Cuando hablamos de preservar el medio ambiente la pregunta de fondo es cuánto sacrificar.
Cuantas veces ha oído usted la afirmación: si claro, preservemos el medio ambiente…pero sin sacrificar el desarrollo económico. O al contrario, no podemos preservar el medio ambiente, ¡porque tenemos que crecer!
¿Es verdadero este compromiso? ¿Podremos crecer sin tener que depredar el medio ambiente? (es decir, “mascar chicle y caminar a la vez”). Yo creo que sí. Más bien, estoy convencido de que tenemos que hacerlo, porque de otro modo no vamos a lograr ni lo uno ni lo otro.
Para iluminar este dilema, es bueno analizar las soluciones extremas, y de ahí volver a mirar el problema. Está claro que si no tenemos ningún cuidado con el medio ambiente, en algún momento nuestro crecimiento económico topará un techo.
Los recursos naturales son necesarios para cualquier empresa y para la sociedad – basta ver la situación de Haití para darnos cuenta de que este no es un buen camino a seguir.
El otro extremo es igualmente malo: si nos proponemos no impactar de ningún modo el ambiente, tendríamos que volver a la época de las cavernas, porque cualquier actividad humana tiene impactos sobre el ambiente.
Entonces, la solución no está en los extremos, sino en alguna parte intermedia. Esto hace el problema mucho más complejo, no es todo o nada. Ahí está el desafío.
Una solución elegante y simple la encontramos en el concepto de sostenibilidad. Sin entrar en tecnicismos, este concepto encierra una gran verdad: la empresa humana (así, en general) es de largo plazo.
La civilización humana espera proyectarse en el tiempo, sin fecha de término.
¿De qué depende que lo logremos?
De balancear los tres pilares en que se funda nuestra civilización: el pilar económico (generador de recursos y riqueza), el pilar social (entendido como la convivencia armónica entre todos los seres humanos), y el pilar ambiental (entendido como la preservación de los recursos naturales necesarios para nuestra subsistencia y desarrollo).
Si cualquiera de estos pilares falla, nuestro desarrollo humano (que es mucho más que el desarrollo económico) se ve afectado.
Dejando de lado el pilar social (que en sí solo es un tema inmenso), la evidencia muestra que los países con mejor desarrollo humano han logrado un balance entre cuidado ambiental y crecimiento económico.
La observación histórica sugiere que en las primeras etapas del desarrollo existe efectivamente un compromiso entre ambos pilares. Pero en algún momento la relación cambia, y se comienza a avanzar en ambos pilares simultáneamente.