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Duarte, ¡se esfuma!

Superiberia

Había temor de que se “pelara”

Máxime que días atrás, un jet, propiedad de Fidel Kuri, extrañamente había sido aparcado en la terminal aérea de El Lencero, para lo que pudiera ofrecerse. El transporte aéreo, sin embargo, se movería a Toluca donde el resto de la semana se mantendría en hangares.

Acaso por ello, hacia el miércoles 12, la propia Procuraduría comisionó a 200 de sus elementos para desplazarse a presuntas sedes domiciliarias del Gobernador con licencia, tanto en diferentes localidades como en la Ciudad de México.

Acaso por ello, también el PRD nacional urgió a la misma Procuraduría a tomar medidas cautelares, ante la previsible fuga a través de la exigencia de que “Duarte se reporte periódicamente para tenerlo ubicado”, sostuvo Jesús Zambrano.

Mientras Morena reclamaba se diera a conocer hasta dónde iban las investigaciones. El diputado federal Cuitláhuac, de Morena por supuesto, insistía en que Duarte se iba a escapar del País.

Ya para el pasado viernes 14, Duarte desconectó sus teléfonos; no hubo modo de contactarse con él y todas las citas pendientes –incluida la que tenía con Loret de Mola, quesque para defenderse de Yunes Linares- la canceló sin explicación de por medio.

Este lunes 17, un sordo rumor sacudió desde temprana hora los corrillos políticos veracruzanos, en el sentido de que el cuestionado había huido del País.

El mismo gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, declaró que Javier Duarte utilizó un helicóptero facilitado por el gobernador interino, Flavino Ríos, y se dirigió a Puebla, aunque dijo desconocer “si continúa ahí o se transportó a otro destino para esconderse”.

Horas más tarde la versión fue desmentida por el Gobierno del Estado, a consulta expresa de este reportero.

Queda, sin embargo, la duda acerca de su paradero ya que no ha sido localizado en sus dos domicilios de Coatzacoalcos, tampoco en Boca del Río, el Puerto y sus dos residencias de Xalapa.

A Duarte, en algún momento se le había propuesto moverse –o escapar- a la cosmopolita ciudad de Victoria, en Canadá, aprovechando el refugio diplomático que no contempla la extradición.

Se le planteó asimismo acogerse a la figura de “perseguido político”, para poderse asilar en Estados Unidos o algún otra nación primermundista.

Y en sus efluvios de poder, se le sugirió irse a vivir de manera discreta a Cartago o a San José, en Costa Rica.

También, allá por diciembre del año pasado, Notiver registra una anécdota que inquietó a la opinión pública.

En una primera versión periodística que consta a la periodista Sandra Segura, hace público el 30 de diciembre pasado, en su columna denominada La araña de Palacio, de un enojoso encuentro de una señora de la tercera edad con “amigas de la escuela” a quienes platica que recién regresa de España “decorando la casa donde vamos a vivir”.

“En ese momento una voz sale del grupo y dice sin miramientos: Sí, la casa que compraron con dinero de los veracruzanos ¿no?.. Se hace un silencio de entierro y la conocida señora de la sociedad veracruzana baja la cabeza y comienza a comer sin decir nada”, relata la periodista.

Y remata:

“Esto no es cuento, ni un invento, sucedió en un restaurante hace poco a una mujer muy cercana o a la única que debiera preocuparle la actuación de cierto personaje en el Gobierno de Veracruz”.

La dama era ni más ni menos que doña Cecilia de Ochoa Guasti, madre de Javier Duarte, mencionada en las indagaciones del SAT por la compra irregular de una propiedad en España.

Hasta ahí el pasaje

Hoy el punto es que no se sabe dónde está el desaparecido ni qué diligencias ministeriales ha realizado ante los señalamientos del SAT y la PGR.

Duarte está acusado de desviar 34 mil millones; es señalado por lavado de dinero y hacer negocios multimillonarios en materia inmobiliaria.

Su complicidad se extiende asimismo en la omisión al permitir desvíos multimillonarios –tres mil millones de pesos- por la vía de las llamadas “empresas fantasma”.

Sus “negocios” también se ramifican a lo familiar, al quedar involucrada su esposa Karime Macías, en tratos ilegales con el prestanombres de Duarte, el empresario Moisés Manzur Cysneros a quien “entregué una tarjeta de crédito adicional para pagar sus gastos”.

Hoy se sabe que dicho plástico crediticio era millonario, tan millonario como las propiedades que le heredó éste a su “amigo” Javier.

Todo esto sucede en un escenario convulso y de cara a la presencia en Veracruz del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien trae el respaldo presidencial al interino ¿o espurio? Flavino Ríos Alvarado. Otros secretarios de Estado y funcionarios de primer nivel, vienen al rescate y la presencia de Enrique Ochoa Reza, máximo dirigente nacional del PRI, que sirven para engordar el caldo.

En realidad estamos hablando de una lucha de poderes.

Son mensajes cifrados facilísimos de entender, ya que hoy día la política se ha vuelto lineal… muy predecible.

Miguel Ángel Yunes, en su papel de defenderse como gato boca arriba, soltando la versión de la huida de Duarte, restregando el escape del corrupto ante los visitantes y del lado priista, haciendo frente común en favor de los suyos, velando un arma que seguramente mañana saldrá a la luz pública: la decisión del electoral que legitime o no a Miguel Ángel Yunes Linares.   

Vaya culebrón… como nos gusta a los veracruzanos.

Tiempo al tiempo

*Premio Nacional de Periodismo (Sí me lo gané con 23 galardones más… ¡por ésta!)

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