
De la Redacción
El Buen Tono
Orizaba.- Juan Manuel Diez Francos, el alcalde perpetuo de Orizaba —porque al parecer piensa morirse en la silla—, afronta su ocaso político recurriendo al método que mejor domina: la mentira descarada y la difamación cínica.
Con casi 80 años a cuestas y con una terquedad que ya ni da risa, acusó a José Abella de extorsión, afirmando que tenía un video para inculparlo, mismo que jamás ha presentado.
Diez demostró su torpeza al afirmar que poseía el video que, obviamente, no existe. ¿Por qué inventar la existencia de un video que es pura mentira? ¿Dónde está la prueba? Ahora debe demostrar su existencia.
Si se hubiera limitado a decir “Me lo dijo en el parque, en un restaurante o en una reunión”, sería su palabra contra la de Abella. Pero al asegurar que tiene un video, se obliga a mostrarlo. Además, la ley exige que, si alguien cuenta con pruebas de un acto ilícito, está obligado a denunciarlo de inmediato. No es algo que pueda hacer cuando le plazca: el marco legal lo exige de manera pronta.
Como no tiene nada, sólo le queda el ridículo, porque esa prueba nunca existirá.
Si este hombre tuviera un ápice de dignidad, habría exhibido hace tiempo esa supuesta grabación. Pero no lo ha hecho —ni lo hará—, porque su único objetivo es manchar a quien se niega a someterse, tal como ha hecho durante décadas con todo aquel que osa no rendirle pleitesía.
