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De política y cosas peores

Superiberia
  • Por CATÓN / Columnista

Un voto por Morena es un voto contra México. Nuestro país ocupa el segundo lugar mundial en resurrecciones, después de Tierra Santa. Tomemos el caso de López Obrador. Dijo una vez que lo diéramos por muerto, y miren ustedes ahora dónde está. Hay quienes piensan que el trágico accidente sucedido en el Metro de Tláhuac puso fin a las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Yo no lo creo. Tres años faltan para que se vaya AMLO -mas, si el absolutista señor decide seguir en su Palacio con ayuda del solapado Zaldívar-, y la memoria de la gente es más débil que una buena intención. Prontos para la indignación, somos más prontos para el olvido. No demos por muertos, pues, ni a Ebrard ni a Sheinbaum. Ambos están vivos. Muy vivos. Resurgirán de sus cenizas como el gato Félix, según dijo la vedette… Y si alguno de ellos llega a la Presidencia, u otro, no será un peón del tabasqueño. Hay usos de política que jamás mueren, uno de los cuales es que el Presidente que llega le da al que se va una patada en el ex presidencial trasero y le dice: “Tú ya bailaste. Siéntate, que ahora bailo yo”. Igual sucederá cuando el tabasqueño termine su gestión, sea en el término constitucional, sea en su propio término. Quien ocupe su lugar lo mandará de un puntapié en el tafanario al rancho de muy sabido nombre, y de la 4T ni quién se acuerde. Eso lo verán nuestros hijos, como dijo el señor cura cuando otro párroco le preguntó si algún día la Iglesia permitiría que los sacerdotes se casaran… El Ensalivadero es un sitio solitario al que acuden por la noche las parejitas en plan húmedo. Ahí el galán y su dulcinea se pusieron a contemplar el cielo lleno de estrellas. Él le puso a ella una mano en la rodilla y le preguntó con inspirado acento: “Dime, mi vida: ¿crees en el más allá?”. A su vez preguntó ella, recelosa: “En el más allá ¿de qué?”… Glafira, la hija de don Poseidón, se casó por compromiso. Al día siguiente de la boda un amigo del viejo ranchero le comentó: “Tu yerno caminó muy despacio hacia el altar. Cualquiera habría dicho que traía plomo en las nalgas”. “Lo traía” -replicó el vejancón echando una mirada de sololayo a su escopeta. (Nota: en el rancho de don Poseidón la expresión “de sololayo” significa “de soslayo”)… Doña Chalina, la vecina del 14, oyó decir que doña Macalota tenía jaqueca. La llamó por el celular y le preguntó “¿Cómo está tu dolor de cabeza?”. Contestó doña Macalota: “Ya se fue al trabajo”… En la merienda de los jueves una señora relató: “Mi marido y yo éramos muy diferentes cuando nos casamos. Yo estaba embarazada, y él no”… Tarsilio es un joven de mucha religiosidad, muy iglesiero. Con decir que funge como portaestandarte de la Cofradía de Cofrades está dicho todo. Su primer propósito de vida fue mantenerse célibe a fin de dedicarse a hacer obras de piedad, pero leyó aquello que dijo San Pablo en la Primera Epístola a los Corintios -no a los coreanitos-, de que más vale casarse que quemarse, y él experimentaba ya ciertos conatos de incendio en la parte correspondiente a la entrepierna, de modo que decidió tomar estado. Para el efecto contrajo matrimonio con una chica llamada Pirulina. Se la presentó su mamá -la de Tarsilio- a fin de ver si le quitaba un poco de beaterio a su hijo y lo acercaba un mucho a las cosas de la naturaleza. La noche de las bodas el piadoso desposado quiso hacer una oración al lado de la mujer con quien compartiría las penas y alegrías del vivir. Le dijo al pie del lecho: “Pongámonos de rodillas”. “°Ah no! -opuso Pirulina-. Por ser esta la primera vez lo haremos naturalito”… FIN.

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