En la década de los 60 los rusos diseñaron un dispositivo de comunicación para fines estrictamente médicos; años más tarde esta tecnología se extendió por Europa y Japón. En 1983 la empresa Motorola lanzó comercialmente un aparato que pesaba aproximadamente 800 gr. con el que las personas podían comunicarse de manera inalámbrica a través de ondas electromagnéticas. Fue así como aquel primitivo invento de los rusos, hoy en día se ha convertido en algo vital para la presente centuria; fue así como el celular y toda la tecnología que nos embelesa, ha venido ganando terreno en un mundo plagado de información.
Los actuales celulares o dispositivos móviles, son llamados “inteligentes” y ya no se limitan a las tradicionales llamadas o envío de mensajes de texto, van mucho más allá y ahí reside lo interesante. Desde nuestro celular, podemos consultar el estado del tiempo, jugar, navegar en internet, entre otras muchas aplicaciones dignas de una buena sobrecarga de ondas, nocivas para la salud.
Por otra parte, los dispositivos móviles y las redes sociales, vinieron a desnudar hechos que en realidad, nunca tuvieron vestido. Casos loables o ínfimos, que en cuestión de minutos, dieron la vuelta al mundo con el simple hecho de dar “Compartir”.
Para la religión, el deporte y sobre todo para la política, esta tecnología al alcance de cualquier persona, ha representado un obstáculo inexorable en los tiempos actuales. El México del siglo XX estaba regido por la televisión, hoy una parte de la población mexicana, en su mayoría jóvenes que nacieron inmersos en otras fuentes de información y comunicación, recurren a la televisión solo para cuestiones de entretenimiento.
Pero ¿a qué vienen los tres párrafos anteriores a estas líneas? Lo explico: Desde hace algún tiempo y por decreto gubernamental, el Mando Único tomó la estafeta de la seguridad para nuestro municipio, haciendo que desapareciera la policía municipal.
Caminando por alguna calle de la ciudad de los 30 Caballeros, en ocasiones resulta muy curioso, observar algunos agentes de tránsito o policías estatales con su celular en la mano, supongo que checando el estado del tiempo, para hablar a su casa y pedir tal vez le lleven su impermeable. Incluso algunas unidades de las instituciones citadas que recorren la ciudad en busca de algún malhechor, imagino aplican el ya muy conocido “Conductor designado” en donde los demás pasajeros, o mejor dicho, servidores públicos no dejan de asir su más fiel medio de comunicación.
Entonces, amigo lector y sobre todo ciudadano; la próxima vez que usted observe un individuo encargado de velar por la vialidad y seguridad de nuestra ciudad, con los ojos inquietos, enfocando hábilmente una pantalla rectangular que carga entre sus manos, no se espante; tal vez sea el piloto del nuevo modelo de seguridad para nuestro estado, totalmente virtual y sobre todo en tiempo real. Pero si usted amablemente se acerca y le pregunta al susodicho: ¿qué hace con su dispositivo electrónico en horas de trabajo? quizá pudiera contestarle: “Déjenme si estoy chambeando”.