Esta ciudad no tiene historia, sólo martirologio. El país del dolor, la capital del sufrimiento, El centro deshecho, el núcleo del desastre interminable. Jamás aprenderemos a vivir en la epopeya del estrago. Nunca será posible aceptar lo ocurrido, Hacer un pacto con el sismo, decir: “lo que pasó pasó y es mejor olvidarlo; Pudo haber sido peor, después de todo no son tantos los muertos”. Pero nadie se traga estas cuentas alegres. Nadie cree en el olvido.