sucia en su contra en la pasada campaña electoral, y quien convocó a Legisladores, Presidentes municipales y militantes del tricolor para asegurarles que el panista no tomaría posesión del cargo porque sería procesado judicialmente por corrupto. El mismo que cuando fue detenido, lanzó un dardo insidioso contra Yunes: “nunca me han acusado de pederasta”, le dijo a la prensa.

Ahora se va a su casa. Yunes lo dejó ir.  “Cosas veredes, querido Sancho”, como le dijo Don Quijote a su escudero: El platillo de Semana Santa que degustará el gobernante estatal son sus propios dichos, “ni perdón ni olvido”, sazonados con vinagre y hiel.

 

EL DEMONIO MAYOR

Miércoles Santo y de anécdotas reporteriles. El periodista argentino, Ceferino Reato, estuvo frente a frente con uno de los monstruos más sanguinarios de la historia reciente. Él mismo afirma que “fueron veinte horas a solas con el demonio mayor”, la sumatoria del tiempo que ocupó  en las entrevistas realizadas al general Jorge Rafael Videla, quien estuvo al frente de la Junta Militar que gobernó Argentina de 1976 a 1983.

“¿Cómo se me podía ocurrir entrevistar, no una sino varias veces, nada menos que a Videla, el demonio mayor de los genocidas, el número uno de los terroristas de Estado? ¿Por qué ofrecerle la oportunidad de hablar a una persona que encabezó un régimen que mató e hizo desaparecer a miles de compatriotas?”, se pregunta Reato en el inicio de su libro, “Disposición Final”, publicado en el 2012.

Ese es el dilema: dar voz o no a un criminal de tal tamaño. El también periodista argentino Horacio Verbitsky sostiene, el reportero tiene fuentes, no amigos. Y no se puede sólo entrevistar a quien piensa como él, sino su oficio lo obliga a entrevistar a quien ofrezca información que le sirva al lector. A su vez, el norteamericano  Jon Lee Anderson, confió que para hacer su libro “El Dictador”, sobre Augusto Pinochet, el genocida de Chile, hizo a un lado sus filias y fobias. “Pinochet era fascinante porque era como el último nazi, por así decirlo. Por eso quería mirarlo a los ojos. Era un pedazo de historia viva, por eso quería entrevistarlo”, afirmó.

Néstor Ferrero, exdirector de la agencia internacional de noticias ANSA en Buenos Aires, animó a Reato para darle voz al dictador Videla: “Tienes  que entrevistarlo todo lo que puedas y escribir un libro. Hay que entrevistar a todos. Si (Adolfo) Hitler viviera y te diera una exclusiva, ¿no irías, acaso? Y si se aparecieran el diablo o Dios, ¿no sería el sueño de cualquier periodista hacerles aunque sea un par de preguntas?”, cuenta en el mismo libro.

Una decisión  de esta catadura la tuvo Julio Sherer en México, quien en el 2010 fue a entrevistar al capo del Cartel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada. “Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos…”, dijo el fundador de la revista Proceso, en respuesta a los santones que se desgarraban las vestiduras por darle espacio en la revista al criminal.

El libro “Disposición final” es lectura obligatoria para los que se dedican a este quehacer periodístico y lo es porque tiene tres activos informativos ejemplares: el género de  la entrevista bien trabajado, al grado que dio para escribir un libro, porque se hizo a la vieja usanza reporteril: con lápiz y cuaderno pues a la cárcel donde se efectuaron los encuentros no se le permitió introducir una grabadora ni un teléfono móvil, ningún aparato, y la tercera porque el Dictador le dio una primicia histórica al periodista.

Videla le confesó lo que no hizo ante los jueces que lo interrogaron: la desaparición de miles de personas, a los que el régimen militar consideraba “irrecuperables” porque eran disidentes de izquierda que debían morir forzosamente para que el país fuera “purgado” del comunismo. No podían ser “reeducados” políticamente, era la deducción de la dictadura.

“Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra; no podíamos fusilarlas. ¿Cómo íbamos a fusilar a toda esa gente? Tampoco podíamos fusilar hoy a cinco en Buenos Aires, mañana a tres en Rosario, pasado mañana a cinco en Córdoba porque iba a llegar un momento en que la gente diría: “¡Basta, esto no es Cuba!”, le reveló. Es decir, le puso cifra, al menos de la parte de los victimarios, a la especulación que siempre ha habido en Argentina sobre el número de víctimas.

Fue el esplendor de lo que después se llamó jurídicamente “desaparición forzada”: los aprehendían a cualquier hora y a cualquier lugar, los trasladaban a centros de detención clandestina donde eran torturados y asesinados. Uno cadáveres eran arrojados en parajes, otros sepultados en fosas ilegales y otros más arrojados desde aviones hacia el mar, en lo famosos “vuelos de la muerte”. Y se procuraba, en la mayoría de los casos, que no fueran detenidos formalmente ni presos ni sujetos a juicios.

“No existían, era enmascarar la muerte, borrarlos por completo”, le dijo al periodista. Lo militares le llamaban “Disposición final” al destino que asignaron a miles de personas. Un término militar que es igual que se le da a cuando se desechan artefactos inservibles: una máquina, un uniforme, un tubo: disposición final, destrucción, enterramiento, deshacerse de lo “irrecuperable”.

Esa confesión llevada a un libro es la prueba de que el periodismo puede ser pieza fundamental para la construcción de la memoria histórica y de que lo que produce el reportero puede llegar a ser un documento de fe pública. Hoy la entrevista que Ceferino Reato hizo al dictador Videla es utilizada por  historiadores, sociólogos, antropólogos y demás académicos que construyen lecturas de lo que sucedió en Argentina en esos “años de plomo”, como les llaman.

 Su lectura es urgente en México y en Veracruz, también porque ahora el tema de las desapariciones forzadas, las fosas clandestinas y la destrucción de cadáveres ocupa al quehacer periodístico y tiene horrorizada a la sociedad. Argentina es un espejo en el que deben mirarse México, y Veracruz, y por supuesto, el gremio periodístico.

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