AGENCIA
San Agustín Metzquititlán, Hidalgo.- En un acto que refleja la falta de visión y compromiso con el patrimonio cultural, un basamento piramidal fue descubierto durante la ampliación de la carretera Pachuca-Huejutla, en San Agustín Metzquititlán, Hidalgo, y posteriormente enterrado nuevamente. Este hallazgo, que podría haberse convertido en un atractivo histórico y turístico de gran relevancia, ha quedado sepultado, literalmente y en sentido figurado, por la indiferencia y la burocracia.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) confirmó que el basamento está asociado al señorío metzca, un importante asentamiento que floreció en la Sierra Alta de Hidalgo entre el Epiclásico y el Posclásico Tardío (650-1519 d.C.). Sin embargo, en lugar de aprovechar esta joya arqueológica para destacar la riqueza cultural de la región, las autoridades optaron por documentarla y cubrirla con geotextil, protegiéndola con un muro de mampostería antes de reenterrarla.
El sitio arqueológico, conocido como San Miguel, comprende cinco sectores y al menos 10 montículos, evidenciando la relevancia histórica de la zona. A pesar de ello, el hallazgo no fue anunciado públicamente hasta meses después de su descubrimiento en junio de 2024, minimizando su importancia.
La decisión de enterrar nuevamente el basamento piramidal es un reflejo de la falta de interés por explotar el enorme potencial cultural y turístico de Hidalgo. En un estado con vastas riquezas históricas y arqueológicas, este tipo de decisiones relega el patrimonio a un segundo plano, privando a la región de un posible motor de desarrollo económico y social.
En lugar de promover la investigación y abrir el sitio al público, lo cual podría haber atraído turistas, inversiones y generación de empleos, las autoridades optaron por la medida más sencilla: ocultar el descubrimiento.
Aunque el INAH asegura que se actuó conforme a principios internacionales de conservación, la realidad es que esta medida refleja una falta de coordinación entre los niveles de gobierno y la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), encargada de los trabajos en la carretera. La prioridad de los proyectos de infraestructura no debería pasar por encima de la preservación y aprovechamiento del patrimonio cultural.
Es hora de que las autoridades locales de Hidalgo, junto con el INAH, reconozcan la importancia de estos hallazgos y trabajen para integrarlos en estrategias de desarrollo sostenible. No se trata solo de conservar el patrimonio, sino de hacerlo visible y accesible para la población, impulsando el orgullo local y el turismo cultural.
Enterrar nuestra historia no es la solución; protegerla y compartirla, sí. La ciudadanía debe exigir una gestión más responsable que valore y aproveche las maravillas que la región ofrece al mundo.
