AGENCIA
Internacional.- El dolor es una experiencia que todas las personas enfrentan en algún momento de su vida, ya sea por una lesión, cirugía u otra causa. A pesar de que puede presentarse de diversas maneras -constante, intermitente, agudo o crónico- es fundamental que todos tengan acceso a un alivio adecuado.
De acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), el dolor se define como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial”. Esta definición subraya la complejidad de esta sensación, que afecta no solo al cuerpo, sino también a las emociones.
El 17 de octubre se conmemora el Día Mundial contra el Dolor, una fecha establecida en 2004 en colaboración con la Federación Europea del Dolor (EFIC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su objetivo es visibilizar la necesidad de encontrar soluciones para quienes sufren dolencias graves y mejorar la atención a los pacientes.
El dolor crónico, que afecta a entre el 25 y el 29 por ciento de la población mundial, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), es una de las principales causas de ausencias laborales y discapacidad. En México, el Estudio Nacional sobre Salud y Envejecimiento indica que el 41.5 por ciento (%) de los adultos mayores de 50 años sufren de dolor crónico, siendo las mujeres las más afectadas.
Este tipo de dolor tiene repercusiones profundas en la vida de los pacientes, limitando actividades básicas como el ejercicio, el sueño y la interacción social. Además, su manejo inadecuado genera costos elevados en los sistemas de salud y afecta el bienestar familiar y social.
Ante esta realidad, la OMS ha solicitado que el dolor crónico sea reconocido como una enfermedad y que su alivio sea considerado un derecho humano. Según el Centro de Información para Decisiones en Salud Pública (CENIDSP), el apoyo familiar y social es clave para mejorar la calidad de vida de quienes sufren dolor crónico, ya que facilita su adherencia al tratamiento y promueve su recuperación.
A pesar de que no se puede prevenir por completo, se recomienda mantener hábitos saludables como una alimentación balanceada, actividad física regular, descanso adecuado y control del estrés para reducir la probabilidad de padecerlo.