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LONDRES.- A Roger Federer, y con razón, se le señala como un gran especialista en hierba. Ha ganado ocho veces en Wimbledon, más que nadie en la historia del certamen con 105 victorias en el césped del All England Club, las mismas de Rafael Nadal en la tierra de Roland Garros, que lidera la estadística global con 192.
Sin embargo, los números del suizo no deberían eclipsar la trayectoria de Novak Djokovic en el torneo y en la superficie. El serbio se ha colado ayer en su décima semifinal en el tercer grande del calendario, la 41 en total, tras derrotar a Marton Fucsovics por 6-3, 6-4 y 6-4.
En nueve de sus últimas 11 participaciones estuvo, como mínimo, entre los cuatro mejores. Novak se adapta a todas las canchas, también en el césped, donde presenta unos registros de 100 partidos ganados (77 en Wimbledon) por tan sólo 18 perdidos. Eso da un porcentaje de efectividad del 84,74 por ciento.
Para encontrar la última vez que hincó la rodilla en Wimbledon hay que remontarse a la edición de 2017 cuando cedió en los cuartos con el ya retirado Tomas Berdych. Muchos cuelgan la raqueta y él sigue en busca de los récords.
Djokovic tuvo opción de terminar el primer set con un rosco, pero algo cambió. Por fin Fucsovics empezó a parecerse al tenista que tantos problemas causa a los mejores del circuito.
El húngaro sumó finalmente tres juegos en el set inicial y confirmó que el resto del partido no sería un paseo militar para el primer favorito del cuadro.
La grada, por primera vez llena para presenciar un partido del cuadro masculino, disfrutaba de la igualdad en la continuación. Novak dijo basta con su tercer ‘break’ en el noveno juego. De poco le sirvió a su rival ganar el punto más largo del partido con 27 intercambios. El tercer set volvió a ser un monólogo del campeón de 19 grandes, que se sitúa a dos triunfos de la veintena.