Por Andrés Timoteo / columnista
DÍA 17: CURVAS Y CRESTAS
A pesar de que hay un crecimiento vertiginoso de casos positivos del Coronavirus en Estados Unidos y que éste se perfila como el país con más enfermos y posiblemente más fallecidos por esa gripe, Europa sigue reteniendo el epicentro de la pandemia con alrededor de 350 mil personas infectadas, poco más de la mitad de las 637 mil que hasta anoche se contabilizaban en los 183 países donde se ha extendido la peste.
Tan solo los tres países europeos más azotados por la gripe -Italia, España y Francia- continúan superando las cifras de la Unión Americana pues concentraban, también hasta anoche, 20 mil 112 fallecidos – Italia 10 mil 779, España 6 mil 737 y Francia 2 mil 606- así como 217 mil 796 enfermos -97 mil 689, 79 mil 993 y 40 mil 174 respectivamente- frente a los 2 mil 026 muertos y 121 mil 117 infectados en la nación norteamericana.
Es claro que todas las previsiones apuntan a que el epicentro de la pandemia Covid-19 se dirige a América y tendría su región más letal, de acuerdo con los expertos, en lo Estados Unidos, pero aún se prevé que Europa siga teniendo crestas en la estadística de infectados y fallecidos. La semana pasada, por ejemplo, se llegó a un récord de poco más de 2 mil muertos en 24 horas de los cuales casi la mitad la tuvo Italia.
Por el momento no hay modelos científicos que indiquen hasta cuánto se pueden elevar los “picos” de mortalidad. Hay, sí, aproximaciones sobre el impacto de las medidas tomadas para tratar de detener los contagios, principalmente el aislamiento social pues se espera que entre el 5 y 10 de abril puedan notarse los resultados incipientes de esa disposición adoptada entre la primera y la segunda semana de marzo.
Es decir, el severo confinamiento de la población europea tardará por lo menos un mes en notarse sobre la llamada ‘curva’ o tendencia de la pandemia. La decisión de enviar a la gente a permanecer en sus casas no fue una ocurrencia ni se desprendió del pánico colectivo, sino que partió del análisis de los expertos sanitarios, especialmente virólogos, epidemiólogos y proyectistas estadísticos.
Ya se ha dicho, el encierro domiciliario tiene como objetivo principal cortar la cadena de contagio y, entonces, la gente confinada quedó, por el momento, fuera de la secuencia de infección dejando a un “pequeño” porcentaje en la enfermedad. Por ejemplo, Francia tiene 67 millones de habitantes y hasta el momento reporta 40 mil 104 infectados lo que representa el 0.06 por ciento de su población.
De esta manera, entre más personas estén en sus casas encerradas menos contagios hay reduciéndose, por ende, el número pacientes que requerirán hospitalización. La explicación no es difícil: disminuyendo la cifra de enfermos, las clínicas y hospitales pueden atender a los que lleguen y especialmente garantizar camas, respiradores artificiales, medicamentos y equipos de reanimación a quienes estén graves.
No es lo mismo que un nosocomio reciba 20 enfermos diarios a que lleguen 100 y no haya ni camas ni personal ni medicamento ni equipo suficiente para atenderlos. El aislamiento social es para darle tiempo al sistema sanitario para que no colapse. Y si aún así en Europa el sistema sanitario ha sido rebasado, imagínense qué pasará en aquellos países -entre ellos México- donde la infraestructura hospitalaria es muy endeble.
Sus gobernantes desoyeron las advertencias que se lanzaban desde el viejo continente y se negaron a enviar a la gente al aislamiento domiciliario a fin de cortar la cadena de contagio. Lo hicieron cuando ya la curva de infectados y muertos comenzó a crecer, o sea demasiado tarde. Gran Bretaña es un caso ejemplar, hasta el fin de semana tenía 17 mil infectados y mil personas muertas, lo que obligó al primer ministro Boris Johnson a decretar la cuarentena de la población y cierre de negocios y actividades públicas.
Fue muy tarde y los mismos responsables de la sanidad inglesa predicen asustados que vendrá “un tsunami” de enfermos graves que colapsarán los hospitales. Claro, la presunción es pavorosa: si la mayoría de las personas -digamos, mexicanos- no se encerraron a tiempo y el virus Covid-19 tiene una etapa de incubación de 15 días y en muchos casos es asintomática -o sea que los infectados no presentan síntomas de fiebre, tos o resfriado- ¿cuántos infectados hay ya sin que estén en el radar oficial?
O, ¿cuántos enfermos con la gripe ya desarrollada y sofocando los pulmones habrá en un par de semanas?, ¿cuántos enfermos de pulmonía podrán recibir los nosocomios mexicanos o latinoamericanos por día?, ¿cuántas camas y respiradores artificiales hay disponibles? Si en Europa con sistemas sanitarios eficientes no pudieron atender la ola de enfermos, ¿qué será de América Latina? En un par de semanas lo sabremos.
Por cierto, además de que el confinamiento domiciliario es una medida basada en una decisión científica también es un acto de generosidad de quienes lo practican. Los que deciden quedarse en casa, permanecer aislados y evitar contagiarse no solo se protegen ellos, sino que hacen una aportación social de gran valía porque no al no enfermarse tampoco necesitarán de los hospitales donde ocuparían una cama o un respirador artificial que pueden servir para salvarle la vida a otras personas. El encierro es, pues, una acción generosa, solidaria y de buena voluntad en estos tiempos difíciles.
TAMBIÉN SON MORTALES
Los políticos no son inmunes al Coronavirus. El fin de semana falleció el primero en funciones en Francia, Patrick Devedjian, presidente del Consejo Departamental -un entre administrativo que maneja recursos para obra pública, cultura y transporte- de los Altos del Sena y también exministro en los gobiernos de los expresidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. Tenía 75 años y apenas el pasado jueves informó a través de las redes sociales que había dado positivo al Covid-19. El virus lo mató en tres días.
En México, los gobernadores de Hidalgo y Tabasco, el priista Omar Fayad y el morenista Adán Augusto López también salieron positivos al Coronavirus. Ambos tuvieron encuentros de abrazos y apretones de manos con el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, quien se rehúsa a realizarse el test clínico. ¿Estará contagiado el presidente?, y lo peor: ¿a cuántos habrá contagiado por negarse a suspender actos masivos, los besos, abrazos y mordidas de mejilla en las semanas anteriores? Los encumbrados también son mortales.