Catón
Columnista
Comentarios útiles y aquello de que ‘nobleza obliga’
El cuento inicial de hoy es de esos que los franceses llaman “risque”, o sea de subido color. Léanlo mis cuatro lectores “a ses risques et périls”, por su cuenta y riesgo, como dicen también quienes hablan la hermosa lengua de Brigitte Bardot, Gérard Depardieu y Catherine Deneuve. (Iba a decir “la hermosa lengua de Molière, Racine y La Fontaine”, pero los otros personajes son más conocidos)… Babalucas llegó a un burdel, congal, ramería, manfla o lupanar. Iba desgarbado y mal vestido. La dueña del establecimiento lo vio en tan miserable traza que le preguntó sin más: “¿Traes dinero?”. “Un poco” –respondió, vacilante, el infeliz. “¿Cuánto?” –quiso saber, expedita, la madama. Contestó Babalucas: “500 pesos”. “¡Bah! –se burló la mujer. Por esa cantidad a lo único que tienes derecho es a un hand job, un trabajo manual”. No respondió el pobrete. Salió en silencio del lugar y se dirigió a su casa. Regresó media hora después. “¿Ahora qué quieres?” –le preguntó con impaciencia la mariscala. Contestó, humilde, Babalucas: “Vengo a pagar”… Recibí un mensaje del señor Omar Cervantes Rodríguez, director general de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación. Amable y comedido ese mensaje, lo transcribo en sus partes de mayor relevancia. “Don Armando: Con respeto y admiración siempre por su columna, decana en nuestro país (acotación del columnista: ésa es la parte de mayor relevancia), quisiera comentar que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, además de seguir todas las normas sanitarias recomendadas por las autoridades, en efecto, como lo ha dicho públicamente, utiliza estas gotas que han sido creadas por una científica mexicana que lleva años estudiando los temas en cuestión. Le comparto algunas ligas de notas y entrevistas sobre Gabriela de León, inventora de estas nanomoléculas, aunque el rigor científico del sector médico hoy las tiene en fase experimental. Estas gotas en su momento la secretaria se las compartió al Gobernador de Hidalgo, que resultó positivo al Coronavirus y que públicamente manifestó su mejoría al usarlas. Más allá de las medidas preventivas del Sector Salud, la secretaria conoció de este producto porque es alguien que cree en el talento mexicano, y el producto está lejos de ser un remedio casero: es un desarrollo científico. En espera de que estos comentarios le sean de utilidad quedo siempre de usted”. Desde luego que me son de utilidad, pues me permiten ver el otro lado de la cuestión. Los agradezco, y los he transcrito por deber de justicia, por ser de interés general y por aquello de que “nobleza obliga”… “Un marinero me pellizcó una pompa”. Esa queja le dio la señorita Cucolina al encargado de la atención a clientes del crucero. Quiso saber el hombre: “¿Cuál es su camarote?”. Respondió la quejosa; “El 3125”. “Viaja usted en tercera clase –dijo el individuo. ¿Quién quería que se la pellizcara? ¿El capitán?”… Rosilita, alumna de tercer año de primaria, le comentó a una amiguita a la salida de la escuela: “Todos los hombres son iguales. Te dicen cosas bonitas, tienen lindos detalles para ti, y al final todos quieren lo mismo: que les prestes la tarea”…Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, invitó a Claribel, guapa muchacha, a ir al Motel Kamawa. Le preguntó ella: “¿Traes aspirinas?”. “No” –respondió el lúbrico galán, desconcertado. “Entonces no voy”. Tres o cuatro veces más pasó lo mismo: él no traía aspirinas y ella rechazaba su lujuriosa invitación. Una de esas noches le preguntó Pitongo: “¿Por qué quieres que lleve aspirinas al motel?”. Respondió Claribel: “Es que me gusta hacerlo hasta que me duele la cabeza”… FIN.