Orizaba.- Indiferencia, irresponsabilidad, peligro, son sólo algunas de las impresiones que causan los indigentes en las calles de Pluviosilla. La gente los mira pasar, algunos se conmueven por su situación, otros se molestan y la mayoría los evita ante lo que indican que representan un riesgo latente.
En las calles de la ciudad que sonríe es común ver vagabundos y se ha hecho una constante y no hay autoridad que lo controle, tampoco hay quien les tienda una mano.
Pocos se animan a ayudar, y más pocos a intervenir, lo cierto es que este es tan solo un caso de las decenas de indigentes que hay en las calles, problema social al que las autoridades no pueden o no quieren dar solución.
Y es que sin duda, salir de compras, comer en algún establecimiento o bien simplemente sentarse en un parque a tomar la sombra luego de un largo día, se torna incómodo debido al incremento descontrolado de indigentes.
En la avenida Oriente 8 casi esquina con Sur 13, una mujer dormía sobre la banqueta. Lucía desaliñada, débil y enferma. En su rostro se aprecian claramente muestras de algún padecimiento, nadie sabe cuál, pero que mina su salud.
Con ropas viejas y maltratadas parece olvidarse del tiempo, andando de arriba hacia abajo sin rumbo fijo, comiendo lo que encuentra, y de vez en cuando disfrutando de un “aperitivo” en cualquier depósito de basura.
Ni el personal del sistema municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Orizaba así como de Protección Civil, a cargo de Antonio Vázquez Sánchez, no cumplen correctamente su labor para sacar de las calles a estas personas y albergarlas para que permanezcan supervisadas y vigiladas o llevarlas al Hospital de Salud Mental de esta ciudad.
Manuela V. Carmona
colaboracion