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Del trapecismo a la reelección

Superiberia

 

En teoría, la reelección es un instrumento que sirve para premiar un buen trabajo. Ayuda a dar continuidad a proyectos que no pueden verse concretados en determinado lapso de tiempo. Y funciona también para mantener orden ante estructuras endebles. Pero cuando hablamos de órganos políticos, pensamos que la reelección trabaja más por el interés personal que por los estatutos que deberían regirlos. Ni modo, políticos, crearon fama.

Cuando se comenzó a hablar de la reelección legislativa, que ha ido tomando forma poco a poco en los congresos estatales del país, también se ha enfrentado a un punto que valdrá la pena que nos aclaren los involucrados, aunque seguramente dirán, que serán algo que resuelva el tiempo. Ahora también ya es un tema aprobado en el Distrito Federal que incluso beneficiará a los jefes delegacionales. Pero para como quedó la redacción de la ley, lo que se premiará será la disciplina al aparato (o sea a las dirigencia) partidista y no la rendición de cuentas al electorado. Y es que es justo eso, que con los antecedentes que tenemos de los usos y costumbres de la política nacional, entenderíamos la reelección, tanto legislativa como de alcaldías y delegaciones, como un instrumento para la sumisión. Me explico: en teoría, la posibilidad de repetir un cargo, debería más bien ser un deseo de la ciudadanía. El verse de nuevo representados por un diputado, senador o determinado miembro de la Asamblea. Pero aquí entendemos que son los partidos quienes decidirán quién repiten y qué cargo. O si no será así, que nos expliquen cómo funcionará la elección de candidatos, ¿seguirá estando bajo el mismo esquema?

Porque de seguir funcionando como hasta ahora, entonces esta posibilidad de reelección se convertirá en un camino para el servilismo dentro de los partidos. Qué más dará el trabajo que se desempeñe, siempre y cuando se quede bien con el respectivo partido.

Así tendríamos, entonces, a más José María Martinez presidiendo comisiones que atentan contra los derechos de todos los ciudadanos en lugar de luchar por derechos que los protegieran. Sin excepción, como tanto se ha luchado para que las leyes lo digan de esa forma.

Esto es, un esquema de reelección que de verdad sirva para mantener a los legisladores o funcionarios que rindan buenas cuentas, que esto no se convierta en una pista para trapecistas: los vemos, cada legislatura, primero son diputados, después se hacen senadores. Terminan el ciclo como asambleístas, sin olvidar su paso como alcaldes e integrantes de congresos locales. Así, sólo sirviendo a intereses propios o de sus respectivos grupos políticos.

Si los diputados plurinominales nos han dado a personajes como Romero Deschamps o Dolores Padierna, ¿qué podemos esperar de una posibilidad de reelección para legisladores elegidos bajo un esquema democrático como lo es el voto? Ojalá que el modelo que se emple esté lejos de perversiones propias y no sea un vehículo para la permanencia de trapecistas, en donde se pierde por completo el significado de la reelección, de la razón que la generó.

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