AGENCIA
Managua.- Cientos de feligreses católicos respondieron ayer a la convocatoria de la Arquidiócesis de Managua a participar en la Clausura del Congreso Mariano, a pesar de la prohibición impuesta por las autoridades.
La iglesia católica de Nicaragua informó el viernes que la policía le notificó que por “motivos de seguridad” se prohibía la procesión para cerrar el congreso mariano y el fin de la peregrinación de la imagen de la virgen de Fátima.
Persecución, allanamientos, cárcel, cierre de medios de comunicación católicos y exilio de religiosos, son algunas de las acciones oficiales represivas que enfrenta la Iglesia, en medio de la crisis que vive el país desde 2018, cuando se produjeron protestas masivas contra el gobierno de Ortega.
El arzobispo y cardenal Leopoldo Brenes encabezó la homilía y dijo: “Yo sé que nada ni nadie nos podrá quitar el amor a la virgen de Fátima”, de acuerdo con el diario nicaragüense La Prensa; la policía vigiló la catedral durante la misa.
Los asistentes despidieron a la imagen de Fátima, una réplica que llegó de Portugal hace 31 meses y que este mes concluye su periplo por Nicaragua.
Pese a “las dificultades que ha tenido nuestro pueblo para hacer presencia en el acto de despedida a nuestra santísima virgen, aquí estamos algunos nicaragüenses”, dijo José Dolores Blandino, un feligrés.
“Hubiera podido llegar muchísima más gente si no tuviéramos esta triste represión”, manifestó por su parte Tania Sequeira.
La ceremonia se dio el en décimo día de la retención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, uno de los más críticos a la gestión oficial, acusado de intentar “desestabilizar” el país; el cardenal Brenes afirmó que la Iglesia espera encontrar una salida a la situación del obispo Álvarez.
“Todas nuestras iglesias están orando, acompañándolo a él (Álvarez) y le pedimos a la virgen que pronto encontremos los cauces para solucionar (el problema) y que podamos seguir trabajando en evangelizar”, dijo el Cardenal.
No obstante, admitió que a lo inmediato “no” ve una solución a la crisis que vive Álvarez, de la Diócesis de Matagalpa, en el norte de Nicaragua.
Álvarez, un fuerte crítico del gobierno de Daniel Ortega, no puede salir de la curia desde el pasado 4 de agosto, donde permanece junto a otras 10 personas, pues está rodeada por un amplio cerco policial.
El obispo quedó sitiado tras denunciar la decisión de las autoridades de cerrar cinco emisoras católicas y exigir al gobierno que respete “la libertad” religiosa.
La policía dijo que investiga a Álvarez por intentar “organizar grupos violentos” e incitar al “odio” con el “propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua”.
La libertad de culto está suspendida en Nicaragua, los católicos no pueden entrar a la iglesia para celebrar misa por órdenes del dictador comunista Daniel Ortega, presidente de Nicaragua. La izquierda odia las libertades fundamentales.
Persecución, allanamientos, cárcel, cierre de medios de comunicación católicos y exilio de religiosos, son las acciones oficiales represivas que enfrenta la Iglesia en este país.
Sorprende la persecución de los sacerdotes católicos y la destrucción de Iglesias, y esto porque el gobierno de izquierda de Daniel Ortega acepta la diversidad, la inclusión y la tolerancia, pero alparecer es solamente en la cama, porque las libertades fundamentales la izquierda las está violando.
Esta persecución es un espejo de lo que sucede en Chile, donde los acólitos de la izquierda radical queman iglesias y templos de todas las confesiones. Si se hacen acá del poder sin contrapesos, la persecución contra el cristianismo será brutal.
Pero lo más sorprendente de todo es el silencio del Papa, el cual es demoledor de la fe cristiana, lo que hace Noriega en Nicaragua es una afrenta a la Iglesia Católica y una ofensa a los derechos humanos de los ciudadanos, sean o no católicos. Incomprensible para el mundo civilizado y democrático.