Amatlán.- Vestido con una camisa de manta, manga larga, pantalón café claro y un par de tenis blancos combinados con negro y rosado, desgastados por haber recorrido diariamente los pasillos del penal de mediana seguridad La Toma, tras casi 30 años de permanecer en la cárcel, Evodio Reyes Hernández disfrutó el placer de la libertad.
La mañana de ayer, con un rostro que reflejaba nerviosismo, dudas y preocupación, pero que en el fondo de su mirada brillaba de alegría, se despidió de sus compañeros del penal luego de permanecer por un año y 11 meses.
En el patio donde se localiza la capilla, el director del penal, Enrique Muñoz, mandó a llamar a Evodio, entre aplausos y con palabras de despedida de dos de sus compañeros, quienes le recordaron que la cárcel es un lugar de readaptación y que allí se aprenden varias cosas, pero sobre todo que son parte de una familia, y le desearon suerte.
“Este hombre es un gran ejemplo, porque no cualquiera puede salir y 30 años no es fácil, yo apenas voy empezando y él para mí es un gran ejemplo, que algún sí puedo salir y echarle todas las ganas, 30 años son demasiados ¡toda una vida!, pero como ese hombre algún día vamos a salir”, expresó Pablo, quien lleva un año cuatro meses, por homicidio calificado.
En 1986, Evodio Reyes, originario de Rafael Delgado, Veracruz, a meses de cumplir 21 años fue sentenciado por homicidio en defensa propia, sin embargo, mientras se encontraba recluso cometió otro delito por el que recibió 10 años más. Esos 30 años recorrió 19 penales en todo el estado.
Acompañado por el Director del penal, recorrió por última vez los pasillos que fueron su casa, “la ruta de la libertad” en donde se aspira un olor diferente a cualquier aroma conocido, en donde los rayos del sol entran por pequeños espacios entre muro y muro, y aunque cada pasadizo tiene un final se convierten en un laberinto, en el que se encuentran cientos de hombres y mujeres.
Con juguetes y mochilas para sus tres hijos, Reyes Hernández salió caminando del penal de mediana seguridad y tras dar sus primeros pasos fuera de La Toma, queriendo disimular, no pudo contener las lágrimas.
-¡Se va Evodio! Gritó Enrique Muñoz, a quienes se encontraban a las afueras del Cereso y se acercaron para abrazarlo y felicitarlo.
“¡Qué bien! Él siempre fue buen interno, se ha comportado como quien dice, a la altura, tenía participación dentro de las celebraciones de la Iglesia, en los cantos y en la misma Eucaristía, los sábados asistía a misa, participaba en los rosarios de los diferentes grupos que tenemos durante todo el día”, dijo Francisco Serrano, asesor de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Córdoba.
Su mujer y sus tres hijos y un primo, quien lo visitó durante todo este tiempo, acudieron por él, emocionado con una gran sonrisa, los abrazó y besó.
Ahora que se reintegra a la sociedad, expresó que se dedicará a realizar las artesanías que aprendió a elaborar mientras estuvo en la cárcel, con el fin de sacar adelante a su esposa y menores hijos.