Por CATÓN / Columnista
Grande fue la sorpresa de lady Loosebloomers cuando encontró en la habitación de la mucama a su marido, lord Feebledick. El caballero estaba de pie junto a la joven, que llevaba por único atuendo el pequeño moño negro que era parte de su uniforme doméstico. No se turbó milord ante la presencia de su cónyuge. Flemático, le dijo a la muchacha: “Ya veo que es verdad lo que me dices, Gwendolyn, que con lo que ganas no te alcanza para comprarte ropa. Pero lo del aumento de sueldo que me pides es asunto que deberás tratar con madame”… Llovía a cántaros, si me es permitida esa inédita expresión. La esposa de don Languidio le pidió: “Ve a la ventana del jardín y pon afuera tu entrepierna de modo que el agua de la lluvia te la moje”. “¿Para qué?” –se sorprendió el maduro señor al escuchar aquella insólita demanda. Explicó ella: “He oído decir que con la lluvia todo cobra nueva vida”… No hay felicidad absoluta. Hay, sí momentos de absoluta felicidad. Los he gozado, no en los campos de la fortuna o de la fama, tan engañosas ambas, tan efímeras, sino en las cosas del amor y la familia, que son al final las que verdaderamente importan. El anterior comentario me sirve para manifestar que mi satisfacción al ver que el INE mantuvo su determinación de vetar la candidatura de Salgado Macedonio se amenguó al darme cuenta de que AMLO tiene la mano metida ya hasta el codo en el organismo electoral. Lo mostró la reprochable conducta de los cinco consejeros que votaron en contra de esa resolución, con lo cual evidenciaron que no obedecen al mandato de la ley, sino a la voz de su amo. Caballo de Troya son esos consejeros, que podrán convertirse en permanente amago a la democracia, tan trabajosamente conseguida y tan amenazada ahora por el absolutismo dictatorial del Presidente, quien ha atacado con particular virulencia a un organismo que no hizo más que aplicar la ley en sus términos. ¿Que la sanción al candidato morenista fue excesiva? Es la prescrita por la legislación. Aquí cobra vigencia el apotegma jurídico que dice: Dura lex sed lex. La ley es dura pero es la ley. Su puede cambiar, pero mientras no se modifique debe cumplirse cabalmente. Me preocupa la posibilidad de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anule la decisión del INE, unánimemente aplaudida por los ciudadanos libres y conscientes, y atente de ese modo contra la legalidad y el ejercicio democrático. Si el Trife deja sin efecto esa determinación y da su apoyo a la barbarie representada por el tal Salgado no sólo vulnerará la ley: también acabará con la esperanza que la ciudadanía tiene de contar con instituciones autónomas y libres que pongan coto a la voluntad autoritaria del Presidente actual, y limiten su poder. Se juega en este caso el futuro de México como nación libre y democrática. Esperemos que los magistrados del Trife estén a la altura de su responsabilidad histórica, y no cambien su dignidad y su buen nombre por los dudosos y pasajeros gajes que pueden derivar del hecho de obedecer y servir hasta la ignominia al poderoso en turno… Se celebraba un baile en el Club Silvestre. El guardia que hacía su ronda nocturna por el campo de golf notó ciertos movimientos tras unos arbustos. Fue hacia ahí e iluminó con su lámpara el lugar. Los movimientos -por cierto rítmicos y acompasados- que había visto los producía una pareja que al amparo de la oscuridad del sitio estaba haciendo el amor sobre la grama. “La señora es mi esposa” –explicó el tipo al verse descubierto. “Perdone usted –se disculpó el guardián-. No lo sabía”. Replicó el otro: “Yo tampoco, hasta que nos echaste la luz de tu linterna”… FIN.