Sierra de Zongolica.- Derivado de la necesidad de llevar alimento a sus hogares o bien vender unos sacos de maíz para contar con sustento económico, alrededor de 450 hectáreas de bosque y pastizales son arrasadas anualmente por campesinos para sembrar en lo que queda de ellas, cultivo de maíz, frijol y chícharo.
Según los mismos pobladores, esta actividad tiene una antigüedad de por lo menos 30 años, sistema que se denomina tumba, rosa y quema.
“Desde nuestros abuelos este sistema ya se utilizaba, anteriormente primero se rosaba y luego se quemaba la basura, pero ahora es al revés”, refirió Mario Xotlanihua Tecpile, habitante de la localidad Atlanca, en Tequila.
Es el cultivo de maíz el que toma una mayor fortaleza frente a otras siembras, mismas que se han ido perdiendo por fenómenos como la migración.
“A mis 40 años, somos mi hijo y yo quienes seguimos con la tradición de sembrar el terreno. La tierra la rentan por ocho meses que es lo que dura la cosecha y tiene un costo de 1 mil 500 pesos”, citó el entrevistado.
Lo peligroso de la actividad, según se pudo apreciar, es que algunos de los dueños de grandes extensiones de tierra, aprovechando la necesidad de los habitantes los hacen trabajar en laderas en donde ponen en riesgo su integridad física.
Es preciso mencionar que derivado de esta actividad, la Coordinación Regional de Protección Civil reportó por lo menos seis incendios forestales, de los nueve que se han registrado en la región, debido a que a los dueños o encargados de la quema se les salió de control el fuego que realizaban.
Noe Carrillo
El Buen Tono