Por: Verónica Carbajal García / columnista
*La publicación en medios impresos, de mujeres asesinadas, un dilema ¿Con foto o sin foto de la víctima de feminicidio? ¿Con llamado en portada y a ocho columnas en la sección policiaca o, a dos columnas como nota cinco en interiores? Y si lleva foto, ¿qué se vea el cuerpo tirado, ensangrentado, deformado por la muerte violenta? ¿O sólo de lejos? ¿Con rostro difuminado para disminuir la brutalidad, o explícito? Los medios de comunicación impresos y las páginas web de información, en la zona Centro de Veracruz, y en el País, navegan entre dos corrientes, cuando de feminicidio se trata, y se reducen a estas opciones: vender, o no vender.
Anayeli García Martínez, periodista de la Agencia Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) lo explicó así: la violencia contra mujeres y el feminicidio se han “normalizado” en nuestro País, para la sociedad es muy común enterarse que alguien le quitó la vida a una mujer.
Esto aun cuando estudiosos de la nota roja como José Luis Arriaga Ornelas, explica que la “nota roja” supone un género informativo que da cuenta de eventos violentos que rompen lo común de una sociedad, “incluso su normatividad legal”. Y deberían sorprender, incluso lastimar al lector, al ciudadano. Pero parece que ya no es así.
La nota roja es a veces, la que más periódicos vende, la que más “vistas” da a una página web de información, es parte del negocio que es un medio de comunicación. Contrario a lo que Fidel Castro Ruz dijo hace más de 50 años, precisamente un día en que se festejó la Libertad de Prensa, allá en Cuba.
Aquella ocasión dijo: “Periodismo no quiere decir empresa sino periodismo, porque empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento; y si por algún sector la libertad de prensa ha de ser apreciada es, precisamente, no para el que hace negocio con la libertad de prensa, sino para el que gracias a la libertad de prensa escribe, orienta y trabaja con el pensamiento y por vocación”.
Los medios, no son ‘hermanitas de la caridad’, no son instituciones altruistas, ni de filantropía, aunque esto último sí debieran serlo al menos un poco, porque la filantropía es el amor al género humano. No, no. Un medio de comunicación es una empresa, el negocio de alguien; y al igual que en todas, hay empleados que pagar, gastos que cubrir; y debe dejar ingresos, utilidades.
La frase de Castro la rescato aunque no estoy de acuerdo del todo, porque me atrevo a decir que incluso hasta en un País socialista como Cuba, los medios son un negocio, en su caso, un negocio ideológico.
Anayeli García, conferencista, tallerista, estuvo en Orizaba a invitación del área de programas de Gobierno municipal. Ella y César Martínez López, reportero gráfico, ofrecieron una charla en torno al “Periodismo con perspectiva de género”, desde la óptica de CIMAC, en la que hubo presencia de reporteras de diferentes medios de comunicación de la región.
Una de ellas, señaló acertadamente la encrucijada que enfrentan los reporteros de información general, (y me tocó vivirlo en su momento) cuando llegan a las redacciones y ven coartados los temas de sus notas, porque su editor prefiere una nota “fuerte”, basada por ejemplo en las estadísticas de niñas violadas, mujeres violentadas, y no la nota acerca de un programa para la prevención de su seguridad, el desarrollo personal, de emprendedoras, o de mejora de sus condiciones laborales y de vida.
Una mujer víctima de crimen de odio, violencia, impunidad o intolerancia, está considerado como feminicidio; en Veracruz, desde agosto de 2011 se considera el delito de feminicidio como figura autónoma, y en 2012 se incluyó en el Código Penal Federal como delito.
Quizá no hay un incremento en el número de casos, pero sí más denuncias, más colectivos marchando, exigiendo justicia, una mayor conciencia colectiva, se transita del silencio y la oscuridad, al grito y la luz, por el grado de brutalidad, por lo sanguinario, inhumano y brutal con que se cometen.
A la par, en los medios se observan dos tendencias: la publicación, cuidando la perspectiva de género y los derechos humanos, el reportar en las pantallas de televisión y espacios de impresos, sin dejar ver el exceso de sangre; y por otro lado, darlo a conocer tal cual es, crudo, con imágenes donde a veces se mira a la víctima en el lugar de los hechos, exánime, y cosificándola, porque al final eso vende.
México es el País del feminicidio, cruel, violento, ominoso, sádico; el que ha dejado atrás aquella frase que se enseña, pero que muchos olvidan, de no tocar a una mujer ni con el pétalo de una rosa.
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