México, D.F.- El cardenal Norberto Rivera Carrera resaltó la labor de la Iglesia Católica en el mundo, en particular en la Arquidiócesis Primada de México, por los más desvalidos, entre ellos los niños y los ancianos.
Durante su homilía dominical resaltó que “muchísimos niños y niñas que vivían en la oscuridad de nuestras calles y en las tinieblas de las coladeras están recibiendo la luz y la alegría, en muchísimas casas de la Arquidiócesis y en los comedores de varias colonias”.
Mujeres y hombres atrapados por las “tinieblas de la prostitución” están recibiendo la Buena Nueva de la liberación, externó el prelado durante la misa que concelebró con el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, de visita con motivo de la presentación del libro “Credo”, retrato interior sobre el arzobispo emérito de Guadalajara.
En la Catedral Metropolitana, Rivera Carrera señaló que “lo mismo que nacen iniciativas que iluminan nuestro mundo, comunidades cristianas también brotan en otros muchos ambientes”.
Por ello instó a reconocer en esos esfuerzos “la presencia del Reino, hasta tal punto que nuestros hermanos de vida consagrada tienen el reconocimiento de la mayoría” en el Distrito Federal.
Los niños y ancianos en nuestra gran ciudad son los más golpeados por el hambre y las enfermedades; son encontrados con frecuencia en los tiraderos de basura y atendidos con exquisito amor por las y los seguidores de Madre Teresa y otras familias religiosas”, comentó.
Asimismo exhortó a los fieles presentes a la conversión, palabra que refirió en muchas ocasiones “la asociamos a algo triste, a la penitencia, la mortificación y el ascetismo”.
Pero si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios viene a nosotros y quiere poner nueva vida en nuestra vida, que a menudo ha perdido sentido”, externó.
Antes que nada, resaltó el titular de la arquidiócesis más grande del mundo, convertirse es encontrarnos con ese Dios que nos quiere mejores y más felices, que nos transforma con su amor y su compañía, que nos ofrece siempre nuevas posibilidades.
Convertirse “siempre es algo gozoso, y para convertirse nunca es tarde porque nunca es tarde para amar, para ser feliz, para ser más humano, para perdonar y dejarse perdonar y renovar por Dios”.
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