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¿Dónde quedó la bolita?

Superiberia

Normalmente, lo más simple es lo más perfecto. Aún siendo amigo de la sencillez, sin complicaciones, debo aceptar que nuestro carácter mexicano adora lo barroco.

No vamos directo ni al grano. Si una persona pregunta en alguna calle o carretera de México en dónde queda tal o cuál lugar, su interlocutor no será tan descortés como para decirle que no sabe.

Y en aras de no desairarlo, le contará una historia que, obviamente, no le hará llegar a su destino, pero tampoco le hará sentirse ofendido. Le complicará la vida, eso sí.

En la vida social, nadie diría “no me apetece” o “no se me antoja”. Es claro que preferimos contar una historieta que justifique nuestra falta.

En los negocios, casi nadie dice la palabra “no”. No me interesa, no lo veo viable, etcétera. Casi todos le dan la vuelta, para que después de 40 citas le quede claro al interlocutor que no se está interesado en el tema.

Mucho dinero y esfuerzo podría ahorrarse con un simple y cortés: “no gracias”. Pero lo nuestro es lo barroco.

Sea por acción u omisión, en México por alguna razón las cosas se complican más de la cuenta. Esta falta de franqueza esconde muchas veces abusos de toda índole. Cuentas chinas, malos manejos, etcétera. El ilusionismo como deporte nacional.

¿Dónde quedó la bolita?

Aperitivo: Línea Dorada

muestra el cobre

No fue un gasto menor. La malograda Línea 12 del Metro costó, entre pitos y flautas, un aproximado de 25 mil millones de pesos. Y no llegó a los dos años, cuando ya se nos descompuso.

Ahora estará parada por seis meses y nos costará un adicional de unos 800 millones de pesos para repararla y ponerla nuevamente operativa. Increíble.

¿Qué pasó? Nadie explica a ciencia cierta. Por lo visto, hay una falta de adaptación de entre los rieles y las ruedas de metal. ¿Cómo puede ocurrir eso en una obra tan grande y costosa? ¿Cómo es que se construye un riel y se compran ruedas no compatibles, o viceversa? Todos se tiran la bolita.

Para el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, dice que se trata de vicios ocultos, por lo que las empresas constructoras deben hacerse cargo. ¿Qué dicen ellas?

Para las empresas constructoras (ICA, Alstom, Carso) no hay “vicios ocultos”, sino “especificaciones técnicas equivocadas”.

Entonces, traigamos a la empresa que hizo los trenes que presuntamente no embonan en los rieles. CAF, que es la compañía que hizo los trenes, dice que los realizó conforme a las especificaciones que le solicitaron. ¿Y el gobierno? Es que resulta que no lo hizo el gobierno directamente, sino un organismo llamado “Proyecto Metro del DF”, encargado de coordinar a los involucrados y cuyo director, Enrique Horcasitas, es casualmente hermano de un alto directivo de ICA, Luis Horcasitas.

Mientras todo sucede, se gastan más de 100 millones de pesos en certificaciones y…¡Se descompone! ¿Dónde quedó la bolita? Me lleva el tren.

Piatto forte: Michoacán

Resulta que el gobierno decide intervenir Michoacán, donde claramente el estado estaba totalmente rebasado y se decide que la Federación asuma las tareas de seguridad para restablecer el tan mencionado Estado de derecho en la entidad. No obstante, en lugar de llegar y poner orden y punto, eligen apoyar a grupos armados de personas que están hartas de la inseguridad. Los inflan y sus líderes se vuelven personajes, pero hete aquí que, como cabría esperar, hay buenos y malos. Y como siempre ocurre, se dividen. Se fracturan.

Y ahora resulta que los grupos de autodefensas que pensábamos que eran buenos, se han vuelto malos. Y los malos, no sabemos qué tan buenos o malos son.

Del combatiente que porta un arma para uso exclusivo del Ejército, con una canana y una playera que dice autodefensa puede ir, desde un productor de limones bien intencionado, harto de los abusos del crimen, hasta un miembro de un cártel de la droga antagónico, dominante de la zona o incluso un templario arrepentido o infiltrado.

¿Y ahora? Pues resulta que no sabemos si estamos apoyando al bueno, al malo o al feo. O a todos. ¿Dónde quedó la bolita? Me lleva el tren.

Dolce: Oceanografía

¿Cómo es posible que una institución como Banamex haya sufrido un fraude por algo más de 400 millones de dólares? ¿Por qué una empresa como Oceanografía, que ha ganado en los últimos años más de 50 mil millones de pesos en contratos, le deba hasta al peluquero facturas falsas?

¿Dónde quedó la bolita?

Y para acabarla de amolar, la duda que hoy corroe al mundo: ¿dónde diablos está el avión malayo? Me lleva el tren.

Café sin azúcar, para todos.

                Twitter: @CiroDi

 

 

 

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