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DUARTLÁHUAC

Superiberia

Por: Andrés Timoteo  /  columnista

DUARTLÁHUAC

El sábado se cumplieron dos años de que el inefable Javier Duarte de Ochoa huyó de Veracruz a bordo de un helicóptero facilitado por su sucesor, Flavino Ríos Alvarado. De la ruta tomada por la aeronave hay varias versiones, pero todos coinciden en que aterrizó en Chiapas, donde se refugió en una finca propiedad de su suegro, Antonio Macías Yaseguey, y de ahí cruzó la frontera con Guatemala, donde fue aprehendido meses después.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde ese entonces, dirían los románticos, pero la historia no ha concluido, pues Duarte ya está de regreso en el País, permanece en una celda del Reclusorio Norte en la Ciudad de México, pero inherentemente su influencia también se deja sentir en Veracruz. Muchos de sus allegados están listos para montarse al nuevo carro morenista.

Algunos ya agarraron espacio en el gabinete estatal y hay otros que estarán -o ya están- muy cercanos al mandatario electo, Cuitláhuac García, pues forman parte de los que lo asesoran y marcan el rumbo. Sólo hay que fijarse, dicen los enterados, quiénes fueron los que facilitaron la logística en la pasada campaña electoral -vehículos, agenda, intervención en medios informativos y pago de insumos- para confirmarlo.

Es más, en los merenderos políticos juran sobre una biblia que el pacto entre Duarte y el próximo gobernador, con el aval del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, no es una leyenda urbana ni fue una mera arma electoral. Es cierto y es válido. “Duarte volverá por sus fueros”, prometen sus allegados abiertamente.

De forma burlona muchos afirman que el próximo Gobernador será “Duartláhuac”, una combinación entre el nombre del electo y del exgobernante, pues la influencia de este último marcará el sexenio que inicia. ¿Tanto así?, le preguntó una colega periodista en Xalapa -y que comparte el dato a este espacio- a un personaje ligado al duartismo que ya está en el proyecto cuitlahuista. “Puedes darlo por hecho”, le respondió.

Los duartistas al acecho, algunos en escondrijos tanto en el País como en el extranjero y otros sólo pacientemente con bajo perfil, esperan que con la llegada de García Jiménez al poder estatal se inicie una embestida desde el Congreso Local contra el fiscal Jorge Winckler, para obligarlo a renunciar o en su caso destituirlo. La remoción de Winckler es indispensable en el pacto Duarte-Cuitláhuac-López Obrador.

Sin el Fiscal que se interponga, explica el duartista xalapeño a la reportera, los expedientes judiciales serán sobreseídos, especialmente los que tienen a Duarte de Ochoa como protagonista de desfalcos, abuso de autoridad y desaparición forzada. En consecuencia, vendrá la extinción de otras pesquisas sobre Karime Macías, Alberto Silva, Edgar Spinoso, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Gabriel de Antes y el mismo Flavino Ríos Alvarado.

¿Impunidad fue la moneda de cambio? Inquirió. “Impunidad y dinero, mucho dinero y operación política” ¿Pero Cuitláhuac ganó por el “Efecto AMLO”? acotó la entrevistadora. “Y por la operatividad de Duarte y sus huestes, entre ellos muchos también allegados a Fidel Herrera; fue una mezcla de intereses y de dineros para empujarlo a la Gubernatura”.

PERSONALIDADES SEMEJANTES

¿Les debe mucho entonces? “Sí, en efecto, por eso Cui-

tláhuac García debe aguantar vara por las críticas cada vez que nombra alguien que tiene relación con los dos exgobernadores (Duarte y el innombrable) y serán muchos los que estarán en su Gabinete, algunos no abiertamente ocupando cargos de primer nivel, pero sí con capacidad para tomar decisiones, asesorar directamente al Mandatario y manejar recursos”, sostuvo el consultado.

Y agrega casi extasiado: “Duarte acaba de decirle en una carta a Ciro Gómez
Leyva que se reía porque todo el caso judicial en su contra era un show y, ojo, abre su carta diciendo que el mejor evaluador de su situación es el presidente electo, López Obrador, pues él también calificó su proceso judicial como un show, ¿crees que eso es fortuito”?

“Muchos se fueron con la finta el pasado 26 de septiembre cuando Javier (Duarte) aceptó la condena impuesta diciendo que ‘por lealtad’ la aceptada e interpretaron que, por lealtad a Enrique Peña Nieto, pero ¿para qué iba mantenerse leal a alguien que ya deja el poder? Es algo tonto. No, la lealtad es al acuerdo vigente, fresco, con López Obrador y con Cuitláhuac García; ese fue el mensaje”, aseguró el consultado por la colega xalapeña.

Si se consideran esas palabras -con todos sus bemoles, pero también con los nombramientos y acercamientos en el primer círculo del gobernante venidero- el pronóstico es reservado. Hay que recordar que muchos en el 2010 alertaron sobre la personalidad de Javier Duarte y el peligro que sería ejerciendo el poder. Lo llamaron apocado y títere del innombrable, pero fueron rebasados por la realidad.

Era un personaje influenciable, pero que enloqueció con el poder. Ideó junto con otra de su mismo tipo, Karime Macías -dicen las abuelas que “Dios los hace y ellos se juntan”-, un plan para saquear completamente a Veracruz y aun cuando fue sorprendido, investigado y denunciado lo que llevó a que se le detuviera, extraditara y encarcelara pese a las complicidades tejidas, su caso puede repetirse.

Tampoco son pocos los que consideran a García Jiménez como apocado e influenciable, marioneta de López Obrador. No tiene al lado una pareja que se convierta en su cómplice cercana, pero lo merodea una nube de buitres que gustosamente se prestarán a ello. Dicen quienes lo conocen que García Jiménez es por demás intolerante, bipolar, que acumula grandes reservas de odio y muy vengativo. Sus colegas de la universidad dan testimonio de eso -entre ellos el propio alcalde xalapeño Hipólito Rodríguez-.

Con el poder absoluto, de un chispazo puede hacerse realidad ese sobrenombre burlón que ya le colgaron: “Duartláhuac”. A estas alturas de las circunstancias sólo hay que esperar los contrapesos políticos, incluyendo los del altiplano -de su propio Partido- para que lo controlen y hasta los del ámbito familiar: que el maestro Atanasio García sea el catalizador para evitar que explote esa doble personalidad, la duartiana.

EL TUXTLECO Y SUS APÓSTOLES

Hasta el momento, el único veracruzano que ha sido mencionado para ocupar un cargo en el futuro gabinete federal -la nominación de Rocío Nahle para la titularidad de la Secretaría de Energía no cuenta porque ella es zacatecana- es el cardiólogo Elías Miguel Moreno Brizuela, quien podría ser nombrado al frente de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

Lo anterior por las maniobras de Marcelo Ebrard, quien será secretario de Relaciones Exteriores y es el padrino actual de Moreno Brizuela. No hay que olvidar que el médico tuxtleco fue secretario de Protección Civil del Gobierno de la Ciudad de México cuando Ebrard Casaubón lo presidía.

Moreno Brizuela es uno de esos hombres enquistados en la política y que ha vivido de la nómina pública desde hace más de 30 años. Fue diputado federal de 1994 a 1997, luego fue oficial mayor del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) hasta el año 2000, luego Senador y más tarde funcionario en la capital del País. Ahora seguirá enchufado a la pagaduría oficial en el Gobierno morenista.

Pero no se vayan con la finta de que Moreno Brizuela sea un prohombre de la política, pues tiene su historial poco decente y su éxito ha dependido de saberse acomodar con padrinazgos influyentes, cuando tiene que negociar con los corruptos, lo hace sin pudor alguno. Él encabeza una corriente local de perredistas -algunos ahora están en Morena y otros siguen en el Sol Azteca- que en su momento se confabularon con los gobiernos priistas, especialmente los de Miguel Alemán y del innombrable.

Uno de sus apóstoles es Agustín Mantilla Trolle, quien actualmente se desempeña como director de Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno. Mantilla Trolle, también originario de Los Tuxtlas, fue dirigente estatal del PRD en tiempos de Alemán Velasco y uno de los primeros amarillos que se aventuró a proponer una alianza con el PRI -el enemigo histórico de su Partido-. Con Mantilla nació el llamado “PRD rojo” en Veracruz.

Otro seguidor es el exalcalde de Ciudad Mendoza, Enrique Romero Aquino, quien operó en el Congreso Local, cuando era legislador, para avalar la nueva Constitución Local propuesta por Alemán Velasco en el año 2000, a cambio de sobornos financieros. Fue un escándalo la camioneta de lujo que Alemán le regaló y la cual fue bautizada en los corrillos políticos como “La Constitución”, por ser parte del pago al exedil mendocino para votar la propuesta del Gobernador en turno.

Obviamente, en ese grupo figura -aunque sin tener mayor protagonismo porque son altamente misóginos- la hermana de Enrique Romero, Dulce María, también exalcaldesa de Ciudad Mendoza.  Y qué decir del otro expresidente de Ciudad Mendoza, también del mismo grupo político, Sergio Rodríguez Cortés, de lastimosa fama.

Este señor rompió todos los cánones de la decencia política, porque sin abandonar al PRD ni mucho menos al grupo de Moreno Brizuela se hizo operador del innombrable, luego fue promotor de Javier Duarte y colaboró en su Gabinete, después apoyó al panismo y logró una Diputación Local que todavía ocupa. Ahora, Rodríguez Cortés se declara el primer morenista de Camerino Z. Mendoza.

Un cuarto apóstol del médico tuxtleco, que dicen está un poco alejado del mismo, aunque su pasado no lo puede borrar, es el alcalde de Zongolica, Juan Carlos Mexhua Campos, famoso por su comportamiento obsequioso hacia el Gobierno de la fidelidad y los cochupos recibidos del operador de la misma, Ranulfo Márquez, quien como secretario de Protección Civil y de Desarrollo Social estaba a cargo de corromper a la “oposición” en aquel sexenio.

Por cierto, la antigua madrina de Elías Miguel Moreno Brizuela, la exgobernadora de zacatecas y exlideresa nacional del PRD, Amalia García, estuvo el fin de semana en Xalapa participando en un foro organizado por esa corriente de experredistas, llamado “El perfil del gobierno transformador”, que no fue otra cosa que una reunión para pedir cargos en los nuevos gobiernos Federal y Estatal. Moreno y Romero formaron una organización llamada “Con AMLO unidos podemos”, con la cual pretenden seguir vigentes en la política y sobre todo, en la nómina pública.

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